febrero 15

    Ayer entré en la tienda china de segunda mano sin esperar nada <3. Tenían toda clase de estupideces. Empezó a sonar una canción. Al lado de los peluches, en una caja vi una de esas muñequitas tamaño mediano. "Latin Lucy", al reverso la caja garantizaba varias horas de diversión antes de reemplazar batería, dar mantenimiento o fallo definitivo de sus partes más sensibles. También había un número para reportar fallas, pero no era local así que técnicamente no había garantía. La puta madre!, pensé... o lo dije, no se. El imbécil de la tienda me miró de reojo. "Exacto jovenazo, llévesela, está muy buena. Son de las que hablan". Ah otra de ésas, pensé. La miré de arriba a abajo, todo parecía indicar que sí. "Que sí qué? Se la va a llevar o no?" Calma, pinche chingaski. "Órale pues, me la llevo". Le pagué al tipo del mostrador, me hizo una nota, me miró y me dijo: "Sin cuenta pesitos, le recuerdo que no hay 'refund' por si lo que sea." Pinches chinos. En fin, al salir todavía me advirtió: "Tenga cuidado, no la vaya usté a reventar." Sonrió el muy imbécil, salí y me dirigí a casa.
 
   Los primeros días la mantuve en el estudio, en observación. Eso fue antes de que empezara a hablar. Yo pasaba largas horas trabajando y a veces cuando me tomaba un descanso o me aburría le hacía preguntas absurdas, del tipo si ya tenía hambre o si quería comer. Nunca contestaba. Francamente sus primeras palabras me dejaron frío. Quizá porque no las esperaba, la verdad pensé que no sentía. "Sácame de la caja" fue lo primero que dijo. Para entonces ya tenía meses en observación, no me sorprendió mucho que hubiera aparecido de pronto un cepillo de dientes rosa en mi baño, me pareció más raro que la muñeca ni conectada estaba, ya sabes a la corriente. Volví a checar la caja... sí, pila recargable, según... pero de qué chingados se cargó? La dejé ahí y seguí trabajando, pero al poco tiempo me volvió a pedir que la sacara de su caja. "Y luego qué?" Le dije. "Luego te deshaces de la planta esa que tienes en tu habitación para que puedas meterme a mí". Ese chino ya me vio la cara de guey. La saqué de su caja, pero lo hice con cuidado y le advertí: "De momento te quedas aquí. Nada de trucos raros." No dijo nada, sólo sonreía disimuladamente.
 
   Uno de esos días de cierre, llegué muy tarde a la casa. Como ya había cenado, me dirigí directamente a mi habitación, me puse la piyama y me metí a la cama. Cuando escuché un "Hola amor". Era ella. "Dónde está mi planta?", le dije. "Cuál planta amor?" Qué chingados... "De cuando acá nos llevamos así?" le pregunté. "Así cómo, bebé?" Me pasó una mano por la cara. De un brinco me paré de la cama. "Así, así, tú sabes cómo!" Me le quedé viendo, sorprendido. Ella se destapó de las cobijas, se puso de espaldas, se le veía el culo. "No quieres amor? No te gusta?" Le pregunté: "Qué hiciste con mi planta?" "Apaga tu cabeza amor, ven métete aquí". La puta madre con estos juguetes chinos. En fin, estaba muy cansado para discutir, así que me acosté sin pensarle mucho.

   Me desperté como de costumbre a la misma hora pero algo estaba mal, mi planta efectivamente no estaba. "Qué buscas amor?" Era que mi muñeca despertó conmigo. "Nada, pensé que estaba soñando". "Todavía sueñas amor", me dijo. "Es tu sueño o el mío?" Le pregunté mirando al vacío. "Qué importa? Aquí estamos. Creo que es el tuyo amor. Así me soñaste, no?" Se quitó las cobijas, se levantó, vi su cuerpo desnudo y por un momento me pareció ver una mujer de verdad, no lo que el chino me había vendido. Y sí, tuve la sensación absurda de que era así como lucía mi chica. "Esto es un truco del imbécil del chino, verdad?" le pregunté. Pero ella no parecía recordar al chino. "Tal vez no es tu sueño ni el mío amor, tal vez es el de tu amigo el chino." "Jajajajaja. Ése wei no es mi amigo, además tú qué sabes? Déjame pensar", me senté sobre la cama, como en trance. "Calma amor, yo sólo sé lo que me dices y sólo puedo ser de esta manera porque traigo un cassette de fábrica, mira..." Entonces se levantó el cabello a la altura de la nuca y pude ver una apertura, al final parecía haber un cassette viejo. "Sí, ahí hay algo como bien dices." Se soltó el pelo y cabeceó, regresó. "Quítamelo". Esa pequeña actitud mandoncita empezaba lentamente a romperme todas las pelotas, le dije: "Y luego?" "Luego me pones otro amor, el que tú quieras, el que más te guste". Lo pensé un momento. Tenía sentido. Sí, tenía sentido. Me levanté, di vueltas en la habitación. Ella me seguía mirando hasta que dije: "Está bien, iré por otro cassette". Escogí uno bueno, uno viejo, con grabaciones mías de cuando era niño. La tomé fuerte de la nuca, saqué el viejo cassette e introduje el mío. Ella se sacudió, vio para arriba un momento, luego su cabeza le dio vueltas. Muchas vueltas. Luego como que se infló y me miró a los ojos, no alcancé a descifrar su rostro desfigurado. Pinches juguetes chinos, su cabeza explotó. Una de sus partes más nobles golpeó el teclado y comenzó a sonar una canción en la computadora. Caray, pobre criatura, demasiado para una muñequita de esas fabricadas en serie. Me quedé sentado viendo los restos de Lucy totalmente reventada. Encendí un cigarrito. Hmmm... Qué tal?