Ritmo y sonoridad en el texto poético

Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Cantar de los Cantares 6:3

          Todas las palabras tienen acento, y el ritmo está en la palabra. Tal vez, esa aura musical viene de los orígenes del lenguaje. Por eso, la obra literaria siempre fue recitada en voz alta. Desde la antigüedad en Grecia y Roma, durante la Edad Media y hasta el Renacimiento, la obra literaria llegaba al público por transmisión oral. La poesía lírica era cantada, la épica recitada y la prosa, hasta su lectura individual la hacían en voz alta. Sin mencionar la importancia, que tenía y tiene la oratoria.

          Después del invento de la imprenta el siglo XV, por el alemán Gutemberg, comenzó la publicación de libros, entonces la lectura de la literatura pasó al silencio. Esto explica la sonoridad que hay en la poesía. No era difícil para los poetas de la antigua Grecia, inventar y aprender sus poemas, siempre se guiaban por la música. Los próximos a la poesía fueron los juglares de la Edad Media, en nuestra cultura están los copleros de los llanos venezolanos. Es importante elegir la palabra precisa, con la forma rítmica apropiada.

         Los juglares de España, igual que los poetas griegos, recitaban sus poemas épicos en plazas y caminos. Cuando el pueblo se cansó de esos largos cantos, el “romance” lo sustituyó y continuó el gusto por la música. El romance primitivo deriva de ciertos cantares épicos, por su emotividad continúa atrayendo al pueblo. Un ejemplo es el: “Romance de Abenámar y el rey don Juan” del siglo XV, es famosa su historia y estilo. Se basa en la pérdida de una mujer, llamada Granada, por el último rey musulmán (moro). Leamos:

                       I                                                                                    II

¡Abenámar, Abenámar                                          no debe decir mentira mentira….

moro de la morería,                                              –Si tú quisieras, Granada

el día que tú naciste                                               contigo me casaría,

grandes señales había!                                           daréte en aras y dote

Estaba la mar en calma,                                         a Córdoba y a Sevilla.

la luna estaba crecida,                                          –Casada  soy, rey don Juan

moro que en tal signo nace                                    Casada soy que no viuda.

          La imagen de la segunda parte era utilizada, con frecuencia, por los poetas árabes y hebreos: llamaban “esposo”, al señor o gobernador de su región. Hay textos bíblicos, que ilustran la relación de Dios y su pueblo. En el Cantar de los Cantares de la Biblia, escrito por el rey Salomón (1015-975 a. C.), presenta una hermosa canción de amor en forma de diálogo. Muchos toman esta poesía idílica, como ilustración del amor de Cristo por su iglesia. En Mateo 25, la “Parábola de las diez vírgenes”, presenta a Dios como el esposo.

       El romance fue traído a América por los conquistadores. Agradó tanto la música popular latinoamericana, que hoy es el galerón y las coplas, entre otras. Hay variantes que tienen su origen en la sonoridad y el ritmo del romance español.

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Una respuesta a Ritmo y sonoridad en el texto poético

  1. aaron monrroy dice:

    me encanta es muy admirable su texto

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