24/4/21

de EL LIBRO DE CARNE Y SEBASTIAN






un hombre es una mentira
una mujer es una mentira
el perro es otra mentira

un hombre una mujer y un perro
hacen familia

y ahí no importará
la verdad ni la mentira

sino el hombre la mujer y el perro
y nunca por este orden



AMEDINILLA

30/3/21

de AVIANA






yo era alicia
en el país de allá

y sabes qué me pasó

que desperté
y me caí

en el país de aquí





AMEDINILLA

28/3/21

de AVIANA





mañana volveré 

al hogar de las piedras
donde el reino comenzó

y así llegué

al hogar de las piedras
donde el reino acabó

porque nada comienza
donde nada acaba

porque sí
porque ya

porque la historia
no es mi historia

si no se repite 
como las piedras

absurdamente mías
absurdamente solas

absurda
mente

injustas y necesarias 





AMEDINILLA

24/3/21

de COMPAÑERO





Habitamos desajustadamente el universo; la escritura es una consecuencia del desajuste. Ni salva ni condena, se manifiesta, manifiesta el desajuste. Y sin embargo, la palabra creada (la consecuente palabra) no habla (no interactúa, no dialoga). Un poema siempre camina solo.



AMEDINILLA


23/3/21

de T E M P E R L E Y





 
negra,
me alegró verte
con un mechón blanco
en la noche

no sé por qué 
hubo tanta noche 

tanta noche
en blanco

siendo 
el amor tan simple

tan pleno 

como una mecha blanca 
en la noche

como este poema, coño




AMEDINILLA


22/3/21

de C O M P A Ñ E R O






(sobre adaptaciones y declamación)

todo será leído
con elles arrastradas

como el silencio del libro
al lector se arrastra


(capas de distancia, emotividad)

los bestias no lloran
ni siquiera escriben

y no es cierto
que las bestias no lloren


(afirmación)

ante la misma historia
diré siempre no

con otra historia


(estilo)

1. Lejos de la enfermedad del estilo, propio y único.
2. Tantos como el libro requiera, antes y durante su nacimiento.
3. No existes, eres mudo. Existe el libro y su voz.


(la dificultad)

No siempre sucede. Activo los recursos poéticos y soy otro. Aunque tiemble a tu lado, como un libro de carne y hueso, como algo inevitable. 




AMEDINILLA

20/3/21

de C O M P A Ñ E R O

 


15 des-Estructuras


1


la mano
ya huesa
escribe
realmente
prohibido

animal


2


deseo no nombra
borra palabra

algo
algas


3


aldaba

como antes
candado

y perro


4


desborda
un río

ya borde de lirio


5


tu rostro otro
donde eras

en las ruinas
de tu rostro otro


6


habita una casa

que asalta
el no-mundo


7


sisea razones
falsea 


8


devotos tantos

en este instante
blanco

sin persona


9


fragmentos
cuanto hay que cavar

dadme la historia


10


fragmentos de-
capitados

se parecen como flores


11


fugaz precisión
del disparo 

o lo rosa


12


prohibitiva sencillez
de tu boca


13


el encuentro no me esperaba


14


en las nubes
y de puro milagro


15


es acaso
un compromiso


(apéndice o descomposición de violetas)


vir / cica
gen / trizada
res  / uci
ando / t




AMEDINILLA

19/3/21

de C O M P A Ñ E R O






(tipo y grafía)

eremita
de todos 

de nadie
por tanto

pero yo quería el árbol
otra historia

un teclado
un diseño

y un camino 
atravesando la nieve
la niebla de tu cuerpo



AMEDINILLA


 

17/3/21

de COMPAÑERO

 



nunca conté las olas
jamás conté las sílabas

que debían respirar
como espacios en blanco

como olas en la mar

(fe de erratas)

en suciedad natal




AMEDINILLA


15/3/21

de COMPAÑERO

                     



(extranjería)

mi familia no es de aquí
pero eso lo supe tarde

así el poema 
en el mundo


(el poema y la existencia)

te lo dije
mil veces

yo 
no hablo así 


(instructivos)

evita la muerte 
del último verso

el último verso
es el eco de un disparo  


(el exceso emotivo)

demasiadas elegías
cuando el aire se vició

aunque cuán cierto es
fue y será

cuántas olas, magdalena
cabriolan en el mar


(poética del silencio)

si no fuera secreto
te pediría las llaves




AMEDINILLA 

14/3/21

de EL LIBRO DE CARNE Y SEBASTIAN





LA GRIPE

Nunca imaginamos que nuestra hija tuviera la forma de un libro. De hecho, nunca proyectamos consecuencias más allá de lo inmediato (vestíamos árboles, descampados, enredaderas, yo te agarro por detrás y tú por delante en los polígonos a pie, angares, sexo duro y blando, canela y camelas, risas, protestas, las medio protestas, las puras verdades). Aún recuerdo aquella entrega: enviamos al Iñaki, el prenda, doscientos gramos de jamón serrano y un kilo de pan cateto para su futuro en el trullo, que ni siquiera agradeció. Se pudra. A la madrugada, a hurtadillas, pintábamos el Congreso con un arco iris revolucionario, olor a deseo y votos nupciales, porque cuán cierto era que nunca sospechamos que nuestro hija tuviera la forma de un microcuento subversivo, como su santa madre, botando descalza por Zorrilla y San Jerónimo, arriba los pobres del mundo, clamando en pie los esclavos sin pan, «porque eres más bonita que la batalla de Stalingrado, hija, te voy a hacer un libro, te echaré un polvo de plata y oro, polvo del siglo y el fin de los tiempos, te haré una niña, me contarás un cuento». 

