Caminando de noche por Times Square escuché a este músico. Al alejarme, la música se fue disolviendo y haciéndose cada vez más delgada, hasta que comenzó a rebotar en las paredes y vidrios de los edificios. Entonces se transformó en una especie de lamento, una melodía melancólica, ondulante, somnolienta. Me detuve a escuchar el efecto y así estuve un rato. Algo me distrajo y seguí mi recorrido.