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jueves, 28 de enero de 2010

Formas de lectura en Internet



A diario, miles de sitios web surgen y desaparecen, y esa certeza basta para disparar las comparaciones. Todavía no sabemos a qué se parece Internet, a qué se parece su circulación. A diario surgen y desaparecen también los modelos y las metáforas. Las creamos con la ilusión de poder acercarnos a una dinámica que creemos infinita. Y aunque no siempre estemos haciendo el ejercicio de comparar modelos y realidades, pensar que Internet es como tal o cual cosa, es parte de nuestra forma de entrar y circular por ella. Todas esas metáforas (como una ciudad, como una biblioteca, como un laberinto, etc) forman parte de una posible historia de la imaginación, y dialogan con otras formas de pensar los medios de comunicación.
Lo más inquietante de los medios de comunicación es la forma en la que los usamos. Pongamos un ejemplo: hace unos meses leí una noticia sobre la lectura en Internet. La noticia decía que quienes leen los diarios on-line se distinguen de los lectores de diarios en versión papel en que 1) leen el 70% de la noticia (mientras los lectores de diarios en papel leen un 30%), y 2) se detienen en los textos antes que en las imágenes. Una noticia como esa es un hachazo para los argumentos más burdos entre los que sostienen que internet desalienta la lectura. Una noticia de ese tipo nos pone en estado de alerta, y nos obliga a ser más cuidadosos a la hora de aceptar teorías sobre el comportamiento de quienes navegan. La forma en que usamos los medios de comunicación es lo más inquietante, pero también lo menos visible. Como un registro de lo que Michel De Certeau, en su libro La invención de lo cotidiano (México:Universidad Iberoamericana, 1996), denominó procedimientos, tácticas de cazadores furtivos, la forma en que usamos nuestra conexión, mimetizada con cientos de otras actividades, no parece trascender su mera instrumentalidad. La revolución, en estos tiempos, es el medio, la velocidad, el fin del tiempo, la virtualidad, etc.; y las diferencias en los caminos que decidimos tomar para llegar a una u otra página son menos importantes que nuestro arribo: ¿va a comprar o no?, ¿paga con tarjeta o depósito bancario?
Sin embargo, un sinnúmero de investigadores serios (y no tan serios) a diario se aventuran en lo más recóndito de la red para saber cómo se usa, cómo se elige, qué caminos tomamos. (Las noticias apenas lo reflejan, pero me acuerdo de una que contaba sobre unos cuantos terabytes de correo electrónico que investigadores del MIT "descolgaron" del tráfico, para analizarlos.) La historia de la imaginación, por supuesto, no tiene fronteras electrónicas; y debe construirse reconstruyendo las maneras y las armas de esos cazadores que imaginó De Certeau: debe trascender la mirada funcionalista y las estrategias mercantiles. Puede comenzar, casi de casualidad, con una anécdota, y con nuestra propia manera de usar la red. Escribo aquí las dos cosas, como un intento de continuar un diálogo que ya forma parte de nuestros encuentros virtuales y no virtuales. (Nadie empieza una conversación hablando sobre los usos de internet, pero todos alguna vez preguntamos cómo se hace tal o cual cosa, o cómo llegamos a dar con esta u otra información.)
La anécdota que voy a contar quiere dejar en claro que Internet no es cosa exclusiva de los usuarios. No hace falta leer para saber leer: hasta hace muy poco tiempo existieron las "lecturas comentadas" en donde una persona leía y otras escuchaban, y a algunos afortunados todavía les leen cuentos para poder dormir. Tampoco hace falta tener conexión para enterarse de algunas cosas de la red: los noticieros y las estaciones de radio, por ejemplo, rastrillan religiosamente las noticias en internet y las relatan. Una de esas personas que andan por los domicilios instalando conexiones me contó que un día alguien pagó un año de servicios y él tuvo que ir a la casa a "instalarle internet". Cuando llegó preguntó dónde estaba la computadora, y el nuevo cliente le repreguntó asombrado: ¿Cómo?, ¿Hay que tener computadora?: Lo que parece ignorancia, a veces, es pura información. "Noticias en Internet", "Último boletín, obtenido de Internet". Expresado así, el acceso a la red bien puede ser un aparato que cuente lo que hay por ahí, todo el día, todo el santo día. (De hecho, es uno de los sueños más cyborg de la empresa moderna.)