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May 29, 2007

El voto condicionado y el voto incondicional

Filed under: divulgación,pensamiento,política — Ernesto Sánchez de Cos Escuin @ 9:49 am

Según parece, en nuestro país, el resultado de unas elecciones generales viene determinado por los llamados indecisos: unos pocos millones de votantes que, en base a acontecimientos relevantes, se movilizan y decantan su voto por uno de los dos principales partidos.

 El resto, la gran mayoría, tiene decidido su voto  de antemano, hagan lo que hagan los inquilinos de la Moncloa. Se trata de un voto incondicional y, en cierto modo, estos votantes le están entregando un cheque en blanco a sus respectivos partidos.

Aquel partido que tenga más votantes incondicionales puede gobernar con mayor impunidad, con menor temor de ser castigado electoralmente por sus posibles desmanes. Basta con que unos meses antes de las elecciones realice unos cuantos gestos para conseguir el voto de los indecisos.

Sin embargo, el partido con menos votantes incondicionales debe gobernar desde el principio con mayor tacto, con mayor delicadeza, con mayor afán de consenso, puesto que cuando se acerquen las elecciones habrá de convencer a un número mayor de indecisos para seguir gobernando. Algo así sucedió con Aznar tras su primera legislatura en la que, por no haber conseguido mayoría absoluta, hubo de gobernar desde el consenso, y consiguió captar a la mayor parte del voto indeciso consiguiendo una amplia mayoría absoluta en la 2ª legislatura. Gallardón, por su parte, en la Comunidad de Madrid y en la alcaldía, consigue mayorías absolutas merced a su talante para el consenso.

Podríamos afirmar que el partido con mayor voto incondicional puede afrontar medidas más drásticas con menor riesgo de perder el poder, mientras que el otro partido debe ser necesariamente más mesurado si desea permanecer en el poder.

Las sociedades democráticas más maduras deben tener un voto flotante, o condicionado, mayor que las que son más inmaduras, en las que el voto sigue anclado en términos maniqueos: aquí están los buenos y allí están los malos.

Los votantes condicionales deben saber la forma en que podrá ser utilizado su voto según voten a uno u otro partido. Si desean reformas drásticas, valientes, rupturistas, deben apostar por el partido con una mayor base de votos incondicionales. Si, por el contrario, prefieren un clima de tranquilidad, alejado de tensiones rupturistas, siempre en el filo de la navaja, deben apostar por el partido con una base menor de voto incondicional.

Obviamente, siempre habrá excepciones, pero en general lo natural será que ocurra en la forma expuesta.

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