Notas de Ciencia Política en México

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Características de la Revolución Mexicana

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La Revolución mexicana se define como “un complejo proceso mediante el cual fue destruido el Estado oligárquico y neocolonial de fines del siglo XIX”[1]. “Siendo una secuela de la etapa porfiriana y proceso definidor del México de buena parte del siglo XX”[2].

La economía y estabilidad del régimen porfiriano comenzó a presentar una crisis múltiple e insoluble, afectando los renglones político,  económico, social, diplomático y cultural. Generando críticas y movimientos entre diversas clases sociales y grupos políticos.

Al principio, ciertos sectores católicos protestaban por la excesiva concentración de la propiedad agraria, defendían así, a la propiedad privada como un derecho natural. Además reprochaban las condiciones laborales imperantes en la mayoría e las haciendas mexicanas. Después pasaron a censurar el caciquismo y la falta de democracia.

Con todo, hacia 1900, comienza a gestarse un grupo de ideología liberal en el que participaron diversos sectores de la clase urbana. Proponían reorganizar el grupo político llamado “partido liberal” presionando a Díaz la aplicación de principios liberales como: “el anticlericalismo, la libertad de expresión, la democracia electoral, la separación de poderes, la adecuada administración de justicia y la autonomía municipal”[3].

Encabezando el movimiento, Camilo Arriaga comienza las labores reorganizativas convocando a un congreso en San Luis Potosí, a los defensores de las ideas liberales. Entre ellos Jesús y Ricardo Flores Magón quienes publicaban el periódico oposicionista Regeneración.

Estos autores extienden sus críticas a los “científicos” y a Bernardo Reyes, comenzaron a cuestionar la conveniencia de la inversión extranjera y a ocuparse de la situación de obreros y campesinos, teniendo como respuesta por parte del gobierno la represión, obligando  a muchos de ellos al exilio en Estados Unidos. Siendo este exilio, uno de los factores más importantes para el futuro del movimiento, otorgándole una ideología vanguardista, gracias a las relaciones con miembros de las organizaciones socialistas y anarquistas estadounidenses.

Irónicamente, el gobierno porfirista aumento el poder ideológico del Partido liberal, enviando a muchos de sus integrantes al exilio en Estados Unidos. Flores Magón tuvo la oportunidad de relacionarse con miembros de las organizaciones socialistas y anarquistas norteamericanas. Esto significó un cambio, desde el movimiento iniciado por Arriaga, hacia una ideología anarquista liderada por Flores Magón. Si bien, estas oportunidades otorgaron un mayor nivel de organización al movimiento, además de una función de vanguardia al movimiento obrero y a los intelectuales de clase media ligados a él, la situación real del país imposibilito su movimiento y los llevó a cometer errores de estrategia política.

La situación del movimiento comenzó a agravarse debido a diversos factores, entre ellos, las represiones al movimiento obrero, además de su carácter anárquico que llamaba a la lucha armada, afectando las relaciones con las clases medias. Con esto, su influencia se vio afectada, pero su importancia es incuestionable. Con Regeneración se concienciaron y politizaron muchos mexicanos; “en  sus filas adquirieron experiencia varios líderes que luego destacarían en la Revolución mexicana”[4].

Esperando las nuevas elecciones de 1910, se formaba un amplio grupo a favor de Reyes. Sin embargo Díaz mostraba preferencias hacia los “científicos”, provocando que el grupo reyista se convirtiera en un grupo opositor muy grande. Este grupo trataba de presionar a Díaz para que escogiera a Reyes como su vicepresidente, en las próximas elecciones. Al ver la magnitud del movimiento generado por el grupo reyista, Díaz envía a Reyes a Europa. El grupo de pronto se encontró sin líder, cambiando su afiliación a un grupo apenas emergente. El nuevo grupo estaba en contra de la reelección y era encabezado por Francisco I. Madero.

Madero promueve la constitución del Partido Nacional Antireeleccionista. Además logra desplazar a los grupos opositores de la época. En 1910 es designado candidato presidencial, pero pronto es aprehendido y confinado en una prisión de San Luis Potosí. Estando ahí, se llevan a cabo las elecciones y   resultan ganadores Porfirio Díaz y Ramón Corral;  poco después Madero huye a San Antonio, Texas y desde ahí redacta un plan en el que convoca la lucha armada.

