miércoles, 4 de noviembre de 2009

AMELIE Y SU MENSAJE

Deliciosa combinación de surrealismo, cuidadas escenas teatrales, colorido de cómic y ambiente retro.





Amelie, refugiada en su soledad desde su infancia se convierte en una chica que vive en su mundo y se acerca a la realidad partiendo de su introspección. Encuentra casualmente la vía para conectarse exteriormente, consiguiendo hacer felices a los demás con detalles que pueden reconciliarles con la vida. Tiene una aire encantador, la frescura y la clase de Audrey Hepburn y la vestimenta en versión moderna de Julie Andrews.


La trama se desarrolla en bellos cuadros de París y en cada uno de los pisos de sus convecinos.







La acción se desencadena a partir del tesoro de un niño escondido detrás del rodapié de su piso, se las ingenia para devolver anónimamente la caja con las reliquias de la infancia al dueño entrado en la cincuentena, en ese momento su vida cobra cierto sentido y es movido a abrirse a los demás. A partir de ese momento a ella le invade “el deseo de ayudar a la humanidad y al mundo de golpe” y empieza a encadenar una buena acción a otra. Al final todo su esfuerzo retorna a ella, a pesar de su temeridad y su ensimismamiento es impulsada por un vecino a vivir el amor sin cortapisas.



El espectador se queda con el buen sabor de boca que deja el secreto de Amelie, la capacidad de apreciar “el discreto encanto de las cosas pequeñas de la vida

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