En una nueva encíclica, el papa Francisco proclamó el martes 26 de noviembre la misión de su pontificado, la cual avizora una reforma en la Iglesia y en el papado mismo para crear una institución más misionera y misericordiosa que se involucre activamente en la ayuda a los pobres y los oprimidos.

En un documento de 85 páginas, el pontífice estableció las prioridades que ha venido anticipando en ocho meses de homilías, discursos y entrevistas para acomodarlas dentro del contexto más amplio de cómo reforzar el celo evangélico en un mundo caracterizado por la indiferencia, la secularización y las enormes desigualdades económicas.

Explicó sus declaraciones más controversiales, en las que ha criticado la “obsesión” de la Iglesia por transmitir una serie inconexa de doctrinas morales, al afirmar que, en la “jerarquía de verdades” de la Iglesia, la misericordia es primordial, es necesario establecer las proporciones entre las cosas y lo que cuenta es invitar a los fieles a incorporarse.

Fue incluso más lejos el martes al afirmar que algunas de las tradiciones históricas de la Iglesia podrían ser dejadas de lado si ya no sirven para comunicar la fe. Citando a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino, Francisco resaltó la necesidad de moderación en las normas “para no recargar las vidas de los fieles”.

A la vez, reafirmó la oposición de la Iglesia al aborto y especificó claramente que esta doctrina no es negociable y que está en el núcleo de la insistencia del clero en la dignidad de cada ser humano.

El documento, Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), es el segundo texto pedagógico importante emitido por Francisco, pero el primero realmente escrito por él puesto que la encíclica “La luz de la fe”, emitida en julio, fue obra casi exclusiva del papa Benedicto XVI antes de renunciar.

Francisco escribió el grueso del nuevo texto en agosto, durante la pausa veraniega, dijo el vocero del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

Las preocupaciones del papa son palpables en todo el texto, y las citas teológicas e históricas que utiliza no dejan duda sobre sus puntos de referencia y sus prioridades: los papas Juan XXIII y Pablo VI, que presidieron el Concilio Vaticano Segundo, que modernizó la Iglesia, son citados reiteradamente.

Y en algo sin precedente para una exhortación apostólica, como es llamado este tipo de pronunciamientos, Francisco citó varios documentos de conferencias de obispos en el mundo, en una indicación de la importancia que asigna a dar a las iglesias locales una mayor voz en el gobierno y la toma de decisiones de la Iglesia.

“Prefiero una Iglesia golpeada, lastimada y sucia porque ha estado en las calles que una Iglesia insalubre por haberse confinado y aferrado a su propia seguridad”, escribió. “No quiero una Iglesia preocupada por permanecer en el centro y después terminar atrapada en una red de obsesiones y procedimientos”.

Agregó: “Más que el temor de desviarnos, mi esperanza es que nos motive el temor de permanecer encerrados dentro de estructuras que nos dan un sentido falso de seguridad, dentro de reglas que nos hacen jueces severos, dentro de hábitos que nos hacen sentir seguros, mientras a nuestras puertas la gente se está muriendo de hambre y Jesús no se cansa de decirnos ‘Denles algo que comer”’.

Con el estilo franco y a veces gracioso que ha definido su predicación, el jesuita argentino censuró a los sacerdotes por su complacencia, dándoles una lección de cómo preparar homilías que no hagan bostezar a los fieles. Les recordó que la confesión no debe ser una “tortura” y les dijo que salgan de las sacristías, se ensucien los zapatos, se involucren en las vidas de sus feligreses y no sean derrotistas.

últimas noticias


Sucesos

El caso de Hickman's Family Farms

MS-13: "Te unís o te morís"


Política

La representante Tricia Cotham deja el Partido Demócrata para unirse al Republicano


Nacional

En Florida preparan ley contra los periodistas y medios de comunicación