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Seccin de Obras de Sociologa

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

Traduccin de
Horacio Pons
Revisin y transliteracin
de trminos griegos
Hernn Martignone

MICHEL FOUCAULT

DEL GOBIERNO
DE LOS VIVOS
Curso en el Collge de France (19791980)
Edicin establecida por Michel Senellart,
bajo la direccin de Franois Ewald y Alessandro Fontana

FONDO DE CULTURA ECONMICA


Mxico Argentina Brasil Colombia Chile Espaa
Estados Unidos de Amrica Guatemala Per Venezuela

Primera edicin en francs, 2012


Primera edicin en espaol, 2014

Foucault, Michel
Del gobierno de los vivos : curso en el Collge de France (1979-1980). 1a ed. Ciudad Autnoma de Buenos Aires : Fondo de Cultura
Econmica, 2014.
441 p. ; 23x16 cm. (Sociologa)
Traducido por: Horacio Pons
ISBN 9789877190526
1. Sociologa. I. Horacio Pons, trad. II. Ttulo
CDD 301
Distribucin Amrica Latina.

Diseo de tapa: Caf Imagen


Ttulo original: Du gouvernement des vivants. Cours au Collge de France. 19791980
ISBN de la edicin original: 9782020881333
2012, Seuil/Gallimard
D.R. 2014, Fondo de Cultura Econmica de Argentina, S.A.
El Salvador 5665; C1414BQE Buenos Aires, Argentina
fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar
Carr. Picacho Ajusco 227; 14738 Mxico D.F.
ISBN: 9789877190526
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medio de impresin o digital, en forma idntica, extractada
o modificada, en espaol o en cualquier otro idioma,
sin autorizacin expresa de la editorial.
Impreso en Argentina Printed in Argentina
Hecho el depsito que marca la ley 11723

ndice general
Advertencia........................................................................................ 9
Clase del 9 de enero de 1980.............................................................. 17
Clase del 16 de enero de 1980............................................................ 39
Clase del 23 de enero de 1980............................................................ 65
Clase del 30 de enero de 1980............................................................ 93
Clase del 6 de febrero de 1980............................................................ 115
Clase del 13 de febrero de 1980.......................................................... 137
Clase del 20 de febrero de 1980.......................................................... 167
Clase del 27 de febrero de 1980.......................................................... 195
Clase del 5 de marzo de 1980............................................................. 221
Clase del 12 de marzo de 1980........................................................... 253
Clase del 19 de marzo de 1980........................................................... 285
Clase del 26 de marzo de 1980........................................................... 325
Resumen del curso............................................................................. 359
Situacin del curso............................................................................. 365
ndice de conceptos............................................................................ 399
ndice de trminos griegos.................................................................. 425
ndice de nombres.............................................................................. 427
ndice analtico................................................................................... 435

Advertencia
Michel Foucault dict clases en el Collge de France desde enero de 1971
hasta su muerte, en junio de 1984, con la excepcin de 1977, cuando disfrut
de un ao sabtico. El nombre de su ctedra era Historia de los Sistemas de
Pensamiento.
Esta ctedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, segn una propuesta de
Jules Villemin, por la asamblea general de profesores del Collge de France, en
remplazo de la ctedra de Historia del Pensamiento Filosfico, que hasta su muerte
ocup Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea eligi a Michel
Foucault, que por entonces tena 43 aos, como titular de la nueva ctedra.1
Foucault dict la leccin inaugural el 2 de diciembre de 1970.2
La enseanza en el Collge de France obedece a reglas particulares. Los profe
sores tienen la obligacin de dictar veintisis horas de ctedra por ao (la mitad,
como mximo, puede adoptar la forma de seminarios).3 Cada ao deben expo
ner una investigacin original, lo cual les exige una renovacin constante del
contenido de su enseanza. La asistencia a los cursos y seminarios es comple
tamente libre; no requiere ni inscripcin ni ttulo alguno. El profesor tampoco
los entrega.4 En la jerga del Collge de France, se dice que los profesores no
tienen alumnos sino oyentes.
1