—¿Estamos o no estamos, canijo? Nuestro libro será eterno como la lucha de clases… en cuanto se nos vaya este gripazo. ¿Te quedaban clínex? —estornudó Carne, húmeda de savia y lluvia y protesta.

—Ay niña, tenemos que ponernos las pilas y salir pitando —le advirtió, tironeando de su puño alzado, revolucionario. 

—Niño, qué cuento tan hermoso crecerá desde esta noche en mi vientre... —sentenció suavemente, con su rabiosa sonrisa entre labios.

—Y sí, viva la literatura de tu espalda desnuda, viva tu vulva... pero salgamos.



AMEDINILLA

13/3/21

de C O M P A Ñ E R O


(estilos de compañero)






cada historia
necesita un lenguaje

como cada hombre
un compañero

¿y si no hay historia?

si no hay historia
habrá lenguaje
de la no historia

¿y si no hay lenguaje?

difícil saberlo

pero no será
dañino ni bueno

sino blanco silencio 
y tal vez

excesivamente 
puro y limpio

y ya sabemos,
compañera 

qué falso es
lo puro y limpio

para el libro
y la vida

tan peligrosos
sin compañero



AMEDINILLA

12/3/21

de EL LIBRO DE CARNE Y SEBASTIAN



(cometa)

no pudo ser

la primera 
y última persona
en el aire

y al caer se miran
con infinita compasión

ellos y sebastian
al viento y los árboles

en la mucha luz
en la mucha alma
en la calma

rincones
pasiones

parecieran mirlos o un niño
dominando el aire 

+

como tres mundos ajenos y próximos
que comparten vagos recuerdos
y una leve empatía al hermano

así eran antonio antonio y antonio
carne carne y carne




AMEDINILLA

10/3/21

de EL LIBRO SIN RESPUESTAS



¿Cuestión de grietas, rosas?

¿Ni tierra ni agua ni aire salvarán?

¿Tiemblan las iglesias o las algas?

¿Pasadizos en tus manos recién nacidas?

¿Dónde me llevas? 

¿Es otra la llave, hija de dios?

¿Un hogar en la palabra?

¿Hubo insectos?

¿Ángeles en llamas?

¿Cayendo, calmando?

¿Renacerás de las aguas
si lo inscribo en la arena?

¿Me leerás sin nacer?

¿No es acaso un milagro?

¿Desconoces mi escritura?

¿Señora de las Bestias?

¿Reina del zigurat?

¿El rostro no es mío y me besas?

¿Es un cuento?

¿Fever, ever?

¿Acaso no fui yo, siempre?



AMEDINILLA


9/3/21

de EL LIBRO DE CARNE Y SEBASTIAN






CARNE engaña a la noche. Los rayos de luna (siempre hay luna llena para estas ocasiones) salvan el aire denso de su dormitorio por las rendijas de la persiana entreabierta, y la perfilan, per se pintura plana como todo oriente; franjas blancas y oscuras sobre su cuerpo de cebra tendida, oyendo latir la noche entrecerrada, aplacando el run-run de aquel cansancio indefinido de su cabeza. Relax.  
Desde hacía treinta minutos, al menos -o eso opinó, torpe e indeciso como cualquier insecto ante el paso del tiempo humano- contemplaba aquel libro usado sobre sus piernas, las mil y una noches, húmedo de saliva y jugos, como un guardián indecoroso ante su cama de intensos colores, desnuda sin ningún rubor; contemplándola  a mitad del libro con tapas blandas y corteza negra de su propia existencia, siempre efímera; el amor, al inicio de esta historia verdadera.
A veces, lo que era de esperar de un guardián, con un brinco sigiloso como el rubor de un insecto, saltaba de su asiento al oír cualquier ruido extraño en la calle. Siempre hay ruidos donde hubo Carne. Frente a su ventana, por la pestaña entornada, sólo pudo entrever el espectáculo familiar de cualquier ciudad de provincias a altas horas de la noche expresionista: el mercader de Venecia con el culo al aire, la monja de clausura, cáscaras de avellanas, pipas y conchas, pitos y flautas, la memoria de ella, los farolillos, los cuatro o cinco japoneses que follarían como siempre, ocultos tras los árboles, el mulato metro sexual que los fotografía, con el beneplácito de la carne; alguna que otra voz delgada, tan similar a un recuerdo sin cuerpo, susurrando algo de alguien sobre el amor, musho musho musho y más, que siempre estaríamos juntos; del mismo modo vio, apostada sobre el naranjo, a la lechuza que sostenía en su pico la trenza oscura de su delicado moño rojo anudado, bamboleándose, mientras saltarín, complaciente, con la barba ya blanca, Sebastian arañaba el árbol, ladrando a la lechuza, guardián de la noche de los cielos; tres cáscaras de manzanas o más, dos de mandarinas, un preservativo arrugándose, láminas orinadas por el ayer y el bostezo de las hormigas del presente. En verdad, nada por lo que preocuparse... La noche inquieta y tensa, oculta por la belleza de su sueño. 

