El Lado Oscuro de la Inteligencia Emocional

Visto en: Sánchez Mota

y debatido en: linkedin

Los que me conocéis personalmente sabéis de mi gusto y aficción a la saga STAR WARS a todo ese «viaje del héroe» que bien podemos aplicarnos a nosotros mismos.

Hoy quiero compartir un interesante artículo de Sánchez Mota que creo que nos ayudará a todos los que seguimos siendo unos jóvenes padawan 😉

¡QUE LA FUERZA OS ACOMPAÑE!

El Lado Oscuro de la Inteligencia Emocional

Lado oscuro IE

Si has visto “La guerra de las galaxias” (Star Wars) quizá estés familiarizado/a con “el lado oscuro de La Fuerza”.

En esa cosmología, “La Fuerza” es un campo de energía creado por las cosas que existen  y que lo impregna todo y mantiene unido el universo. Los los Caballeros Jedi y su contrapartida, los Sith pueden controlar y utilizar La Fuerza y lograr así varios tipos de habilidades y “poderes”, que incluyen el poder mental sobre seres de mente más débil o inestable. Aunque La Fuerza fluye a través de todo ser, sólo unos pocos que se han hecho ”sensibles a La Fuerza” a través de la meditación y otras disciplinas pueden manipularla y, a partir de ella, manipular las mentes de otros seres.

Los Caballeros Jedi usan el Lado Luminoso de la Fuerza:

Su Fuerza un Jedi usa, para el conocimiento y la defensa. Nunca para atacar (Maestro Yoda).

Los Jedi obtienen su capacidad de usar La Fuerza a través de la paz, la armonía y la meditación, trascendiendo las emociones.

Como contrapartida, los Caballeros de la Orden Sith utilizan el Lado Oscuro de la Fuerza. En palabras de Darth Sidious, Señor Oscuro de los Siths,

El Lado Oscuro de la Fuerza es el camino a muchas habilidades que algunos consideran antinaturales.

Los Siths adquieren control sobre el Lado Oscuro de forma mucho más rápida que los Jedi y lo hacen dejándose llevar por las emociones, aunque en realidad habría que decir que es más por las pasiones. Su poder es mucho más intenso, aunque breve y contiene un cierto nivel de autodestrucción. Los Siths consideran que controlan el Lado Oscuro de la Fuerza, aunque los Jedi piensan que en realidad son controlados o, más bien, poseídos, por el Lado Oscuro.

Tras esta introducción, que alguien podrá considerar un tanto friki, ya podemos entrar en materia acerca de ese Lado Oscuro de la Inteligencia Emocional y sus antídotos desde el Lado Luminoso.

Ya sabemos que el mismo Goleman nos invita a que no idealicemos la Inteligencia Emocional ni llevemos su trascendencia más allá de donde le corresponde.
Hoy podemos dar un paso más y reflexionar en que, como cualquier otro conjunto de competencias, la Inteligencia Emocional puede ser usada tanto en beneficio propio como para el bien común. Esto equivale a decir que ser capaz de “leer en la gente” y la capacidad de influencia pueden entrenarse para atraer a otras personas a nuestros fines, con mayor o menor respeto por ellas, incluso hasta lograr que actúen contra sus propios intereses.

Algunos científicos sociales, como el Profesor Jochen Menges de la Universidad de Cambridge, han comenzado a documentar este “lado oscuro” de la inteligencia emocional. Así, cuando un líder dió un inspirado discurso lleno de emoción, los miembros de la audiencia fueron poco propensos a escrutar el mensaje y recordaron poco del contenido, aunque quedaron tan motivados por el discurso que afirmaban recordar mucha más información de la que de hecho recordaban.
Los autores llamaron a esto el “efecto asombro” o “efecto estupefacción”. La capacidad de un líder de poner en juego un alto impacto emocional, expresando de forma estratégica emociones con las que sus interlocutores o su auditorio puedan conectar afecta a éstos de tal forma que dejan de pensar críticamente y simplemente se emocionan.
De esta forma, una hábil utilización del impacto emocional puede disminuir la capacidad crítica de nuestros interlocutores y convertirse en un instrumento de manipulación

