EMPLEOS VERDES

Una conducta éticamente correcta en los negocios tiene que ver con los medios elegidos para conseguir el bien de la empresa, con el objetivo de que los miembros de la organización, empleadores y trabajadores, y de la sociedad alcancen su plenitud. Ser bueno con los trabajadores, en el medio ambiente y con la comunidad en la que se vive, hace que la empresa sea más responsable ante los ojos de la opinión pública.

El mundo actual presenta numerosos retos para las empresas, nuestra sociedad ha mejorado en técnicas de gestión, ha mejorado el entramado legal e institucional en las que se desenvuelve la actividad económica y desarrollado las capacidades de conocimiento de directivos y empleados. Aún así, con mejor tecnología, mercados abiertos, profesionales más competentes y entornos más favorables, los problemas continúan surgiendo.

Las claves de estos problemas parecen estar no en los aspectos técnico – económicos y políticos, si no en la calidad moral de las personas y su capacidad para hacer de las organizaciones que dirigen o en las que trabajan lugares donde la ética esté presente, orientando toda su labor.

La ética es totalmente necesaria, no para ser una buena persona, si no para ser un buen profesional; si no se es ético, no se puede ser un buen directivo.

Ser ético no consiste, en procurar no obtener beneficios o en pagar altos salarios, tampoco en aplicar reglas del tipo “esto no se puede hacer” y “aquello no se puede”. Sin dudas hay normas en la ética. Ser ético no consiste en cumplir la ley. Cumplir la ley es, un deber ético.

La ética se refiere entonces a las relaciones humanas. Estas se pueden dividir en tres tipos: personal, interpersonal, y social, cada uno presenta sus propios principios.

El ejercicio profesional en términos generales significa establecer relacionamiento de tipo interpersonal y sus principios básicos son: Beneficencia, Autonomía y Equidad. Mientras que las normas éticas se refieren a la confidencialidad, veracidad y fidelidad.

Los principios son las señales que indican por donde conducirnos en el actuar concreto, se pueden definir como imperativos formales que expresan como se defiende el valor supremo.

Bene-ficiencia, éste principio nos indica entonces el imperativo de hacer el bien a todos.

Según Kant, la autonomía, es la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que él mismo acepta como tal sin coerción externa. Por el hecho de autogobernarse el hombre es siempre un fin.

En nuestro actuar profesional el respetar las decisiones del otro significa obtener consentimiento antes de actuar.

Equidad, se refiere al principio general de justicia aplicado a las relaciones interpersonales. A su vez de este se desprenden dos principios:

  1.  Igualdad de libertades básicas individuales en un esquema compatible con el esquema compatible de libertades para todos.
  2. Las desigualdades sociales e económicas deben: estar asociadas a cargos y posiciones abiertos a todos en igualdad de oportunidades.

Los principios éticos no prevalecen unos sobre otros, si no que es a través del equilibrio de los tres que se resuelven los problemas éticos a los cuales debemos incorporarles las normas éticas y los sujetos deben incorporarlos a su práctica.

Las normas, son reglas que se deben seguir o las que se deban ajustar las conductas, tareas, actividades, etc., según el Diccionario de la Real Academia Española.

Las normas éticas fundamentales son: confidencialidad, veracidad y fidelidad.

La confidencialidad o secreto profesional se remonta al año V a C.. las primeras menciones formales referentes al secreto profesional se formulan dentro del ejercicio de la medicina por Percival en 1803, posteriormente otros códigos de la medicina cuentan con normas explícitas referidas a la confidencialidad, sin presentar mayores modificaciones en su mención.

En la actualidad todas las profesiones constituyen de diferente manera y en forma continua el derecho de las personas a la confidencialidad de aquellas informaciones obtenidas a lo largo de la relación con un profesional.

Veracidad, se refiere a estar en concordancia con los principios de autonomía y de beneficencia, es así que es discutible señalar de inmortal en aquellos casos que el engaño es imprescindible para lograr el bien de una persona.

Por último, fidelidad, se puede entender al mismo tiempo como una virtud y una norma, desde esta acepción responde a la definición como la obligación que se asume al haber aceptado un acuerdo. 

En el contexto actual se requiere que los profesionales de las empresas y organizaciones practiquen la responsabilidad social y sean éticos para afrontar la crisis de legitimidad que vivimos. 

Información adaptada de la Universidad Católica de Uruguay http://www.ucu.edu.uy/

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