¿La regresión a las cavernas autoritarias?

Jaime Hernández Gómez

 

 

El pasado miércoles 19 de junio el Instituto Federal Electoral, con cinco votos a favor y cuatro en contra, ordenó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y al Partido del Trabajo (PT) dejar de utilizar la frase o cintillo en sus spots de radio y televisión en donde aludían a Andrés Manuel López Obrador como: “Presidente Legítimo de México”. Al PRD sancionó con 430 mil pesos y al PT con 301 mil pesos.

 

La resolución del IFE ocasionó una serie de reacciones, principalmente de las televisoras, así como de algunos periodistas, quienes calificaron la medida como un atentado a la libertad de expresión.

 

Raymundo Riva Palacio, columnista de El Universal  la consideró como antidemocrática pues con ello “perfila los malos tiempos en lo que está entrando la democracia mexicana y su nueva fase de regresión a las cavernas autoritarias.” Por su parte, Leo Zukerman, columnista de Excelsior mencionó que la decisión fue producto de las reformas electorales, a las cuales las adjetivó como Frankenstein, “un monstruo anormal con intelecto idiota.”

 

La causa de la multa fue la denuncia por parte del Partido Acción Nacional (PAN) en contra del PRD y el PT por considerar que sus spots violan la disposición constitucional y el Código Electoral donde se menciona que todo partido deberá abstenerse en su propaganda de expresiones que denigren a las instituciones o que calumnien a las personas.

 

Al respecto, hay que señalar que el error del legislativo en la reforma electoral fue no especificar lo que se entiende por mensajes que difaman y/o denigran, lo cual orilla a la interpretación subjetiva de las autoridades electorales para determinar lo que viola o no las disposiciones legales.

 

Sin embargo, habría que retomar el sentido original de la adición de esta prohibición, para no caer en la falacia de que tal acción coarta la libertad de expresión. Debemos recordar la campaña electoral de 2006, donde los candidatos se difamaron con mensajes como: “un peligro para México” o “eres un mentiroso”, en vez de confrontar propuestas.

 

Es cierto que con el auge del marketing y la gran importancia de la radio y la televisión los mensajes con mayores impactos son dirigidos a la emoción más que a la razón, sin embargo, es importante cuestionarnos si en realidad es lo que nos conviene a la ciudadanía.

 

En primer lugar porque la propaganda que utilizan los partidos se transmite en tiempos del Estado, es decir en aquellos que la radio y la televisión por obligación deben otorgar debido a que utilizan un bien de dominio público (el espectro radioeléctrico), es decir de todos los ciudadanos. Seguramente la sociedad no desea que dicho tiempo sea utilizado por los partidos para confrontarse entre ellos con mentiras.

 

En segundo lugar también es importante decidir el rumbo que se debe seguir respecto a la comunicación política partidaria. El modelo norteamericano donde todo es permitido y que predominan los slogans sobre los argumentos, los jingles sobre las propuestas, la emoción sobre la razón, o es mejor el esquema europeo donde se privilegia los debates con argumentos, información verídica dirigida a la razón.

 

Con las reforma electoral no está prohibido criticar, tampoco lo está que un comunicador no pueda calificar a algún personaje político, lo que sí no está permitido es que los partidos utilicen sus promocionales para propagar sus ideas con base en mentiras, calumnias o desinformación.

 

Lo anterior no significa que el IFE tuvo razón absoluta en su resolución, aún queda la duda si con declarar a López Obrador como Presidente Legítimo se denigra a la institución presidencial; sin embargo, tampoco se puede compartir esa noción acerca de la regresión a las cavernas autoritarias

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