Caricias que erizan la piel
Son caricias que no responden a un protocolo, que no vienen determinadas por el contexto; de hecho, son un tipo...
Son caricias que no responden a un protocolo, que no vienen determinadas por el contexto; de hecho, son un tipo...
Aunque existen infinidad de palabras, hay cuatro de ellas que merecen especial atención: sí, no, “te quiero” y “lo siento”.
En muchas ocasiones son palabras que salen con facilidad por el simple hecho de que se han convertido en una manera de llenar espacios vacíos, en una forma de evitar decir lo que realmente sentimos o queremos:
¿cuántos “te quiero” has escuchado carentes de significado? Seguro que al menos uno se te viene a la cabeza
Y un día, y sin previo aviso, te das cuenta de que estás luchando con menos entusiasmo, al menos no con el entusiasmo del principio. Algo ha cambiado, algo ha pasado que te ha transformado y sin embargo, no te has parado a reparar en ello, has continuado como si nada hubiera pasado.
Continúas haciendo todo lo que hacías, pero cada gesto, cada movimiento parece que no tiene sentido,
Localizar lo que sentimos en el momento adecuado es muy complicado pero imprescindible para tener relaciones sanas; de hecho, lo habitual es que sepamos identificar qué emoción estamos sintiendo cuando ésta está en el punto más alto de su curva (ya vimos en otro post cómo toda emoción tiene una curva de campana, comienza sigilosa para ir aumentando su intensidad hasta llegar a un punto máximo, momento en el que decae hasta desaparecer). Sin embargo, saber identificar nuestras emociones en su clímax lleva de la mano un aspecto negativo: la adecuada gestión de dicha emoción se vuelve complicada, su expresión suele tomar formas agresivas.
Somos ingenuos cuando creemos que podemos anular o inhibir nuestras emociones, ya lo dijo Darwin, las emociones dependen de los instintos y éstos se disparan sin que podamos controlarlo.
Cada emoción es idiosincrásica, es decir, dentro de que las emociones tienen rasgos comunes en todos nosotros (por ejemplo, la alegría implica en todos una expansión de afecto), cada emoción tiene en cada persona
Hoy el post lo hace una paciente, M., quien quiere dedicaros unas palabras y un texto que a ella misma le ha venido muy bien para su proceso de terapia.
M. vino a consulta por un motivo y poco a poco ha ido viendo otros aspectos que trabajar en sesión, los cuales le hacían daño sin
“Demasiado y demasiado poco arruinan por igual”
La ira es una de las emociones básicas descritas por el Psicólogo Paul Ekman. Como toda emoción, es una reacción de todo el organismo ante una situación que la desencadena, afectando al cuerpo y al curso de los pensamientos.
Aunque intentemos no experimentar
Todas las personas tenemos un patrón de pensamientos, pudiendo agruparlos bajo lo que denominamos “creencias irracionales”. De acuerdo a esta idea, entre “cómo nos sentimos” y “un acontecimiento”, existe un elemento crucial y determinante del resultado final, hablamos de los pensamientos. Es decir, no es la situación la que está provocando que nos sintamos por ejemplo tristes, sino los pensamientos derivados de esa situación los que nos provocan esa emoción.
Comprender y trabajar este esquema nos ayudará a comprender muchas de nuestras emociones y