Las invasiones brasileñas

Las invasiones son ocupaciones de terrenos por gente muy pobre que los utiliza para construirse una casa donde vivir y/o cultivar. En Brasil las extensiones de terreno son inmensas pero la tierra está distribuída en grandes latifundios en manos de unos pocos dueños. A veces, esos terrenos son «ocupados» por gente que no tiene nada para vivir o para cultivar.

Hace un par de dias fuí con mi tío a visitar una «invasión» en Marabá. Los terrenos de una gran»fazenda» de una señora que se llama Lucinda habían sido ocupados por miles de personas pobres de la ciudad. Por lo visto, el padre de esta mujer se hizo con una gran extensión de tierra cerca de la ciudad hace unos 50 años. Por aquella época el gobierno permitía a la gente apropiarse de unas 50 hectáreas pero este hombre se apropió de muchas más ilegalmente, otros muchos «facenderos»  hicieron lo mismo por todo Brasil. Muchos de ellos no tienen una escritura que justifique la propiedad de la tierra.

En este caso, no hubo problema hasta que algún espabilado de Marabá se enteró y la voz se corrió como la pólvora. En unos pocos días todos los terrenos de doña Lucinda fueron distribuidos en pequeños lotes de 300 metros cuadrados por la gente más pobre de la ciudad y por algún listillo que se dedica a comprar y vender lotes. La casa de esta señora quedó rodeada por miles de personas pobres de Marabá. Ahora la «pobre» señora está chupando culos por todo Brasilia para que echen a sus molestos vecinos.

Es algo muy habitual en todo Brasil, te recuerda un poco a la ocupación de tierra en el viejo oeste norteamericano. Esto es algo que a un occidental le parece increíble estando acostumbrados a registros de la propiedad, escrituras, etc. Aquí, sin embargo, es bastante normal ya que en muchas zonas de Brasil muy poca gente tiene una escritura de su terreno/vivienda. Esto también ha ocasionado que muchos latifundistas hayan falsificado escrituras para echar a gente pobre de un terreno que les pudiese interesar. Se les llama «grilheros».

Otras veces echan a la gente de forma legal comprándoles el terreno. Mucha gente pobre del campo, sobretodo en el norte de Brasil, acepta vender su terreno a latifundistas o grandes empresas por una cantidad que les parece una fortuna, para irse a vivir a las grandes ciudades en busca de una vida más cómoda. Pero la realidad de la ciudad es bien distinta, el dinero se esfuma rápido y el hambre y la marginalidad llegan en poco tiempo. Cuando antes comían de lo que producía su tierra, ahora tienen que ir a un supermercado donde sólo se puede comprar con parné.

El rato que estuvimos en la «invasión» de Marabá conversamos con unos cuantos nuevos vecinos de doña Lucinda, siempre dispuestos a hablar amigablemente. Se quedan de 6 de la mañana a 6 de la tarde sentados con un calor infernal vigilando que nadie les quite su pequeña parcela o «lote». Muchas veces ponen inocentemente en un cartel su nombre, sin apellido, para que quede claro quién es el dueño…Se trata de gente que no tiene formación, ni un chavo y quiere nada más que un pedazo de suelo para que ellos mismos o algún familiar pueda construirse una casa. La construcción es de lo más sencilla, normalmente con tablones de madera.

Cuando una invasión tiene lugar, el latifundista tiene dos opciones para echar a la gente: llamar a un amigo juez, si es que lo tiene, o echarles a tiros. El primer caso es bastante habitual y resulta más «limpio». La segunda opción, es más rápida pero muere gente. Muchos de estos «fazenderos» tienen pistoleros que protegen sus tierras.

Sin ir más lejos, un par de horas después de irnos de la «invasión», uno de los «invasores» fue disparado por uno de los pistoleros de doña Lucinda. Al rato de llegar al precario hospital de Marabá murió.

Lo más triste es que la pasividad de la policía y de la justicia que normalmente hacen muy poco contra la gente rica. De hecho, suelen defender sus intereses. Hace unos años la policía mató a 19 invasores pacíficos del Movimiento de los Sin Tierra cerca de Marabá.

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