Antonio Roldán

Obra inédita

Cantares y coplas

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En las cruces de tu reja
se van clavando mis coplas,
y tú las vas desclavando
para que te cante otras.

El aire viene jugando
con las hojas del laurel
y yo juego con tus manos
que me huelen a clavel.

Tú me preguntas a dónde
y yo digo: De aceituna,
si quieres luego nos vemos
cuando se oculte la luna.

Más sal que tienen los mares
va derramando mi niña
cuando va por esas calles.

Ya no tengo corazón.
Se lo llevó una morena
y no me lo devolvió.

Una noche de luna
vendré a buscarte,
si la luna no mira
podré besarte.

Cuatro palomas volando
se llevan mi corazón,
cuatro coplas en la noche,
penetran por tu balcón.

El sol lejos se perdía
pero se abrieron tus ojos
y vino de nuevo el día.

(Escrita detrás de un foto)

Cuando la noche se puso
alegre de vino y luna,
yo puse un collar de besos
sobre tu piel de aceituna.

Aunque te vistas de negro
tú no tendrás tanta pena
como la pena que tengo

Tú miras tras los cristales
viendo la lluvia caer,
y yo en la calle me mojo
por causa de tu querer.

Tú me diste la mano
yo te di un beso,
y por eso, mi vida,
me llevan preso.
¡Ay, quien pudiera
estar preso en tus brazos
la vida entera!

No me cantes, mi gitana
en esa cueva sombría.
Cántame junto al romero,
y que el aire mañanero
me traiga tu melodía

Tanto te voy a querer,
que te va a sobrar cariño
para antes y después.

Lastimita hay que tenerte,
tan solita en la ventana
sin que nadie venga a verte.

Un pisito chiquito
tengo que hacerte
donde viva tan sólo
para quererte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Un amor traigo en el pecho
y una copla a flor de labio,
la copla para que vuele
y el amor para guardarlo.

Cuando rondaba por verla
vi su ventana entreabierta,
y al mirar tras los cristales
la vi, pero estaba muerta.

¡Qué dulce tiene que ser
dormir teniendo en las manos
las manos de una mujer!

Te dije que te vinieras
y no quisiste venir,
ahora quieres que yo vaya
pero yo no quiero ir.

Si la niña no quiere,
no le hagas caso,
que el cariño se gana
pasito a pasito.

¡Qué guapa va mi morena
cuando se luce en la plaza
con su mantilla y su peina!

En la tierra canta el grillo
y el jilguero en la alameda,
y yo le canto a mi niña
en las cruces de su reja.

Pienso en ti por la mañana,
por la tarde pienso en ti,
y me da la madrugada
sin que me pueda dormir.
 

Una mujer me clavó
una pestaña en el pecho
y por muerto me dejó.

De frío te vi temblando
junto a la orilla del río,
por no tener otra cosa
te di con mi cuerpo abrigo.

Campanitas azules,
flor de romero,
por la calle abajito
va quien yo quiero.

A las playas las olas
vienen rodando,
y en el mar de tus ojos
me estoy mirando.

El caracol de tu frente
lo está moviendo la brisa,
y tú, con el cosquilleo
te estás muriendo de risa.

Campanera de la ermita;
De todas las campaneras
eres tú la más bonita.

Por caminos de Oriente
llegó la aurora.
Tú me dijiste: vete
que ya es la hora.

Con un puñal de tres filos
tu corazón he de abrir,
para ver si tienes dentro
el cariño que te di.
 

 

A la flor de romero
huele mi novia,
y la flor de sus labios
saben a gloria.

Tengo que hacerte un vestío
con alas de mariposa
y con gotas de rocío.

Fueron tus brazos mi cárcel
y tus besos mis cadenas.
Bendito el sol que me puso
en castigo tal condena.

Sólo por verte reír,
vengo tapando mis penas
y ocultando mi sufrir.

Por el aire va una copla
que de tu pecho salió.
La copla lleva una pena
que padecemos tú y yo.

Y tanto pensaba en ti,
que pensando y más pensando
casi loco me volví.

En la tierra que tenía
tengo plantado un olivo
para coger la aceituna
cuando me case contigo.

Tanto me hiciste llorar
que tengo los ojos secos
y no te puedo mirar.

Con las luces del alba
se va mi amado.
Cuando llegue la noche
vuelve a mi lado.

Ya no tienes el calor
que en mis brazos encontrabas,
ni mis manos te acarician
ni mis coplas te acompañan.