Michel Foucault haba concluido con esta frmula un opsculo redactado en apoyo de su
candidatura: Habra que emprender la historia de los sistemas de pensamiento (Michel Foucault,
Titres et travaux, en Dits et crits, 19541988 [en adelante, de], ed. de Daniel Defert y Franois
Ewald con la colaboracin de Jacques Lagrange, 4 vols., Pars, Gallimard, 1994; vase vol. 1,
nm. 71, p. 846).
2
Sera publicada en mayo de 1971 por la editorial Gallimard, con el ttulo de LOrdre du
discours [trad. esp.: El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987].
3
Cosa que hizo Michel Foucault hasta principios de la dcada de 1980.
4
En el marco del Collge de France.
9

10

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los mircoles, desde


principios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa
y compuesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos,
muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collge de France.
Foucault se quej con frecuencia de la distancia que sola haber entre l y
su pblico y de los escasos intercambios que la forma del curso haca
posibles.5 Soaba con un seminario que fuera el mbito de un verdadero
trabajo colectivo. Trat de conseguirlo de diversas maneras. Los ltimos
aos, a la salida del curso, dedicaba bastante tiempo a responder a las pre
guntas de los oyentes.
En 1975, as retrataba el periodista Grard Petitjean, de Le Nouvel Observateur,
la atmsfera reinante en esos cursos:
Cuando Foucault entra en el anfiteatro, rpido, precipitado, como alguien que
fuera a arrojarse al agua, pasa por encima de algunos cuerpos para llegar a su
silla, aparta los grabadores para colocar sus papeles, se saca la chaqueta, enciende
una lmpara y arranca, a cien por hora. Una voz fuerte, eficaz, reproducida por
los altoparlantes, nica concesin al modernismo en una sala apenas iluminada
por la luz que se eleva de unos pilones de estuco. Hay trescientos lugares y
quinientas personas apiadas, que ocupan hasta el ms mnimo espacio libre.
[] Ningn efecto de oratoria. Es lmpido y tremendamente eficaz. Sin la
menor concesin a la improvisacin. Foucault tiene doce horas para explicar,
en un curso pblico, el sentido de su investigacin durante el ao que acaba de
terminar. Entonces, se cie al mximo y llena los mrgenes como esos corres
ponsales que todava tienen demasiado que decir una vez llegados al final de la
hoja. A las 19:15 se detiene. Los estudiantes se abalanzan sobre su escritorio.
No para hablarle, sino para apagar los grabadores. No hay preguntas. En el
tropel, Foucault est solo.

En 1976, con la esperanza vana de que la concurrencia disminuyera, Foucault cam


bi el horario del curso, que pas de las 17:45 a las 9 de la maana. Vase Michel Foucault, Il
faut dfendre la socit. Cours au Collge de France, 19751976, ed. de Mauro Bertani y Alessandro
Fontana, bajo la direccin de Franois Ewald y Alessandro Fontana, Pars, Gallimard y Seuil,
col. Hautes tudes, 1997, comienzo de la primera clase (7 de enero de 1976) [trad. esp.: Defender
la sociedad. Curso en el Collge de France (19751976), Buenos Aires, Fondo de Cultura
Econmica, 2000].

ADVERTENCIA11

Y Foucault comenta:
Sera conveniente poder discutir lo que he expuesto. A veces, cuando la clase
no fue buena, bastara poca cosa, una pregunta, para volver a poner todo en su
lugar. Pero esa pregunta nunca se plantea. En Francia, el efecto de grupo hace
imposible cualquier discusin real. Y como no hay un canal de retorno, el curso
se teatraliza. Tengo una relacin de actor o de acrbata con las personas pre
sentes. Y cuando termino de hablar, una sensacin de soledad total6

Michel Foucault abordaba su enseanza como un investigador: exploraciones


para un libro futuro, desciframiento, tambin, de campos de problematizacin,
que solan formularse ms bien como una invitacin lanzada a eventuales inves
tigadores. Por eso los cursos en el Collge de France no duplican los libros
publicados. No son su esbozo, aunque haya temas comunes entre unos y otros.
Tienen su propio estatus. Suponen un rgimen discursivo especfico en el
conjunto de los actos filosficos efectuados por Michel Foucault. En ellos, este
despliega muy en particular el programa de una genealoga de las relaciones
saber/poder en funcin del cual, a partir de principios de la dcada de 1970,
pensar su trabajo, en oposicin al programa de una arqueologa de las forma
ciones discursivas hasta entonces predominante.7
Los cursos tambin tenan una funcin en la actualidad del momento. El
oyente que participaba en ellos no se senta nicamente cautivado por el relato
que se construa semana tras semana, no solo era seducido por el rigor de la
exposicin; tambin encontraba en ella una dilucidacin del presente. El arte de
Michel Foucault consista en abordar en diagonal la actualidad a travs de la
historia. Poda hablar de Nietzsche o de Aristteles, de la pericia psiquitrica en
el siglo xix o de la pastoral cristiana: el oyente siempre extraa de esos temas una
luz sobre el presente y los acontecimientos de los que era contemporneo. El poder
propio de Michel Foucault en sus cursos obedeca a ese sutil cruce entre una
erudicin sabia, un compromiso personal y un trabajo sobre el acontecimiento.

