martes, 22 de noviembre de 2011

Equida & Genero

Muchas luces de alerta en relación con los efectos que causa en las mujeres una cultura de sutil o abierta agresión en su contra, han creado las condiciones para que las víctimas tengan un espacio de apoyo cuando deciden poner un alto a la violencia.
Como hemos aprendido, hay muchas formas de ejercerla. A través de los años se han estudiado los efectos que causan las constantes humillaciones, los menosprecios, la falta de oportunidades y la obligatoriedad de "minoría de edad" en las mujeres. A menor educación, mayor probabilidad de convertirse en víctima. Y cuando hablamos de educación no sólo nos referimos a la instrucción escolar, sino a disfrutar y construir espacios de convivencia y respeto entre géneros.
Si somos capaces de participar en eventos como bazares de caridad, etc ¿por qué no considerar seriamente unirnos al reclamo mundial que repudia la violencia contra mujeres y niñas, obligando a los gobiernos morosos a hacer a un lado el discurso y poner acción a sus palabras?
Del sufrimiento poco nos queremos enterar; como es un tema que nos conecta con nuestro interior, con nuestro propio sufrimiento, procuramos voltear para otro lado.
Igual sucede con la violencia hacia las mujeres y las niñas. Sabemos que existe; algunas la viven en carne propia, otras la solapan, la alientan, la ejercen... y desafortunadamente también muchas voltean la cara ante su lacerante magnitud. Reservar un día en especial para reflexionar sobre un hecho tan cotidiano para millones de mujeres podría parecer frívolo, pero no lo es. Ese día es el 25 de noviembre.
Podemos comenzar por conocer el origen de este Día y las acciones que se impulsan en el mundo:
El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres durante la celebración del primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe, celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981.

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