Intervención con evidencias limitadas

La hoja de registro diario

No es un invento nuevo: he visto algunas referencias de finales de los 70, y durante los 80 se comenzó a utilizar para disminuir problemas de comportamiento, o aumentar la cantidad de trabajo en el aula. Con estas aplicaciones no era extraño que las hojas de registro diario comenzaran a emplearse en niños con tdah. Este uso fue especialmente impulsado por el Center for Children & Families de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo.

Se han realizado algunas investigaciones sobre su eficacia, y las revisiones sobre tratamientos educativos del tdah (realizadas casi todas por el equipo del Center for Children & Families de Buffalo) mencionan la hoja de registro diario como una intervención útil, que forma parte de los tratamientos conductuales.

La hoja de registro diario es una lista de comportamientos descritos con criterios para juzgar si se están cumpliendo o no. Los profesores registran a lo largo del día si se produce lo que está descrito en la lista, y la hoja es enviada a la familia de modo que los padres están informados sobre lo que ha ocurrido en el colegio y pueden dar al niño privilegios según haya sido su comportamiento en clase.

Cómo preparar una hoja de registro diario

Lo habitual, es que la hoja de registro diario recoja información sobre problemas derivados del tdah, no sobre sus síntomas. Es decir, no se pretende que el niño esté más atento, o más tranquilo, sino que realice sus ejercicios correctamente, que siga las reglas de clase y que se relacione correctamente con el profesor y con sus compañeros. Quien sepa inglés puede consultar el documento How to establish a school-home daily report card, donde se explica detalladamente el procedimiento para ponerla en marcha.

El primer paso para hacer la hoja es determinar qué comportamientos van a estar incluidos en ella, normalmente los que más problemas estén causando. Se recomienda elegir entre 3 y 5. A continuación hay que definir los comportamientos que se van a observar de forma que sean comprendidos por el alumno y por su familia, y que los profesores puedan observar y contar cuándo se cumplen y cuándo no.

Una vez seleccionados y formulados los comportamientos hay que establecer un criterio para decidir si se han cumplido o no. Es necesario saber, aproximadamente, con qué frecuencia aparecen los comportamientos problemáticos. Una vez que se tiene una idea, se establece un criterio con el que se considere que el alumno podrá alcanzar su objetivo de comportamiento al menos el 80% de las veces. Por ejemplo, si el objetivo es permanecer sentado en su puesto durante la clase, y sabemos que el alumno se levanta más de 7 veces en una sesión, podremos poner como criterio que para considerar que ha permanecido en su sitio el que no se haya levantado más de 6 veces. Como se ve en el ejemplo, el criterio se refiere al número de veces que un comportamiento se observa durante una clase. Es mejor hacerlo así que fijarse en las veces que se produce a lo largo del día, aunque eso no es una regla estricta. Hay cosas como dejar el abrigo y ponerse la bata al llegar a clase, o bajar al patio respetando su puesto (sin empujar a los compañeros) que solo es pueden observar en momentos concretos.

El siguiente paso es explicar el sistema al niño (doy por supuesto que si se está preparando una intervención que involucra a los padres del niño, estos ya la conocen). Es conveniente que se lo explique el profesor y que lo plantee de forma positiva, como un sistema para ayudarle a solucionar problemas que tiene en el colegio y que puede permitirle ganar pequeños premios por hacer las cosas bien.

Lo último antes de poner en marcha la intervención es establecer un sistema de recompensas en casa. La explicación de cómo se puede hacer este paso daría para una entrada completa, así que remito a quien quiera profundizar en ello al documento enlazado anteriormente o a otros tratados sobre intervenciones conductuales.