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo que trato de olvidarte
no lo puedo conseguir,
y tú, sin grandes esfuerzos,
ya no te acuerdas de mí.

Las semillas de mis besos
en tu boca se sembraron,
para recoger el fruto,
he de buscarlo en tus labios.

Puñalitos son tus ojos
que me taladran por dentro,
cuando me miran me matan,
si no me miran me muero.

Ya no tiene agua tu pozo,
con la sed que yo traía
me la bebí poco a poco.

El sol se paró en tu pelo
y con oro te pintó,
y por eso el pelo tuyo
parece un rayo de sol.

Mi cárcel fueron tus labios
y tus brazos los cerrojos.
Tu pelo fue mi cadena
y centinelas tus ojos.

Caracolillos del mar
son los rizos de tu pelo,
con ellos juegan mis labios
cuando quiero darte un beso.

Por la tarde, entre los trigos,
se besan las amapolas.
Por la noche, sin ruidos,
nos besamos en las sombras.

Tengo miedo de tus ojos,
tengo miedo de tu boca,
tengo miedo de tu cuerpo
y de toda tu persona.

Lo mismo que el pajarillo
que salta de rama en rama,
así saltarán los besos
que voy poniendo en tu cara.

La pena que yo tenía
la dejé junto a la cuna,
desde que tú me sonríes
no tengo pena ninguna.

Sobre la cal de tu patio
se dibujó tu persona,
la luna te dio sus besos,
el limón te dio su sombra.

La cruces de tu ventana
se ven de noche y sin luz,
pero yo, sin que se vea,
estoy llevando mi cruz.

 

 

Quisiera ser un jilguero,
para decirte cantando
lo mucho que yo te quiero.

Una jaula chiquita
tengo de oro,
donde está mi cariño
que es mi tesoro.

La rosa sabe el secreto
del beso de aquella tarde,
la rosa cayó en el suelo
y el beso quedó en el aire.

Del olivo, la aceituna,
de la aceituna, el aceite,
y de aquello tuyo y mío
la alegría de quererte.

Dile al alba que se espere,
que quiero una noche larga
para estar con quien me quiere.

Igual que luce la flor
en la más linda maceta,
así vas luciendo tú
con tu mantilla y tu peina.

En el amor no hay fronteras,
se mete en el corazón
cuando tú menos lo esperas.

Tus ojitos me parecen
cuchillos de doble filo
que en mi corazón se meten.

La noche se puso alegre,
porque de sobra sabía
que iba yo de noche a verte.

No quiero las rosas blancas
teniendo claveles rojos,
ni quiero rayos de luna
teniendo luz de tus ojos.

Tengo miedo de tus ojos
cuando de noche me miran,
tengo miedo de tu cuerpo,
de tu boca y de tu risa.

Los arroyos y los ríos
vienen a morir al mar.
El amor tuyo y el mío
¿cómo y cuándo morirán?

Vientecillo ventolero,
por la vereíta larga
va la mujer que yo quiero.
 

Cadenita de plata
tiene tu pecho.
¡Ay, quien fuera cadena
de tanto precio!

Por los caminos del aire
voy preguntando por ti,
pero no te ha visto nadie.

Ciego voy por los caminos
buscando un amor en vano.
Para que yo no me pierda,
llévame tú de la mano.

¡Qué bonito el verde
de las olivas!
¡Qué bonitos los ojos
que a mí me miran!

Por una calle me entraba
y por otra me salía,
para ver si tropezaba
con la que yo más quería.

No le cantes a la noche,
no le cantes, ruiseñor.
La mujer que yo quería
la noche se la llevó.

A la blanca, blanca luna,
al blanco, blanco jazmín.
La niña que va de blanco
tiene que quererme a mí.

Son tus ojillos traviesos
lo mismo que la aceituna,
con el sol parecen negros
y más negros con la luna.
(Fragmento de poema)

Tanto te quiero y me quieres
que lo mismo nos envidian
los hombres que las mujeres.

Los sembradores del cielo
estaban sembrando estrellas.
Yo les pedí unas poquitas
para, con las más bonitas,
hacerte un collar con ellas.

Una flor en tu ventana
besa la brisa al pasar
¡Ay, quien fuera el airecillo
para poderte besar!

Pelo de tu pelo negro
quiero para encadenarme.
Átame bien con tu pelo
y así no podré escaparme.

Una rosa floreció
cuando una lágrima tuya
sobre tu pecho cayó.

Cuando la tarde declina,
tú asomas por la ventana
y yo asomo por la esquina.