viernes, 15 de junio de 2012

Posibles formas de agrupar la clase


Según las prácticas de organización del aula que podemos seguir hoy día y basándonos en obras de Zabala tales como “La práctica educativa, como enseñar” o “El constructivismo en el aula” donde intervienen también otros autores, las formas más usuales de agrupamiento del aula que podemos describir en la actualidad son las siguientes.
         Lo más habitual con lo que podemos encontrarnos es con el gran grupo. Es la forma más común. Todos los alumnos están juntos en el aula sin aparentes distinciones ni diferencias y el profesor se dirige a ellos en voz alta o a través de ayudas tales como la pizarra. No debe caerse en el error de considerar que es la única forma válida y la más eficaz, debe combinarse siempre con otros modelos, ya que no todos los alumnos requieren de la misma atención ni tienen las mismas capacidades. Así pues, es conveniente para exponer determinados temas y darlos a conocer de manera genérica a la clase, pero a su vez, debemos tener en cuenta otros modelos que permitan una mejor interrelación con el alumno, ya que el aprendizaje siempre avanza a distinta velocidad entre dos personas, los humanos somos así, no hay dos iguales.
         La forma de organización en equipos fijos consiste en distribuir a los alumnos en grupos de entre cinco a ocho alumnos, en estos grupos los alumnos desempeñarán unos cargos y tendrán unas responsabilidades. El número de componentes, los cargos y funciones, así como la duración del proyecto dependerán de las edades de los alumnos. De esta manera nos encontramos desde grupos reducidos con duración de un trimestre en Educación Infantil, a grupos de mas componentes, que pueden desarrollarse incluso durante un curso entero, por ejemplo, en primaria. También es importante que los grupos cuenten con cierta heterogeneidad entre los componentes. Los docentes han de estudiar bien cómo organizar y qué alumnos introducir en cada grupo y no hacerlo al azar o sin estudiar ciertas posibilidades, así como ir realizando substituciones en los componentes para evitar la permanencia en exceso. También es importante que el profesor trate de evitar que los grupos se cierren en exceso o que se formen liderazgos inconvenientes que puedan perjudicar la dinámica positiva.
         Si el grupo está correctamente formado, favorecerá la integración de todos los miembros, la tolerancia, el respeto y la aceptación de la diversidad, así como un incentivo de la capacidad de compromiso, la comprensión de conceptos y la velocidad de reacción ante improvistos.
         Los equipos móviles o flexibles requieren la implicación de dos o más alumnos para realizar una tarea concreta. El tiempo de duración dependerá del tipo de tarea a realizar. Se diferencia de los equipos fijos principalmente en que puede contener menos integrantes y que estos pueden seguir formando parte del grupo aunque la actividad concreta haya acabado. Este modelo permite al profesor prestar una mejor atención a los alumnos, ya que al ser grupos más reducidos, se facilita la tarea por parte del docente.
         Compenetrándose con todo lo dicho anteriormente, el trabajo individual se presenta también como una fase necesaria, en la que el alumno realiza actividades de memorización y refuerzo de lo ya aprendido y profundización de conceptos y contenidos procedimentales y actitudinales.
         Freinet nos habla de un medio de trabajo individual con mucha aceptación dentro de la comunidad educativa, llamado “Contratos de trabajo”. Se trata de que el profesor y el alumno realicen el llamado “contrato” consistente en la determinación de unas tareas y unas condiciones a cumplir por ambas partes. Tras un periodo determinado ambos vuelven a encontrarse, se comprueba el trabajo realizado y se pactan nuevas tareas. 

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