La emigración es un proceso que tiene diferentes etapas que van marcadas por una parte por las condiciones y problemáticas sociales y económicas que se dan y por otra parte por los procesos emocionales y personales por los que pasa la persona que emigra, sus familiares, personas relacionadas directamente y las personas que forman parte de las poblaciones que los acogen.

                Una de las  etapas más importantes para la persona que deja su país en búsqueda de unas mejores condiciones de vida es la que se da en su propio país de origen y supone el impulso para tomar la decisión de emigrar. Esta decisión no es fácil de tomar ni se llega a ella de la noche a la mañana, normalmente es una de las últimas decisiones a las que se llega después de poner en práctica otras acciones que no han dado el fruto esperado y las condiciones se han agravado tanto que es muy difícil la subsistencia.

                Posteriormente la persona llega al lugar seleccionado y en ese país tiene que pasar por una fase de acogida, justo en la llegada, una fase de adaptación y asentamiento hasta llegar al punto necesario y buscado la inserción y la integración. Siendo éste el punto óptimo donde tanto la población receptora como la inmigrante tienen un mutuo aprovechamiento y es una oportunidad para el crecimiento y el desarrollo de ambos.

                La función del trabajador social es básica para apoyar a la persona a que llegue a la integración de manera óptima, facilitando la inserción social, ayudando a remover los obstáculos que a nivel social se encuentren y facilitando el conocimiento de las diversas culturas. Podemos decir que una parte importante del papel del trabajador social es ayudar a nivel social para que la inmigración sea vista como un proceso positivo y propiciar las condiciones para que el crecimiento y evolución antes mencionado sea una realidad para toda la sociedad.

                Me resultó interesante una serie de principios básicos que Ana María Ortiz Duque expone en un artículo sobre las fases de la intervención social con inmigrantes, que paso a señalar:

–          Respetar la diversidad cultural.

–          Tener una actitud abierta, sin que en ello influya la situación legal de la persona en el país de acogida.

–          Hacer posible que el inmígrate sea el actor de su propio cambio y desarrollo personal y social. Con ello se evitarán relaciones de proteccionismo y victimización.

–          Tener una buena información sobre las leyes que regulan la estancia y residencia del inmigrante en el país.

–          Primar la utilización de los recursos normalizados para toda la población, sobre aquellos específicos para el colectivo.

–          Posibilitar la coordinación entre todas las entidades implicadas en el trabajo con inmigrantes

–          Favorecer el conocimiento de los beneficios que aportan los inmigrantes al país receptor y no sólo los problemas.

A parte de las funciones básicas que podemos tener como trabajadores sociales y que en realidad no son muy diferentes a las realizadas con otro tipo de colectivos, para este grupo de personas el/la trabajador/a social debe poner en práctica con mayor énfasis su capacidad educativa y desarrollar sus habilidades personales para tener una mente abierta y con capacidad de conocer culturas nuevas y transmitir su interés a la población receptora.

En un momento como el que estamos viviendo donde existe una gran conflictividad social y donde más que nunca lo diferente y lo que viene de fuera se ve como algo negativo por el miedo a la pérdida de condiciones mínimas, el/la trabajador/a social debe hacer un esfuerzo mayor por reducir esa conflictividad y centrarse en fomentar la buena convivencia, potenciando a nivel educativo el aprendizaje y asunción de valores, de derechos humanos y de solidaridad entre los pueblos, para que estos aspectos sean características normalizadas y básicas de la sociedad del futuro. Ya que el/la trabajador/a social no sólo debe centrarse en reducir los problemas que puedan existir en el presente sino la construcción del futuro.