Desde el punto de vista de la semiótica de la cultura, la arquitectura resulta ser un caso paradigmático. El texto arquitectónico nos permite hablar de varios de los fenómenos que estudiaría la semiótica, que es considerada la disiciplina que irremediablemente nos lleva al análisis de los fenénomenos culturales, los cuales son vistos desde la perspectiva de esos productos que ha elaborado el hombre ya impregnados de sentido en su propósito de trasdendencia más allá del dato sensible, de lo inmediato, de lo instintivo.
En este caso, la arquitectura, parafraseando a Lotman, tiene dos características eseciales: es la concretización de nuestro pensamiento en donde se puede observar con mucha claridad cómo intervenimos en el universo, y al mismo tiempo es la manera en que cristalizamos la idea que tenemos acerca del mundo. Es un juego de significación, pues cada uno de esos objetos resulta ser no sólo a partir de la fución que desempeña, por ejemplo el habitar y protegerse del ambiente adverso, sino es además un complejo de sentido a através del cual nos comunicamos y, sobre todo, interactuamos.
El objeto arquitectónico puede ser demolido, borrado del mapa, pero quizá no sea tan sencilla tal tarea por su propia naturaleza. De tal forma que podemos ir por la calle y observar la convivencia de estilos, formas, que en el fondo son especies de diálogos entre objetos y todo lo que está a su alrededor.
El texto arquitectónico es complejo por naturaleza, y como uno de los objetos de estudio de la semiótica de la cultura, su reflexión es imprescindible.
I.I.