Monday, November 7, 2011

SABIDURIA, CAMINO DE BENDICION

La maldición del SEÑOR está sobre la casa del impío, pero El bendice la morada del justo.
Proverbios 3:33 (LBLA)

A muchos se nos ha enseñado en concepto que todo lo malo viene del enemigo y solamente lo bueno viene de Dios. La verdad es muy diferente, porque aun lo malo puede venir de Dios y lo bueno, si tiene algún propósito, puede venir del enemigo.  La diferencia está en el propósito y la raíz (o razón) de lo que nos está ocurriendo. No podemos ignorar el que somos, directa o indirectamente, responsables de lo que nos pasa u ocurre, vivimos diariamente el resultado de todo lo que hacemos, decimos o sembramos en nuestra vida y en los demás.

Es doloroso pensarlo y decirlo, pero la justicia de Dios no puede ser pasada por alto, aún Dios no la puede ignorar. Su justicia fue la que lo llevo a demandar un pago, el derramamiento de sangre inocente, por el pecado de todos nosotros. Él mismo se volvió Juez y sacrificio por el pecado, con la vida de Cristo fue satisfecha la demanda del pecado. Todo pecado, y toda maldad, traen consigo la demanda de un castigo, lo único que satisfará la justicia de Dios es el perdón impartida por la sangre de Jesucristo.

La definición de una persona impía o inicua es: aquella que hace lo malo a sabiendas o con conocimiento. Aún cuando hemos creído en Cristo Jesús como salvador, debemos de estar consientes que somos más responsables de nuestras acciones, porque ahora estamos en la luz y tenemos entendimiento de la verdad y de toda la Obra redentora de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Como responsables, tenemos que dar cuenta de lo que hablamos, hacemos y nos abstenemos de hacer. Esto nos lleva a llevar sobre nosotros la pena y el resultado de nuestra iniquidad.

Desde el comienzo de la historia, hemos tenido la inmensa responsabilidad de decidir entre el bien y el mal, y por ese poder debemos de atenernos a las consecuencias. Dios nunca ha podido pasar por inocente al culpable, sin algún pago por la pena del pecado. Hoy más que nunca, tenemos a nuestra amplia disposición el perdón de nuestros pecados, huyendo así de la carga de “maldición” que pudiera venir sobre nosotros. Lamentablemente, mucho creyente, aunque ha creído no ha sabido actuar diariamente con los increíbles recursos que tenemos en Dios, que son: el arrepentimiento, la confesión y el perdón de nuestros pecados. Ya es tiempo que aprendamos a usarlos diariamente.

Tuesday, November 1, 2011

SABIDURIA, LLEGANDO A LA AMISTAD CON DIOS

Porque el hombre perverso es abominación para el SEÑOR; pero El es amigo íntimo de los rectos.
Proverbios 3:32 (LBLA)

Muchos en la humanidad tienen un concepto erróneo de Dios, lo ven distante y frio. Con el deseo de justificar su propio pecado, han vilificado a Dios, enfocado en la Palabra esos momentos en los cuales Él pagó con justicia la maldad de la humanidad. Lo han pintado como un Dios que se deleita en ver a los hombres sufrir, rápido en matar y herir a muchos. Lamentablemente, no han conocido de que sobre todas las cosas, Dios es Justo y que ensalza y glorifica la justicia en nosotros.

Su voluntad en la creación fue de tener una relación cercana e intima con nosotros, por esa razón se paseaba diariamente con Adán y Eva, caminó y se llevo a Enoc, llegó a ser el amigo de Moisés y Abraham. La Biblia nos dice que más que “conocer a Dios”, nuestra meta debe de ser “el ser conocidos por Él”. Él siempre ha deseado llegar a tener una amistad con nosotros, más el peor enemigo llega a ser nuestro propio pecado; el cual nos distancia y separa de Dios.

Siempre hemos sabido que una verdadera amistad es edificada sobre el respeto mutuo, la confianza y, sobre todo, la sabiduría y prudencia. Un amigo siempre es confiable y prudente en todo lo que hace, no traiciona y no busca ventaja de los demás; sabe cuando hablar y cuando callar, pero sobre todo cuando debe de guardar los secretos más íntimos que le dicho su amigo.

La verdadera revelación que encontramos en el Nuevo Testamento fue la que intimidad que podemos llegar a tener con Dios. Dios desea ya no llamarnos siervos o esclavos, sino amigos. Como amigos, debemos de cambiar las cosas que son necesarias en nuestra forma de hablar o actuar, porque ahora representamos una amistad con Dios; desde ahora en adelante cuando la gente nos mira, nos asociará con Dios. Ahora, más que nunca, debemos de llenarnos con sabiduría, para que sepamos cómo comportarnos en público, no solamente en privado, con lo que somos y hacemos afectamos positiva o negativamente lo que la gente cree de Dios.