Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política

 

Historia

 

Sobre la Ciencia Política en México

La Ciencia Política, como disciplina académica en México, tiene su origen en 1951 con la creación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (ENCPS) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuando se inauguró la Escuela ofreció, además de la Licenciatura en Ciencia Política, las carreras de Sociología, Diplomacia y Periodismo (hoy, Relaciones Internacionales y Ciencias de la Comunicación) aunque las dos primeras fueron las columnas vertebrales de la misma.  
En esos años, la puesta en marcha de una política económica de sustitución de importaciones permitió, entre otras cosas, ampliar y diversificar las tareas gubernamentales. En este contexto y con el propósito de formar investigadores y profesionales que pudieran abordar y encontrar respuestas para las múltiples problemáticas sociales y políticas que el desarrollo del país generaba, el programa académico en Ciencia Política se modificó para dar lugar, en 1958, a la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, título que mantiene hasta la fecha.

Vale la pena enfatizar que con la fundación de la Escuela, se creó la Revista de Ciencias Políticas y Sociales con el fin de difundir las investigaciones que realizaban algunos académicos mexicanos y también de propagar algunas contribuciones de autores extranjeros. Su primer número apareció en 1955 y así, la naciente Escuela y su órgano de difusión sentaron las principales condiciones para impulsar la institucionalización de la Ciencia Política en México.  

Durante más de una década, fue la UNAM la única Institución de Educación Superior que formó profesionales en esta disciplina. Posteriormente, en 1964, la Universidad Iberoamericana (UIA) fue la primera Institución de Educación Superior de carácter privado que abrió la carrera en sus instalaciones recién inauguradas al sur de la ciudad de México. En ese mismo año, la Licenciatura en Ciencias Políticas comenzó a impartirse también en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) en Mexicali, capital del estado, al norte del país.

Por varios años, las actividades académicas en las Instituciones de Educación Superior se concentraron, fundamentalmente, en las actividades docentes cuya responsabilidad descansaba en profesionales que dedicaban sólo unas horas para impartir alguna asignatura en la universidad. Sin embargo, ante la necesidad de formar recursos altamente calificados, la UNAM creó en 1968 la División de Estudios de Posgrado para ofrecer el primer Programa de Maestría y de Doctorado en Ciencia Política. Así, y con el objetivo de formar a las futuras generaciones de politólogos mexicanos, en 1971 se creó el Centro de Estudios Políticos (CEP) con la contratación de los primeros profesores de tiempo completo quienes con estudios en el extranjero, comenzaron a investigar los fenómenos y problemas políticos. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en su propio órgano de difusión: la Revista Estudios Políticos. No cabe duda que estas dos acciones, la creación de un programa de posgrado en Ciencia Política y la fundación del CEP, fueron definitivas para la consolidación de la identidad disciplinaria y sentaron las bases para la expansión que la enseñanza y la investigación de la Ciencia Política experimentaron durante la siguiente  década. 
Muestra de ello es la expansión que experimentaron, tanto de la oferta educativa como de la matrícula de la Licenciatura en Ciencia Política, durante los años setentas. El número de programas  a nivel nacional, pasó de tres a diecisiete y la matrícula se incrementó de 613 a 2,752 estudiantes. Además, el proceso de descentralización impulsado por el gobierno mexicano promovió la creación de universidades en los diversos estados de la República Mexicana. Su referente obligado era la UNAM, con un perfil de egreso que ponía el acento en la formación técnica y administrativa de los estudiantes, a fin de que se incorporaran a las labores administrativas de las dependencias gubernamentales y las cada vez más numerosas empresas paraestatales. No fue sino hasta 1976, cuando la recién creada Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en su unidad Iztapalapa, en el Distrito Federal, abrió un programa de Licenciatura de Ciencia Política, cuyo perfil estaba orientado a la investigación académica.