Este llamado a las armas no fue secundado por sus seguidores antireeleccionistas, debido a las fuertes represiones vistas, entre ellas el asesinato de los hermanos Serdán. Sin embargo su llamado sí fue escuchado en la Sierra de Chihuahua, extendiéndose luego a las entidades vecinas: Sonora, Durango y Coahuila. Esto cambió completamente el perfil social de los alzados hacia uno popular y social.

Madero  regresa en febrero de 1911, mejorando la organización del movimiento y surgieron alzamientos en otras partes del país, como en Morelos y Guerrero. El ejército había perdido efectividad lo imposibilito una efectiva represión. A finales de mayo se firman los Tratados de Ciudad Juárez, en los que se acepta la renuncia de Díaz, y con ello se aseguro el triunfo del movimiento.

En noviembre de 1911, Madero toma posesión pero lamentablemente es asesinado durante el golpe de estado organizado por Victoriano Huerta en febrero de 1913. Esto evidenciaría que un planteamiento exclusivamente político para los grandes problemas sociales de México (como el de Madero), no podía satisfacer las exigencias de las clases más empobrecidas y explotadas de la sociedad.

En cambio, sus sucesores organizados en el movimiento constitucionalista, no sólo arrasaron con el viejo régimen, sino que impusieron su programa, política y militarmente. Además, defendieron a ultranza el principio de propiedad privada, el proyecto de un desarrollo capitalista independiente para México, la institución de un Estado de derecho independiente de los intereses privados y un sistema jurídico de libertades públicas.

Ahora podemos definir a la Revolución Mexicana como una revolución democrático-liberal ya que se buscaba la destrucción de la dictadura porfirista. Así mismo, la consideraremos una revolución agraria y popular, ya que dependió de “la movilización de pueblo para la lucha contra el orden establecido, abanderando así las demandas que reclamaba la condición total de sometimiento del pueblo trabajador”[5]. Aparte, con la entrega de los recursos naturales a capitales extranjeros, se cifraba el desarrollo material de país, siendo necesario, también, una revolución antiimperialista.

Dentro de la teórica política clásica, podemos distinguir a la Revolución Mexicana entre, una revolución política y una revolución social. Una revolución política busca destruir el poder político, destruir el orden público, que confiere a los titulares de propiedades un poder político exclusivo sobre éstas, así, se sigue por reformar la propiedad, transformándola de privilegiada a privada. Además pretende instaurar un poder separado de la propiedad. Una revolución social busca, no sólo la destrucción del orden político, sino además la eliminación de la propiedad misma.

Entenderíamos así, a la Revolución Mexicana como una revolución política, ya que se reformó la propiedad privada, pero no hubo una abolición. Por otro lado la entendemos como social, porque se produjo desde y por las bases de la sociedad. Así a través de levantamientos campesinos y movimientos huelguistas nuestra revolución comienza siendo un fenómeno de masas, pues fue preparada por el pueblo mismo: “aquella parte de la sociedad que en el pensamiento político clásico no es ni siquiera tomada en consideración: las clases trabajadoras”[6]

La Revolución Mexicana, si bien tiene contenidos de una revolución social, no se logra consumar completamente como una de éstas ya que, si bien, hubo una participación del pueblo esta no fue independiente, de manera que no fue exclusiva y no pudo imponer su solución en la transformación social. Sin embargo, como revolución política, se planteó con fines y objetivos que correspondían tanto a determinaciones políticas, y al mismo tiempo defendía las exigencias que los obreros y los campesinos habían impuesto.

Así, se creó una nueva forma de revolución, tanto política, reivindicando los postulados del liberalismo decimonónico entorno de una sociedad democrática; así como social urgidos por la presión incontenible de las masas populares. Esta tipo de revolución inédita en la historia se llamara revolución populista. Esto debido a que el nuevo régimen creado manipuló a las clases populares mediante la satisfacción de demandas limitadas: “tierras para los campesinos y mejores niveles de vida para los trabajadores urbanos.”[7]


[1] Pablo Escalante Gonzalbo, et. al, Nueva historia mínima de México ilustrada, El Colegio de México, México, 2008, p.393.

[2] Guadalupe Ríos de la Torre, La Industria Petrolera y el Imperio de las Leyes, [en línea], Universidad Autónoma Metropolitana, disponible en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/tye16/art_hist_04.html, con acceso el 12 de enero de 2010.

[3] Pablo Escalante Gonzalbo, et. al, op. cit., p.394.

[4] Ibídem, p.400.

[5] Arnaldo Córdova, La formación de poder político en México, Ediciones Era, México, 1972, p.24.

[6] Ibídem, p.26.

[7] Ibídem, p.33.

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