Recuerdo que fue hace unos 3 meses, que yo salía de mi curso de alemán y después de un fatigante día de colegio, me 
dispuse a tomar el Trolebus hacia mi casa.
Entré a la parada Mariana de Jesús y ví a una persona en silla de ruedas, al principio me hice como que si nada, como que si eso fuese normal para mi; pero después me puse a pensar sobre el tema y me imaginé qué haría si el me pedía ayuda, «Con mucho gusto señor» pensé que diría en ese caso, pero lo hubiese hecho con cierto recelo, pues yo creía que la delincuencia no tenía límites. Eso pensé y vi que se acercaba la unidad del Trolebus.
De repente escuché un: «¿Me puede ayudar por favor?», y ni siquiera lo pensé, no se como pude aceptar sin siquiera pensarlo. «¡Por supuesto!» dije, y empecé a empujarlo dentro de la unidad, pidiendo permiso para que él pueda entrar; me agradeció y yo me retiré a un lugar vacío, donde medité sobre lo que había hecho y di gracias a Dios por haberme puesto esa oportunidad en mi camino, a la cual respondí muy bien. Y después de eso me sentí maravillosamente bien.
Llegué a mi casa y les conté mi acción amis padres, ellos me felicitaron y me aconsejaron que sea siempre colaborador y que ayude a la gente, especialmente a las personas especiales…
Kelvin Tipantuña Quezada 2″E»
Kelvin Tipantuña Quezada
"Un mundo sin palabras, un mundo para todos" 
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