Disertación sobre el periodismo contemporáneo a raíz de mi visita a la World Press Photo 2013

Cada año me decepciona más la World Press Photo. Se ha vuelto monotemática. El dolor humano en el Medio Oriente y sus alrededores. Algunas prostitutas y una que otra tragedia espantosa como la señora y la hija sin cara porque el marido decidió echarle ácido en el rostro, complementan la exposición. Hasta las de deportes tienen ya un aire trágico. De no ser por los pingüinos emperador, cortesía de National Geographic, y una que otra foto por ahí, uno bien podría pasar de largo la exposición. Recuerdo la primera vez que asistí a una World Press Photo en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México por ahí de 2008. Una foto alucinante de Marylin Manson en un autobús de escuela junto a varios morros, era una de las primeras imágenes de la muestra. Más adelante, el detalle de una fotografía del presidente ruso Vladimir Putin resaltaba del resto. La amplia gama de historias me cautivó. Pero la variedad de temas ha ido decreciendo. Ahora hay pocas imágenes que nos hagan imaginar que otro mundo ajeno al sufrimiento vil es posible. Las fotografías describen puntualmente la miseria humana, pero ahondan poco en las causas que han generado ese dolor.

Eso lo lleva a uno a cuestionar el papel que juega actualmente la prensa a nivel global. Con esto, no quiero decir que la labor de los fotorreporteros que arriesgaron sus vidas para documentar la catástrofe no sea digna de reconocimiento. Todo lo contrario. Sin embargo, ya no es suficiente enunciar la perdición del mundo. El periodismo tiene el deber ético y moral de buscar alternativas de futuro para este mundo enfermo de todos contra todos. Mientras no le demos vuelo a las historias de las personas capaces de transformar esta realidad viciosa seguiremos padeciendo ese dolor victimario que desborda los diarios del planeta. Tal pareciera que el dolor es la única narrativa posible en este mundo. Echarnos limón en una herida que nunca cierra. ¡Qué bonita profesión la que hemos escogido nosotros los periodistas!

El mundo, al ser una correlación de significados (como bien sugiere Wittgenstein en su famoso Tractatus Logico-Philosophicus) puede transformarse a partir de un cambio profundo radical en el discurso hegemónico. Los periodistas y los medios solemos dar muchas cosas por hecho cosas que no necesariamente son ciertas. ¿El crecimiento macroeconómico es sinónimo de bienestar? No necesariamente. Y sin embargo, los diarios lo dan por hecho, como si se tratara de una verdad irrefutable. Estamos atrapados en el discurso de un proyecto civilizatorio en crisis. Y mientras la prensa se limite a describir la fatalidad del mundo, apegada a los intereses financieros de los grandes capos de la información, el mundo seguirá jodido tal como está ahora. Hay que anunciar el advenimiento de ese nuevo mundo que está gestándose en algunos rincones del planeta y que los diarios no voltean a ver. De ahí la importancia de que los medios, como escenario donde se libra el debate público en estos tiempos hipermodernos, rompa con los viejos paradigmas para construir un nuevo modelo informativo. La objetividad inspirada en la ciencias formales ya no satisface por sí misma las necesidades de la gente. Algo que parece confirmar la explosión de las redes sociales. El periodismo debe transformarse para poder transformar al mundo.

Y mientras ponemos de nuestra parte para hacer que esto ocurra, la única fotografía de la World Press Photo 2013 que me arrebató el aliento, en la lente del fotógrafo Paul Nicklen.

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Acerca de manuelhborbolla

Poeta, filósofo y periodista, egresado de la UNAM. Creo que es posible transformar el mundo a través de la poesía.

Publicado el 30 septiembre, 2013 en Comunicación y etiquetado en , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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