¡Ven a casa de inmediato, Sebastian, y trae esa maldita trenza! Olvida la lechuza. 

La noche comienza y la noche acaba. Sonreirán al despertar y nadie dirá nada de todo lo sucedido. Allí no hubo deudas ni sorpresas sino contemplación, bajo la noche blanca como leche espesa sobre su cuerpo desnudo. Aquí no habrá sorpresas, ni para mí ni para ella. Ni para Carne ante mí, ni para Sebastian frente a ambos, ya con su trenza en la boca.
La noche no pudo dar miedo cuando ambos se miran... y tres lo saben. El que duerme bajo la cama con la trenza. Quien la mira en silencio, bajo la noche palpitante. Y Carne, al fin, Carne de nuevo entre sus brazos, en los brazos del mundo, con su rabiosa sonrisa en los labios.


AMEDINILLA

8/3/21

de A V I A N A




hoy llego tarde
a lo que llamo azul

no soltaré
tu mano que crece
y me mira

pronto me hablarás
y calmaré tu vientre

como un manzano
al peregrino



AMEDINILLA

7/3/21

de A V I A N A





(aritmétrica)

criatura,
ello no fue ira

sino orgullo
de quemar
e l   m  u  n  d  o

que sucedía
un 28 de diciembre

y así, 
noches y días

en llamas
diariamente 

haz la cuenta, 
amor

te dejo la suma
me quedo la resta

+

(en tánger)

ayer supe

toda la verdad 
de mis padres

un chacal
y la sibila cumea

como cualquier hijo
 
ingrato

-

(pasos perdidos)

alguien alzará su mano

y lo seré todo 
de nuevo

suavemente
de nuevo

pero mi vida

ridículamente
sentenció



AMEDINILLA


 

1/3/21

de AVIANA





oh temperley
tus árboles exigían piedad

y me fue concedido
el mar

la luz del mediterráneo

y la risa 
maligna de los niños

como nubes y espinares
como fieras quejándose
como el amor no nacido

como el olvido
de un libro final

oh manderley



AMEDINILLA

28/2/21

de AVIANA






queso viejo en aceite de oliva
la vida en conservas de aceite de oliva

flota el queso en aceite de oliva
y no se liga con el aceite de oliva

cómo he amado el aceite de oliva

como levitante amarías
la saeta que te atraviesa
y no se mezcla con la carne

la que nos marca y segrega
blas de la casa mundana
como hijos de un sur olvidado

de la mano de dios en el cielo
y el aceite de oliva en la tierra



AMEDINILLA 

26/2/21

de LIBROS éditos : O L U M

 



10 

(de la duración de un canto selk’nam en la boca de un hombre blanco)

A un xo’on experimentado le llevará de treinta a cuarenta minutos acceder al primer poema, a la primera hierba heurística, al primer bosquejo, a la sagrada eucaristía de las mareas. Martín Gusinde lo sabe y, sin embargo, ha nacido condenadamente blanco, enfermo, cristiano, efímero y vestido: en él la Visión sólo pudo florecer con un parpadeo y en el mismo parpadeo desaparecer sin mayor esfuerzo. Pronto se transformará  en un xo’on peligroso para mi pueblo.

Mi y’aham’ lo sabe: los ojos lánguidos con marcadas aureolas de vicio, desde un tiempo sin medida, fijos en el mismo punto de su piel creciente, abre sus piernas brunas y acariciadas que gotean, araña y propone aquello que Gusinde desconoce: conmover la grieta y examinar la flora, amparar la brisa y la miel, el trinar y el espino, la carne cuando crece y decrece, explota o reingresa a mi pueblo a un mundo helado, bajo esta ardua labor amatoria.

El amor, de ese modo equívoco, es un trance falso para Gusinde, un falsete que pestañea hasta el próximo gemido que anide y se esfume, sin reciprocidad, sin arrojo ni compromiso. Martin entra y sale. Entra, sí. Pero él sólo quiere entrar, mi y’aham’. Y también lo sabes. Y el guanaco también lo huele, claro que lo sabe, lo sabe porque lo huele, porque aparece y desaparece cuando el hombre blanco se acerca (márren márren), un grito en el viento parpadeante.

–Cómo huele la carne del hombre blanco, qué usura.

«Entender no será suficiente.  Ayúdenlo  a nacer», suplicó el ákel de su rostro, de costado, frente a Mankasen de pie, de frente, frente a la cámara.

Los Selk’nam apodaron a Gusinde «mankasen», cazador de sombras (en lengua selk’nam: «man» es sombra, y «kasen», cazador).

                                     ¿Qué nombre me darán a mí?



A.MEDINILLA