De forma que se puede ver el lado oscuro en acción cuando la IE se utiliza para manipular a otros y no para el mejoramiento de la organización. La IE hace referencia a nuestra habilidad para leer y entender las emociones en nosotros mismos y en los demás y manejar esos sentimientos de forma eficiente. En general, un alto nivel de IE añadido a un nivel medio-alto de inteligencia general predice un mayor éxito en el terreno académico y profesional, en las relaciones interpersonales y en pilotar una vida plena. Para los líderes, la IE puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Pero la IE no es sólo una habilidad simple en la que podemos ser buenos o no, podemos tener fortalezas en una parte de la IE como una excelente autogestión, autodisciplina, logro de ojetivos y determinación, mientras se es débil en otras partes como empatía o habilidades sociales. De hecho, ese patrón es común en entornos de trabajo donde algunos pueden sobresalir en su desempeño individual pero no son capaces de trabajar bien como parte de un equipo o en funciones de liderazgo.

Dentro de cada componente de la IE podemos hacer distinciones matizadas. Así que cuando se trata de la empatía (la habilidad de entender cómo otra persona experimenta el mundo) hay diferentes tipos, cada uno con sus propios beneficios.

La empatía cognitiva se refiere a ser capaz de percibir cómo piensa otra persona. Puede ayudarnos a ser mejores comunicadores poniendo las cosas en términos que la otra persona entienda. Los gestores con este tipo de empatía obtienen de sus subordinados resultados mejores que lo esperado y los ejecutivos con alta empatía cognitiva gestionan mejor sus asuntos en paises extranjeros porque pueden percibir más rápidamente las normas implícitas y modelos mentales de una nueva cultura.

La empatía emocional significa que podemos sentir en nosotros las emociones de la otra persona, lo que se conoce también como resonancia afectiva o emocional. Aquellas personas con buena empatía emocional pueden establecer lazos cálidos con otros, eso que se conoce como “tener buena química”. Esa capacidad de sintonía emocional hacen que vayan mejor las negociaciones, el trabajo en equipo y cualquier otra tarea compartida.

Luego está la preocupación empática, o sensibilidad para las necesidades de otras personas y disponibilidad para ayudarlas si es necesario. Los trabajadores con esa preocupación son los “buenos ciudadanos” de cualquier organización, aquellos con los que todos saben que se puede contar bajo presión. Entre los líderes, aquellos que tienen preocupación empática crean una “base segura” una cierta “confianza básica” en que tu jefe te va a respaldar y te va a apoyar y proteger si es necesario; eso proporciona la seguridad necesaria para permitirse asumir riesgos y probar nuevas formas de hacer las cosas, que es la clave de la innovación.

Esta es la clase de empatía que sirve como antídoto a ese Lado Oscuro de la Inteligencia Emocional o uso manipulativo de los talentos propios de la Inteligencia Emocional al servicio de intereses egoístas y a costa de otros. Es lo que hacen tanto narcisistas como maquiavélicos o sociópatas. De hecho, algunos estudios muestran la correlación entre el déficit de preocupación empática en la infancia y la probabilidad de acabar en prisión en la edad adulta.

La preocupación empática significa que cuidamos del bienestar de las personas que nos rodean. Es la motivación opuesta a la de aquellos que, de forma egoísta, usan su capacidad de influencia o cualquier otra habilidad empática únicamente en su propio interés. La preocupación empática es algo que tener en cuenta a la hora de contratar, promover o desarrollar talentos para el liderazgo.

¿Te has encontrado con algún jefe o colega que haya usado las habilidades propias de la inteligencia emocional al servicio del Lado Oscuro?

Esta entrada está basada en An Antidote to the Dark Side of Emotional Intelligence de Daniel Goleman y en The Dark Side of Emotional Intelligence de Adam Grant.

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