Acerca de los Dones Espirituales, No Quiero que Ignoréis

1No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

1 Corintios 12. 1-3

Como sabemos, la tarea principal de la Iglesia: hacer discípulos. También nos hemos referido a que el ámbito del actuar divino es uno solo: lo creado. Todo es de Dios, todo es para Dios, todo se da en él y para él. O contra él, y fuera de él.

Al ocupamos del tema de los dones espirituales, nos ocupamos de los recursos de que disponemos para cumplir la Gran Comisión en todas y cada una de las áreas de nuestra vida. A estos recursos, la Biblia les llama dones espirituales. Acerca de estos, Pablo exhorta a los creyentes a que no permanezcan ignorantes. La ignorancia genera:

Vulnerabilidad

Engaño, y

[el] Obstaculizar el señorío de Cristo

La falta de frutos en la vida del cristiano encuentra su principal razón de ser, en la ignorancia acerca de los dones espirituales. Esta ignorancia se refiere no sólo a no saber acerca del tema, sino a no comprender qué son, para qué son y cómo actúan los dones espirituales. El que podamos abrazar, ceñir, rodear por todas partes la cuestión de los dones espirituales requiere del estudio serio del tema. De una hermenéutica sana que pasa por la necesidad de comprender el lenguaje bíblico[1], así como las circunstancias históricas del texto sagrado.

Los dones son capacidades sobrenaturales que Dios, el Espíritu Santo, entrega a cada creyente. Hay un principio de autoridad y autonomía en esta entrega. Dios da a cada uno la manifestación del Espíritu, según su criterio y para la satisfacción de las necesidades de la Iglesia.

En segundo lugar, los dones son capacidades sobrenaturales para provecho de todos. Los dones nos recuerdan que ninguno vive o muere para sí, sino que sea que vivamos o que muramos, somos del Señor. Romanos 14

Para el cristiano, el otro es la razón de su vida y de su quehacer. Porque es en el otro donde encontramos a Cristo. Mateo 25

Para el cristiano, servir es el estilo natural de vida. Juan 13

En tercer lugar, los dones actúan en el poder del Espíritu Santo y por el compromiso y entrega de los creyentes. En 1 Corintios 12.31, Pablo hace la exhortación a que “procuremos” los dones mejores, Kreitton (poder en actividad y efecto), los más útiles –para los demás, para todo el Cuerpo-. Debemos procurarlos celosamente,  Zeloo (desear ardientemente, arder o quemarse por la necesidad de algo). Así, se requiere del discernimiento espiritual para descubrir cuál es el don que el Cuerpo de Cristo necesita y buscarlo celosamente. Se requiere de sensibilidad y disposición (desembarazo, soltura en preparar y despachar algo que alguien tiene a su cargo).

Aquí resulta de por sí interesante la argumentación que Pablo hace respecto de los diversos miembros del Cuerpo y su sentido de pertenencia respecto del mismo. Vs 12ss Pablo destaca el principio de la disposición mutua, que tiene como razón un propósito de complementariedad (también mutua). Por ello, no se vale que en circunstancias de crisis, se pretenda tener el derecho  de separarse. Quien lo hace, priva al Cuerpo de lo que este necesita. En la práctica, quien cuando enfrenta alguna crisis personal, familiar o eclesial opta por apartarse, sólo muestra que, en realidad, nunca formó parte del Cuerpo del cual se separa. Al respecto, San Juan dice 1Jn 2:19: Ellos salieron de entre nosotros; pero en realidad no eran de los nuestros, porque si lo hubieran sido se habrían quedado con nosotros. Pero sucedió así para que se viera claramente que no todos son de los nuestros.

Es como en las separaciones familiares. Quien se separa, quien abandona de la familia, no se aparta el día que sale con su maleta en la mano. De hecho, ve a la familia como a extraños (de familia distinta, con los que no tiene parte). Así es como ven a la Iglesia quienes, en las crisis, se alejan de ella. Olvidando que, precisamente, los dones responden al propósito de Dios quien, arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor, para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros. Vs 23 DHH

Uno de nuestros principales problemas y quizá el más poderoso obstáculo que enfrentamos en Casa de Pan, es que estamos haciendo las cosas, en nuestras fuerzas y para nuestra satisfacción. Actuamos de acuerdo con la satisfacción recibida. Lo que valoramos es nuestra propia gratificación y, por lo tanto no podemos discernir –entender-, cuál es nuestro aporte y cuál la importancia del mismo en el quehacer de la edificación mutua de la Iglesia. Para superar tal situación –misma que explica nuestra falta de influencia en quienes nos rodean, tenemos que dejar de juzgar con criterios humanos y hacerlo de manera espiritual. Efesios 4.23, 24. El Apóstol abunda en ello cuando en 1 Corintios 2.13, establece un principio fundacional: lo espiritual se discierne –se atiende- espiritualmente. Cuando este principio se viola, todo lo que hagamos resulta insuficiente e inadecuado.

Al disponernos al estudio de los dones espirituales, empecemos haciendo nuestras las dos exhortaciones paulinas; mismas que son, en principio, una sola: no ignoremos y procuremos.


[1] Aquí cabe la consideración de lo dicho por Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento.

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2 comentarios en “Acerca de los Dones Espirituales, No Quiero que Ignoréis”


  1. Debemos procurar los dones espirituales!! Muy buena publicación!!


  2. […] del tema. De una hermenéutica sana que pasa por la necesidad de comprender el lenguaje bíblico[1], así como las circunstancias históricas del texto […]


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