LITERATURA GAUCHESCA

La literatura gauchesca aparece en la zona del Rio de la Plata, a fines del siglo XVIII y a principios del siglo XIX. Su nombre proviene del ser gaucho, el protagonista por excelencia de esta manifestación literaria. Hombre de campo, se da la visión del mundo que lo rodea y aún del universo entero, se recrea el habla propia del personaje. Es poesía autobiográfica. Se alteran los motivos particulares con los temas universales: amor, la vida, la muerte, la amistad, entre otros.
La incorporación de la mitología del gaucho a la narrativa se dio gracias a escritores como Sarmiento, Mitre o Acevedo. El Romanticismo argentino prefirió el tratamiento popular, iniciado por Hidalgo en los albores de la independencia.

Características:

- Reelaboración estilística que los autores cultos hicieron de la voz del gaucho (se representa la voz del gaucho por primera vez dentro del terreno de la literatura)

- Quienes tenían las herramientas para poder escribir, y más para poder publicar, eran los sectores más acomodados de la sociedad (los más pudientes económicamente hablando).

- Los autores letrados pusieron un marcha un mecanismo enunciativo muy original haciendo que la literatura gauchesca pareciera estar narrada por un gaucho, cosa puramente ficcional porque este sector de la sociedad era en su gran mayoría analfabeto.

La poesía gauchesca más famosa es Martín Fierro de José Hernández. La primera parte del poema apareció en 1872 y la segunda (La vuelta de Martín Fierro) en 1879. En el personaje de Martín Fierro, Hernández presentó un gaucho que representaba a todos los gauchos, describiendo su forma de vida, su manera de expresarse y su forma de pensar.
La literatura gauchesca como tal se inicia definidamente en el siglo XIX con autores como Hilario Ascasubi, Bartolomé Hidalgo, Estanislao del Campo y el descollante José Hernández. Estos autores para escribir sus obras literarias frecuentemente recurrieron a una métrica típicamente gaucha; la de los versos en octosílabos. Esa es la métrica del payador que resulta perfecta para transmitir las más profundas emociones improvisando, esa es entonces la métrica de él, Martín Fierro calificado como «La Biblia Gaucha» por el cordobés Leopoldo Lugones, mientras que el porteño con Madre orientala Jorge Luis Borges ha considerado que el Martín Fierro es el libro más perdurable de los argentinos. Por su parte el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch analiza a la típica obra literaria gauchesca como es el caso del Martín Fierro y nota que es una apelación numénica a la naturaleza y a la memoria para persistir dignamente en el tiempo, en la historia.

Proyección universal de la literatura hispanoamericana contemporánea

La renovación del modernismo a finales del siglo XIX implicó un logro colectivo de categoría universal alcanzado por las letras hispanoamericanas. Se removió toda la literatura hispánica.
Sobre todo por el flujo ambivalente de Rubén Darío (1867-1916), figura central del movimiento, fue quien mejor definió sus objetivos: liberar a la poesía de una forma tradicional que se había vuelto anquilosada y encaminarla a la búsqueda de la belleza, tallada en lo sensorial, la luz, el color.

Características del modernismo:

- Se trato se hallar lo puro, lo bello, lo nuevo, incluyendo desde el cosmopolitismo y el culto por lo exótico.
- Hubo una doble corriente de influencias: francesas y anglosajonas.
- Hubo el reclamo perentorio de un vacio que debía llenarse, el resultante de la filosofía positiva.
- Los modernistas atendieron a poetizar conflictos y temas que eran independientes, entre ellos la relación sexual, las manifestaciones carnales del amor, hasta entonces verdadero tabú en la literatura americana, igual que en la española.

Percusores modernistas.