Otro hecho relevante que contribuyó a la institucionalización de la ciencia en general, y de la Ciencia Política, en particular, fue la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en diciembre de 1970. Este organismo tuvo como propósito impulsar la formación de recursos científicos a través de las becas que ofrecía para realizar estudios de posgrado en el extranjero. Este hecho favoreció, a su vez, la posibilidad de crear una cantidad significativa de programas de posgrado, que se nutrió de los egresados que se habían formado en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, principalmente. Asimismo, contribuyó a impulsar la consolidación de la Ciencia Política como área de conocimiento.
La crisis económica que definió al país durante los ochentas tuvo un impacto particularmente negativo en  el sistema de educación superior, en general. La difícil situación económica y la restricción presupuestaria de las universidades frenaron el ritmo de crecimiento de la matrícula total de las universidades, situación que se prolongó hasta los primeros años de la década de los noventa. Esta situación también dañó los salarios de los académicos que trabajaban en las universidades. Con el propósito de impulsar la investigación en todos los campos de conocimiento, institucionalizar la profesión académica y otorgar un reconocimiento a quienes se dedicaran a esta tarea, se creó dentro de la Secretaría de Educación Pública a través de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación científica, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en 1984. Este programa, ahora coordinado por CONACYT, ha favorecido la investigación de diversas líneas temáticas fundamentales para la Ciencia Política.
Pese a la crisis económica prevaleciente en los ochentas, el número de programas académicos y la matrícula de las Licenciaturas de Ciencia Política experimentaron un crecimiento notorio en el ámbito nacional. La oferta educativa, durante estos años, se duplicó al pasar de 17 a 36 programas académicos, mientras que la matrícula prácticamente se triplicó, al aumentar de 2,752 a 7,565 estudiantes. Esta tendencia hacia la expansión de la disciplina ha continuado hasta la fecha. En este último periodo se abrieron 36 nuevos programas y la matrícula aumentó a 11,588 estudiantes, esto es, 53.2% más que al iniciarse el periodo.  
 
Así, es posible afirmar que hacia los albores del siglo XXI el campo de conocimiento de la Ciencia Política en México alcanzó un importante grado de consolidación. La razón que posiblemente pueda explicar el crecimiento de los espacios académicos y de la matrícula de Ciencia Política en las universidades mexicanas en los últimos veinte años se encuentra en los procesos de transformación del sistema político mexicano a partir de la década de los ochenta. Hoy tenemos un México más plural y diversificado en términos políticos, sociales y culturales. Con toda probabilidad, este panorama ha despertado el interés y las expectativas de los jóvenes por conocer la realidad política y buscar soluciones a sus problemáticas, al tiempo que perciben en el estudio de esta disciplina una opción atractiva para insertarse en el mercado de trabajo y desarrollarse profesionalmente.

La creación del Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política, A. C. (COMICIP)

A más de sesenta años de la creación de la Ciencia Política en México, resulta indispensable la construcción de un espacio que convoque a la comunidad académica en esta disciplina. Si bien con anterioridad existieron otros esfuerzos para promoverlo, pensamos que el propio proceso de desarrollo e institucionalización de este campo de conocimiento era poco fértil para lograrlo. Hoy, la Ciencia Política en México tiene un espacio autónomo y plural para impulsar el estudio de los fenómenos y problemas políticos.
En este contexto y recuperando el esfuerzo emprendido por el Dr. Enrique González Pedrero cuando creó la Asociación Mexicana de Ciencia Política en la década de los ochentas,  varios  profesores e investigadores nos dimos a la tarea de planear la fundación del Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política, A. C. (COMICIP).  Los objetivos que motivan a este organismo son:

    • Promover, realizar y difundir la investigación de los temas y problemas de la Ciencia Política y proponer posibles soluciones.
    • Promover la profesionalización de la disciplina.
    • Organizar congresos y reuniones académicas en el ámbito nacional.
    • Representar en los foros internacionales a la Ciencia Política mexicana.
    • Fundar, organizar y dirigir una revista mexicana propia de la Ciencia Política.
    • Impulsar la vinculación de los estudiosos de la Ciencia Política mexicana con la Ciencia Política internacional.

En este esfuerzo se buscó articular a diversas instituciones y a distintos académicos, formados en varias generaciones. En sus orígenes, COMICIP se fundó con profesores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Iberoamericana (UIA), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Los miembros fundadores de este organismo, que en el mes de mayo del 2012 constituyeron el Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política, A. C. (COMICIP) provienen de tres de las Instituciones de Educación Superior pioneras en la promoción de la Ciencia Política mexicana. Posteriormente, y a través de una primera convocatoria, se invitó a distintos investigadores que por su reconocida trayectoria académica y contribución al desarrollo de la Ciencia Política, son fundamentales para el logro de sus objetivos.

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