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Daniel Blanco

La liga ha cambiado

A pesar de la derrota ante el Málaga, el Barcelona ha conseguido adelantar a un Real Madrid cansado y sin ideas.

A pesar de la derrota ante el Málaga, el Barcelona ha conseguido adelantar a un Real Madrid cansado y sin ideas.

Si nos dicen la tarde del 20 de diciembre, cuando el Madrid se proclamó campeón del Mundialito de clubes y era líder con cuatro puntos de ventaja, potencialmente siete con el partido aplazado ante el Sevilla, que el equipo de Ancelotti no iba a ser líder dos meses y medio después, tachamos de loco al que se hubiera atrevido a decir esas palabras. Pero la verdad es esa. El Madrid ha perdido el primer puesto a manos de un Barcelona que, aún pinchando inesperadamente hace dos sábados ante el Málaga, le ha arrebatado a su eterno rival la cabeza de la Liga.

El fútbol es muy cambiante y lo están comprobando los dos grandes de la Liga cada semana. Si el Barcelona estaba en crisis en noviembre, se recuperó en diciembre para volver a estar regular a principios de enero y no soltar una racha positiva desde mediados de aquel mes hasta hoy. Por el contrario, el Madrid empezó en crisis, la solventó en un octubre, noviembre y diciembre radiantes, la volvió a coger en enero, la pasó y ahora la vuelve a tener. Esto es el fútbol, no se crean que van a ganar los grandes todos los partidos hasta rozar los 100 puntos como hace unos años.

Ya, para empezar, ninguno de los dos llegará a esa cifra casi imposible. Es más, el título, con enfrentamientos directos de por medio, se cifrará en 90 puntos, como el año pasado. Y eso, si llegan porque, a estas alturas, ni Atlético ni Valencia se han descolgado del todo. Parece mentira. La Liga se ha igualado, es una sensación que venimos teniendo desde hace tiempo. El año pasado hubo una prueba irrefutable con el campeonato del Atlético y este año, siendo grandes favoritos los dos colosos de nuestro fútbol, andan mucho menos distanciados del tercero en discordia, al que este año se le ha sumado un cuarto y se le puede añadir un quinto.

El 4 de enero, tras perder en Valencia, el Madrid miraba con alivio cómo el Barcelona también tropezaba en San Sebastián. Desde entonces 24 puntos para los culés, 19 para los blancos; 35 goles azulgrana, 17 blancos; 13 victorias en 14 partidos y una final de Copa para el Barcelona, ocho puntos perdidos y eliminación en octavos del torneo copero para el Real Madrid. La vida ha cambiado, es evidente.

Pero el Madrid volverá a ganar y el Barcelona a perder. Se plantarán en el clásico del 22 de marzo con un resultado incierto. Los dos se batirán en Champions prácticamente hasta el final, si no pasa nada raro. Pero es verdad que el tema de las rotaciones vuelve a tomar el protagonismo. El otro día Sergio Valentín escribía en Libertad Digital lo mucho que está rotando el Barça, lo poco que lo hace el Madrid, con diferencias de hasta 1.000 minutos jugados más entre algunos jugadores de ambos equipos. Una barbaridad que se nota ahora, en el mes de marzo. El Madrid clama por la vuelta de Modric, también por la de Ramos, por darle un respiro a Kroos, porque Jesé se instale como una opción viable. Es urgente una revitalización del equipo.

El Barça no se escapa de algunos partidos malos, de tardes para el olvido. La tuvo ante el Málaga, la tuvo ante el Granada aunque la salvó. Sucede que ha llegado, por fin, Luis Suárez, con goles y asistencias que ayudan al equipo hasta el infinito. Lo ha hecho justo cuando peor ha estado Neymar, complementando al brasileño, haciendo que una carencia pueda ser virtud. Y ha llegado Messi que parece que no está, que alterna partidos buenos con otros regulares, con pocos malos, pero que ha igualado los 30 goles de Cristiano Ronaldo, cuando llegó a estar doce goles abajo en la tabla de Pichichi. Todo eso hace más fuerte al Barcelona.

Con todo esto el 22 de marzo hay un encuentro en el Camp Nou, que ahora resulta que no es tan básico para el Barcelona y es una final para el Madrid. Los de Ancelotti han convertido el poder contemporizar en el feudo blaugrana, en necesidad vital de ganar. Esto es el fútbol, cambiante, aunque algunos se limiten a verlo de la misma manera, sigan creyendo que esto es matemático. Ingenuos.

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