El Modernismo cuenta con un elevado número de escritores en América. Algunos han tenido verdadera repercusión internacional y otros han quedado reducidos al ámbito nacional. Un aspecto común fueron los viajes que hicieron, bien por trabajo (muchos fueron diplomáticos), bien por ampliar sus conocimientos y conocer a otros escritores. Darío es, sin lugar a dudas, el más influyente, pero también hay otros que entablaron relaciones con escritores españoles.
Algunos autores que participaron de una estética semejante y publicaron en la primera mitad de la década de 1880, como José Martí, Julián del Casal, Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón, Enrique Gómez Carrillo, Manuel González Prada, Amado Nervo, José Asunción Silva, Guillermo Valencia, Enrique González Martínez y Salvador Rueda fueron considerados precursores del modernismo. La crítica actual los considera autores plenamente modernistas.

La superación del modernismo.

Este movimiento continúo siendo el dominante en la escena poética hasta los años 20. Se vio socavado por diferentes corrientes que encarnaron la reacción en contra de sus presupuestos, propugnando unas la vuelta hacia la tradición clásica o hacia una suerte de neoromanticismo o enalteciendo otras la olvidada sencillez de las cosas cotidianas.
Las máximas voces de este postmodernismo fueron mujeres: Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou.

La narrativa modernista.

Poetas cimeros del modernismo como Rubén Darío y Gutiérrez Nájera tuvieron un papel decisivo en la transformación de la prosa hispanoamericana.
Sus seguidores intentaron la creación de una prosa propiamente modernista, rayana en el virtuosismo estilístico y esteticismo, que tendía a sugerir o evocar atmosferas más que a narrar.
La contribución más esforzada correspondió al argentino, Enrique Larreta(1875-1961).

El criollismo

Es un movimiento que nació a finales del siglo XIX fuertemente influido por la relativamente reciente independencia de las naciones de América bajo el dominio español. Se caracterizó, como consecuencia, por obras épicas y fundacionales, de lucha contra los embates de la naturaleza o contra algún sistema jerárquico. Trataba de plasmar la realidad y establecer tesis sobre la sociedad.

La diversificación de la novela.

No siempre la narrativa criollista se ciñó al mero costumbrismo o a lo pintoresco. Escritores de la talla del colombiano Tomás Carrasquilla (1858-1940) supieron extraer de estos motivos las más ricas consecuencias, al combinarlos con el humorismo picante y la incorporación de leyendas y cuentos folclóricos: LA MARQUESA DE YOLOMBO(1926).
La novela se entreabrió a la sordidez y brutalidad del entorno, la explotación del campesino.
Todos estos surcos narrativos, en sus diferentes conclusiones, prepararon o flanquearon la gran cosecha de la novela regionalista.

El cuento.

Participo de las mismas características y bifurcaciones de la novela, presagiando su futuro esplendor en la segunda mitad del siglo XX.
Sobresalen escritores como: Javier de Viana, Baldomero Lillo; el criollismo tuvo su mayor representante en Chile, Manuel Latorre y Horacio Quiroga en Uruguay.

El indigenismo

Tuvo sus cultivadores en el boliviano Alcides Arguedas (1879-1946) (Wata-Wara), el ecuatoriano Jorge Icaza (1906-1978) y el peruano Ciro Alegría (1909- 1967). Se les dieron las dos novelas indígenas por excelencia.
Jorge Icaza, narra con una crudeza pocas veces igualada la situación inhumana de los huasipungeros; desfilan todos y cada uno de los estamentos sociales responsables de esas situaciones que reduce a los autóctonos a una condición verdaderamente inhumana.
Ciro Alegría, guarda semejanzas de tratamientos, pero a las crudas descripciones supone un gran lirismo y el aliento épico de un personaje colectivo.

La novela regionalista

Acostumbra llamarse regionalista un grupo de novelas coincidentes en metas mucho más ambiciosas que las del criollismo anterior.
Su calificación provino de su atención a las peculiaridades de cada zona ambiental, las nacionales y las locales, comprendidas las lingüísticas.

Las tres grandes novelas regionalistas.

- La vorágine, del colombiano José Eustacio Rivera (1889-1928)
- Doña Barbará, del venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969)
- Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Guiraldes (1886-1927)

1 comentario:

Unknown dijo...

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