Probablemente, al preparar la hoja se han tomado muchas decisiones «a ojo», por eso es importante que después de ponerla en marcha se hagan los ajustes necesarios, sobre todo en los criterios para considerar que se alcanzan los objetivos y en las recompensas que obtiene. Además, para que el sistema sea eficaz, los requisitos para considerar que algo se ha hecho bien se deben endurecer progresivamente, de modo que la conducta vaya mejorando poco a poco. Cuando consigue un objetivo sistemáticamente, éste debería desaparecer de la hojar para ser sustituido por otro comportamiento. En cambio, si falla con frecuencia en alguna conducta, probablemente el criterio que se ha elegido para considerar que se cumple es demasiado exigente y no puede alcanzarlo.

Nuestra experiencia

En realidad nunca hemos utilizado la hoja de registro diario siguiendo con exactitud las instrucciones anteriores. Lo que empleamos, más bien, es una hoja de registro semanal que funciona igual que la diaria con la diferencia de que en lugar de ir a casa al acabar las clases del día, va a casa a finalizar la semana (seguramente sería más eficaz si realmente fuera diaria, y la razón de hacerla semanal se verá en la sección de ventajas e inconvenientes). En el siguiente documento se puede ver un ejemplo de una hoja que hemos empleado. Tan interesante como la hoja de registro es la última página donde se explica qué es lo que tienen que hacer los profesores y las profesoras con la hoja.

Esta otra es muy parecida a la anterior, pero incluye, al final del documento unas tarjetas relacionadas con los comportamientos que se están trabajando. En este caso el alumno tenía tres oportunidades para hacer las cosas bien. Tras el primer incumplimiento se le daba una tarjeta amarilla para poner en su mesa, tras el segundo una tarjeta roja y tras el tercero se anotaba en la hoja de registro que no había cumplido el objetivo.

Ventajas e inconvenientes

La hoja de registro diario es una forma de intervención relativamente sencilla y con bajo coste. Algunas veces me han planteado que es innecesaria porque los alumnos ya tienen una agenda donde el profesor registra las incidencias para que las conozcan en casa, pero, en realidad hay bastantes diferencias:

  • La hoja de registro se enfoca en una pequeña lista de objetivos, mientras que la agenda puede incluir cualquier cosa. El comportamiento normal no suele ser reflejado en la agenda, y sí en la hoja de registro.
  • La hoja de registro es sistemática: la información llegará todos los días (o todas las semanas) y hay unos criterios para decidir cuándo se anota algo. Se refleja tanto el comportamiento positivo como el negativo, de modo que si llega a casa en blanco es porque no se ha seguido correctamente el procedimiento. En cambio la agenda puede llegar en blanco porque no ha sucedido nada o porque el profesor no ha considerado oportuno, o no ha tenido tiempo para anotarlo.
  • El objetivo de la hoja de registro no es informar, sino mejorar el comportamiento, de modo que los criterios van haciéndose cada vez más exigentes.

Además, la hoja de registro permite a los padres colaborar de forma eficaz en mantener el buen comportamiento de su hijo en clase. Bastantes veces he tenido que mediar en conflictos producidos porque los profesores señalan a la familia el mal comportamiento de su hijo en el aula pidiendo que se solucione y las familias consideran que no pueden influir gran cosa sobre lo que hace su hijo cuando no está con ellos. En esos casos una herramienta como esta puede ser de ayuda ya que permite que tanto el alumno, como sus padres y profesores puedan hacer cosas para mejorar la situación.

El principal problema de la hoja de registro diaria es que puede ser vista por el profesor como una carga extra. Al fin y al cabo los profesores que se implican intensamente en mejorar el comportamiento de los alumnos con problemas de conducta cobran lo mismo que los que no. En la práctica me he encontrado con varios profesores reticentes al sistema, que lo han seguido porque han considerado que el trabajo que les suponía llevar la hoja era compensado por la disminución en el trabajo de poner orden en la clase. Hacer la hoja semanal, en lugar de diaria, hace que la sensación de trabajo sea menor. En otros casos el sistema ha sido mal empleado y se ha utilizado como forma de comunicar a la familia y al colegio todos los comportamientos negativos del alumno, en lugar de centrarse en los que se habían seleccionado (quizá el haber incluido una casilla de observaciones especiales dé pie a eso).

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