FRAGMENTOS DE LA OBRA DRAMÁTICA

EL ALIENTO Y EL BARRO

Miguel Cobaleda

 


Ediciones Libertarias, 1993

ISBN: 84-7683-229-X

Depósito Legal: S-100-1986 de 10-2-1986

Registro de la Propiedad Intelectual: nº 208.696 de 7-2-1997

Registro en la SGAE: nº 2619276 de 15-5-1994

 


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EN EL SÉPTIMO DÍA EL HOMBRE Y EL DESCANSO DANZAN

 

RITO 2º

La Paz del descanso y el Hombre

 

[Son todas ellas, las hijas de la Paz, túnicas vacías, plumones sin caña, sonidos sin aire, granos sin espiga.

Como si el hombre fuese un maniquí, van abrazándole; le revisten, le invisten de sí, mientras la bóveda contempla la prueba. No hay vestimenta con la que el hombre no se parezca a sí mismo; cada vez que le desnudan hay un femenino revuelo de pudores y risas; miles de manos nerviosas y pálidas se pierden en torno a su sexo.

Cada vez que le desnudan el hombre aparece más pálido.

Cada vez que le visten resuena un alegre murmullo, como si el disfraz resultase gracioso.]

 

HOMBRE.- No me vistáis de oro, vestidme de pasado. Mi única riqueza está ya escrita.

HIJAS DE LA PAZ.- No podrás ser el rey si no llevas el manto de tu realeza.

HOMBRE.- No me vistáis de púrpura, que mi color es cárdeno.

HIJAS DE LA PAZ.- No serás obedecido si tus siervos no distinguen el color de tu soberanía.

HOMBRE.- No me vistáis de acero, que mi pecho necesita la libertad.

HIJAS DE LA PAZ.- Te acertarán las lanzas si no te proteges.

HOMBRE.- No me vistáis de piedra, que el camino es largo y no debo desfallecer.

HIJAS DE LA PAZ.- Ninguna puerta se te abrirá si llegas con las manos vacías.

HOMBRE.- No me vistáis de caña, no me deshaga el viento.

HIJAS DE LA PAZ.- Si no eres hábil, te derribarán los seísmos.

HOMBRE.- No me vistáis de esparto, que el frío de la noche hará nieve en mis venas.

HIJAS DE LA PAZ.- No te venerarán los míseros si no te asemejas a ellos.

HOMBRE.- No me vistáis de barro, que lastraréis mi peso.

HIJAS DE LA PAZ.- Si no te vistes de barro, no vencerás la muerte.

 

 

RITO 4º

La Plenitud del descanso y el Hombre

 

[El vientre del hombre es un volcán de fuego; su estómago digiere los pedazos de tierra. Sus excrementos culebrean en torno a sus miembros; como todo viviente, se deja adorar por las heces, piedra al fin.]

 

CANTO DE LAS HECES DEL HOMBRE

 

“Somos antes nosotras,

sobre nostras creces,

en nosotras duras,

de nosotras te nutres,

entre nosotras mueres.

Somos tu inmortalidad,

tus únicos recuerdos,

lasa huellas de tu paso,

los ecos de tu voz,

las miradas de tus ojos,

las melodías de tu tímpano,

el aroma de tu olfato,

tus amigos más fieles,

la sangre de tus hijos,

la carne de tus obras,

las venas de tu amistad,

el corazón de tus sentimientos,

el espejo de tu orgullo,

la savia de tu poder,

la entraña de tu gloria,

el valor de tu riqueza,

el nervio de tu valor,

la inspiración de tus inspiraciones,

el tronco de tus bienes,

el porvenir de tus dotes,

el germen de tus pensamientos,

el núcleo de tu satisfacción,

el centro de tus alegrías,

la sintaxis de tus palabras,

el motivo de tus caridades,

el porqué de tus preguntas,

el ‘así’ de tus respuestas,

la angustia de tus vigilias,

la desazón de tus reposos,

el clarear de tus días,

la sombra de tus noches,

la verdad de tus adoraciones,

el motor de tus empresas,

la satisfacción de tus premios,

las alegrías de tus éxitos,

el tinte de tu piel,

la palidez de tus canas,

la cuna en la que naces,

el lecho en el que duermes,

la sed de tus destierros,

el cansancio de tus viajes,

la paz de tus meditaciones,

la utilidad de tus instrumentos,

los dedos de tus manos,

tu seguro destino.”

 

 

FÁBULA OSCURA DE LOS CAPITANES DERROTADOS,

DE LOS HÉROES DURMIENTES,

DE LAS GLORIAS PERDIDAS

Y DE TODOS LOS, EN GENERAL, DEFINITIVAMENTE MUERTOS

 

Muertos por la justicia

[Se masturban continuamente y ríen como beodos. Tienen tapado el ojo del alma. Visten del color que se les antoja y sólo se reconcilian con el silencio. Quisieran volver a morir en la muerte.]

 

“Es un trabajo perdido

corretear de platillo en platillo

inclinando la balanza.

Nunca se te agradece

ni, a fin de cuentas,

molestas tampoco a los dioses.”

 

 

Muertos por la fidelidad

[Son los viudos de todas las pasiones y de todas las amistades. Llevan un lazo violeta alrededor del ombligo en señal de luto. No pueden comprende cómo son tan ingenuos y lo van preguntando de muerto en muerto.]

 

“Es la fidelidad, amigos,

tan rara gema, egregia,

tan sutil y delicada maravilla,

tan fascinante don,

tan...

¿cómo es, por cierto,

amigos,

la fidelidad por la que hemos muerto?”

 

 

Muertos por bala perdida

[Son los muertos que dan más pena. Mejillas sonrosadas y ojos de niño, siempre andan llorando por novias viudas y destinos tronchados. En alguna parte de su cuerpo tienen una bala de plata con su nombre y su fecha.]

 

“Cuando llegaba el zumbido

alguien pudo, tal vez,

posiblemente,

¿dónde estaba entonces,

que no nos hizo agachar

viendo,

complacido,

como sí que caíamos?”

 

 

Muertos por la igualdad

[Corretean abiertos en canal con las tripas al aire. En sus testas despellejadas relucen los ojos saltones. Rumian yerbas medicinales y segregan benedictine con sabor a ajo. Ríen rítmicamente, si rieran.]

 

“Como todos los muertos,

bien hondamente muertos.

Como todos

(a pesar del llanto

y del crujir de dientes)

los vivos que esperamos.

Y el más lontanero y último

está cerca.”

 

 

Muertos por la vida

[Son pálidos semblantes de nieve en la mirada. Cataratas de risas pueblan sus gargantas, pero están como globos secos de papel. Campanas sin badajo, jardín sin color, les ronda por la noche la reja del recuerdo un silencio cursi de violines.]

 

“Bogábamos felices

en nuestra nave sin rumbo,

dábamos vueltas en el océano,

dejábamos la mano entre las aguas,

callaba el timonel, y no sabíamos

que el puerto está dentro

y se apaga de un soplo.”

 

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