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viernes, 20 de febrero de 2015

Lanzamiento del «Mitonario Daniels»
UN PROCESO DECANTADO  DE VARIABLES 
QUE  COLIGEN EN POCOS
Por Moisés Eduardo Morante Narváez *
Preferí hacer un escrito, en vez de un discurso improvisado, fundamentado en que suelo olvidar la mitad de los temas a tratar cuando dejo al libre albedrío mi escasa elocuencia y también porque este documento amerita una disertación coherente y equivalente al esfuerzo del autor en la preparación del mismo. 
Lo primero que me asalta es el dilema de lograr la engorrosa tarea de sintetizar en una esquela el empeño de un hombre, con sus mil noches de insomnio, mil libros consultados, mil vocablos escogidos para brindar su legado en este «Mitonario Daniels». 
El mito es un evento prodigioso cuyos protagonistas son seres divinos, héroes divinizados o monstruos fantásticos que pretenden dar una explicación de la causa, por lo que el mito es etiológico es primigenio. 
A diferencia de la leyenda, ésta ocurre en un tiempo real, un momento histórico, con protagonistas reales en lugares reales. 
El mito es el fundamento de la cosmovisión de un pueblo, que viene de la tradición oral por lo que siempre encontraremos varias versiones del mismo, es una explicación a las creencias, no desde el punto de vista racional sino cultural y ontológico. 
Tiene como función el mito explicar los eventos, consolar o calmar a los individuos a través de un significado y simbolismo o una función pragmática fundamento de ciertas estructuras sociales. 
Con una aseveración certera y tal vez sacrílega me ufano en catalogar al autor (en nombre de los que él representa, una pléyade de investigadores silvestres que pululan en la provincia costeña) como el Zeus de las letras del caribe colombiano disputándose el Monte Parnaso y el Olimpo con otros muy pocos tercos soñadores ofreciendo, incluso la vida, en la búsqueda perenne del conocimiento. 
Joce G Daniels, autor de El Mitonario
La luz Divina se posó en este escritor de provincia para engalanar las artes colombianas; las grandes ciudades con contadas excepciones producen lumbreras; es el hombre de campo, aquel que sorbió los estímulos de la nativa naturaleza, que osó enrumbar su destino hacia las capitales donde otras inspiraciones, motivaciones e impulsos terminaron de cincelar ese don prodigado por la manigua, el rio, las recuas y el canto matutino del gallo, el leño que crepita y canta al arder en una hornilla de barro, el canto del vaquero y los cuentos de tío conejo y de tía zorra. 
Desde el campo a la ciudad se visibilizan los logros, qué tal si hubieran tenido la oportunidad de quienes derrochan cosas materiales. 
Esa versatilidad del provinciano es la respuesta al centralismo imperante que calcado en Bogotá se replica inmisericorde, en nuestra capital Cartagena, olvidando las penurias de la vasta provincia localizada al sur, ejerciendo omisión dolosa de nuestras justas aspiraciones; pero las retaliaciones culturales se hacen sentir cuando festejamos los carnavales con otras ciudades que comparten sueños colectivos logrando la unidad costeña, con poco apego a la ciudad que políticamente debe velar por la reivindicación social. 
Magallanes, Daniels y Moisés Morante N
El provinciano va a la vanguardia de todos los procesos culturales. 
Este Mitonario es un proceso decantado de variables que coligen en pocos, porque además del don de cuna, afianzado con la educación en el seno de la familia, el trance de las vivencias de «los ires y venires», esas variables fueron esculpiendo al investigador que no se satisface, que escudriña cada vertiente, que salta en la lectura de un tema y, que con parsimonia anota cada referencia en pos de la idea de escribir un libro. 
El próximo sábado (21/02/2015) celebraremos el día de nuestras lenguas nativas. 
En la costa Atlántica perviven los Chimilas con gran influencia en las tierras anegadizas del autor del Mitonario, lástima que no conocieran la escritura, como tampoco los Mocaná ni los Malibues, ni los Zenúes con su presencia viva, tampoco los tainos, los koguis ni los chibchas, sino este libro sería de dos tomos. 
Me siento identificado con el documento, ya que entre los aportantes aparece un cuasi coterráneo que fue mi gran amigo, don Jaime Castellar Ferrer, sanjacintero de pura cepa, lo que agradezco al autor por hacer ese recorderis. También porque alude al cerro de Maco, contiguo al pueblo que me vio nacer y que colinda con San Jacinto de Duanga, El Carmen de Bolívar. 
Conversaron sobre Mitos y Leyendas 
Muy a pesar de la escasa mitología y leyendas de nuestros pueblos el autor rescata algunos pasajes como la del Cristo de Mequenque de Ayapel, a Manexca deidad zenú, la leyenda de Caupolican guerrero araucano y otras leyendas que no son mitos pero que complementan el libro sin atentar con la directriz central como Tibris, legendario bandido griego inspirador de otros personajes más recientes como Robin Hood, y otras palabras y creencias que enriquecen sin ser mitos, me refiero a personajes como Poncio Pilatos, a Pinocho, al maranguango y al mal de ojo, a El Dorado buscado y nunca encontrado por los españoles, a la oniromancia y una palabra que el autor la cataloga como mito y que le puede costar la excomunión al profesor Joce Daniels en este tiempo de cuaresma, como es Cristofanía, fundamento de la Fe católica, cuando San Pablo aseveraba «Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe».
        *Palabras de presentación  del  Mitonario Daniels.
         
         Cartagena, febrero 19 de 2015
         Unicolombo


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