viernes, 24 de octubre de 2008

El elefante y el can severo

El elefante llegaba al fin de su vida y como sus hermanos de raza, cuando lo intuyó se encaminó al cementerio. Los animales de la selva lo vieron pasar con lástima, pero enseguida retomaron sus tácticas de caza, de defensa y sus cortejos.
Llegó al atardecer al cementerio. Lo recibió el guardián, un can severo y opulento.
-Lo esperábamos. Adelante -le ladró.
El elefante ingresó a un galpón repleto de marfil. Perros chicos a las órdenes del can entraban y salían conduciendo carretillas. Al entrar venían vacías; al salir, cubiertas de marfil. El can había llegado a la selva a traficar y mal no le iba.
-Bueno. Muérete de una vez -le dijo.
-Antes me gustaría que alguien me explicara algunas cosas que me han quedado dando vueltas.
-Di. Para esto estoy acá.
-Por ejemplo, las cosas y los personajes que nombra la Biblia sucedieron de verdad o son inventos. Los cohetes que van al espacio por qué no pueden ir más lejos. Hay otra forma de manejar la economía. Es posible que el elefante viva mil años. Se inventará alguna vez un remedio contra el cáncer de amígdalas.
El can rió como las hienas. De hecho, atrajo sin querer a algunas de ellas al cementerio de elefantes. Pero al ver sólo huesos éstas se marcharon, desilusionadas.
-¡Jajajajajajajajajajá! ¡Juajuajuajuajuajuajuá! -reía el can.
-Pa qué te ríes.
-¡Paquidermo!
-No te rías.
-¡Juajuajuajuá! ¡No sabes nada, tontón paquidermo! ¡Juajuajuajuá! ¡Nadie sabe nada! ¡Jaajajajá! ¡Eres el elefante más ingenuo de los que ha llegado al cementerio! Oye, socio, acá se viene a morir, ¿quién quiere saber a estas alturas? Acá nadie viene a hacer preguntas. Tus hermanos sí que son sabios. Entran, se recuestan de lado, cierran los ojos y expiran. ¿Sabes acaso para qué quiero el marfil? ¿Lo sé yo? ¡Yo hago las cosas por hacer y si salen bien salen bien y si salen mal salen mal! ¡Juajuajuajuá!
El crudo mensaje lo hizo palidecer como a un niño. Su muerte estaba presupuestada para las 21.15, el deshuesado comenzaría al amanecer. Había pedidos de Portugal y California, los perros chicos trabajaban como enanos.
"Vaya, vaya, conque así eran las cosas, según este animal. Y yo que lo tomaba todo tan en serio. Si lo hubiera sabido antes", alcanzó a reflexionar.

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