viernes, 7 de noviembre de 2008

Don Eusebio Ruvalcaba


Aquí se presenta un texto del maestro Eusebio Ruvalcaba. Es una de sus intervenciones en la ya mítica revista de La Mosca en la Pared, y una pequeña muestra de las capacidades narrativas de este gran escritor. En posts futuros hablaré más ampliamente de la obra del insigne literato, que de cierta manera ha influenciado la forma en que veo la literatura, y sobre todo la vida. Ésta fue su intervención el el número 29, año 1999, en la hoy frustrada revista, cuando su columna todavía se llamaba "¿O no?"


Calzones de mujer

Hace poco -¿minutos, semanas, meses?, cómo saberlo el puto tiempo siempre ha sido algo tan inexplicable- veía yo en la televisión las declaraciones de un joven roquero de un grupo chileno radicado en México, a quien una de sus fans le arrojó los calzones, él los olió, le dio asco que fueran usados y los echó a la basura. Guácala, habrá dicho.

Cómo me saca de onda esta actitud fresa. No sé de qué está hecho ese joven músico, si por sus venas circule sangre o atole; o no sé si sea él o el momento que estamos viviendo de absoluta abstención. Que curioso, en ninguna época se había cultivado tanto el cuerpo como ahora, y hoy es de mal gusto admirar a un mujer en sus partes más íntimas. Porque no creo que este joven ande muy alejado de lo que hace una gran mayoría de jóvenes de su edad. Todavía hace algunos años, los jóvenes acostumbraban coleccionar pantaletas y brasieres como trofeos de una noche apocalíptica –hoy a eso se le llama fetichismo-; apenas ayer estos mismos jóvenes solían espirar a las mujeres cuado de subían o bajaban de un auto, o bien cuando se sentaban o subían la escalera –hoy eso se llama voyeurismo-, y hace apenas dos o tres meses, tales jóvenes les arrancaban la ropa a las mujeres cuando el deseo les desborda –hoy eso lo califican como violación.

Tampoco sé exactamente en qué medida esto aleja o acerca a un hombre a la esencia de la vida, pero yo me atrevería a decir que el hombre necesita estar cerca del riesgo, de imprimirle pasión a las cosas. Algo, en sus cavernas más profundas, conserva el varón de agreste e incivilizado, y yo creo que vale la pena luchar por eso. Hacerse un poco afuera de la bacinica. A eso se le llama pasión, y la pasión es jugársela un poco. No tanto, pero tampoco tan poco. Bueno, esos cuerpos asexuados que no ve caminando por la calle o deteniéndose delante de las vitrinas en un Perisur o una Plaza Cuicuilco, consideran una aventura comerse unos tacos de suadero o un refresco que no sea light. Todo es ascéptico, como si temiéramos contaminarnos hasta de ver. En serio, es de dar risa cómo la mujer a dejado de atraer a los hombres jóvenes. No se vuelven a mirarla. Pasa casi semidesnuda delante de un grupito y ninguno se le queda viendo con aquella mirada de cachondería que distinguía a los ojos viriles de hace unos cuantos años.

Seguramente tienen razón. La educación sexual ha terminado por desprender de todo misterio no sólo a la mujer sino al sexo mismo –qué hueva espiar a tu hermana mientras se desnuda. Ya no son temas que inciten a nadie a meterse al baño a masturbarse, a asomarse por debajo de la mesa y ver lo que hay que ver. Hoy día, la mujer de senos grandes se avergüenza de sus tetas, y, si no está bronceada, si no toma su dosis diaria de bicicleta o su carrerita por las mañanas, entonces, piensa, no tiene nada que enseñar, es como un cero a la izquierda. Que nada más por sus tetas, por sus piernas, por su olor, una mujer traiga a un hombre por la calle de la amargura, ha pasado definitivamente a la historia. Un hombre que le telefonee borracho a la mujer que le gusta, que la asedie, que le envíe flores o le escriba poemas -aunque sea los fusile de Sabines- es considerado un indeseable. Un patán sin educación. Siempre será mejor aceptado un tipo previsible, de brillante futuro, de celular o bíper para que su mamá o su mujer lo localice de inmediato. ¿O no?

2 comentarios:

Denisse Berman dijo...

¡Hey! Gracias por pasar a dejar tu comentario y por darte el tiempo de leer. Me gusta tu blog y espero que sigamos en esta retroalmentación blogera.

Saludos,

Denisse.

Denisse Berman dijo...

Perdón... ¿Bloguera?