Grard Petitjean, Les Grands Prtres de luniversit franaise, en Le Nouvel Observateur,


7 de abril de 1975.
7
Vase en particular Michel Foucault, Nietzsche, la gnalogie, lhistoire, en de, vol. 2,
nm. 84, p. 137 [trad. esp.: Nietzsche, la genealoga, la historia, Valencia, PreTextos, 1988].

12

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

***
La dcada de 1970 presenci el desarrollo y el perfeccionamiento de las graba
doras de casetes, y el escritorio de Foucault pronto se vio invadido por ellas.
De tal modo, los cursos (y algunos seminarios) pudieron conservarse.
Esta edicin toma como referencia la palabra pronunciada pblicamente
por Michel Foucault. Da de ella la transcripcin ms literal posible.8 Habramos
deseado poder publicarla sin modificaciones. Pero el paso de lo oral a lo escrito
impone una intervencin del editor: como mnimo, es preciso introducir una
puntuacin y recortar los prrafos. El principio consisti siempre en mantenerse
lo ms cerca posible del curso efectivamente dictado.
Cuando pareci indispensable, se suprimieron las reiteraciones y las repe
ticiones; se restablecieron las frases interrumpidas y se rectificaron las construc
ciones incorrectas.
Los puntos suspensivos indican que la grabacin es inaudible. Cuando la
frase es oscura, figura entre corchetes una integracin conjetural o un agregado.
Un asterisco a pie de pgina indica las variantes significativas de las notas
utilizadas por Michel Foucault con respecto a lo dicho.
Se verificaron las citas y se sealaron las referencias de los textos utilizados.
El aparato crtico se limita a dilucidar los puntos oscuros, explicitar ciertas
alusiones y precisar los puntos crticos.
Para facilitar la lectura, cada clase est precedida por un breve sumario que
indica sus principales articulaciones.
Sigue al texto del curso el resumen publicado en el Annuaire du Collge de
France. En general, Michel Foucault lo redactaba en junio, vale decir, algn
tiempo despus de la finalizacin del curso. Sola aprovecharlo para poner de
relieve, retrospectivamente, su intencin y sus objetivos. El resumen constituye
su mejor presentacin.
Cada volumen termina con una situacin cuya responsabilidad corres
ponde a su editor: se trata de brindar al lector elementos contextuales de orden
biogrfico, ideolgico y poltico, reubicar el curso en la obra publicada y dar
indicaciones concernientes a su lugar dentro del corpus utilizado, a fin de

Se utilizaron en particular las grabaciones realizadas por Grard Burlet y Jacques Lagrange,
guardadas en el Collge de France y el Institut Mmoires de ldition Contemporaine (imec).

ADVERTENCIA13

facilitar su comprensin y evitar los contrasentidos que podra suscitar el olvido


de las circunstancias en las que cada uno de los cursos se elabor y dict.
La edicin de Del gobierno de los vivos, curso dictado en 1980, fue estable
cida por Michel Senellart.
***
Con esta edicin de los cursos del Collge de France se publica una nueva zona
de la obra de Michel Foucault.
En sentido propio, no se trata de inditos, porque esta edicin reproduce la
palabra pronunciada pblicamente por Foucault, con exclusin del soporte escrito
que utilizaba y que poda ser muy elaborado. Daniel Defert, que posee esas notas,
permiti a los editores consultarlas. Le estamos vivamente agradecidos.
Esta edicin de los cursos en el Collge de France ha sido autorizada por
los herederos de Michel Foucault, que desearon con ello satisfacer la muy intensa
demanda de que eran objeto, tanto en Francia como en el extranjero. Y esto
en indiscutibles condiciones de seriedad. Los editores han procurado estar a la
altura de la confianza que depositaron en ellos.
Franois Ewald y Alessandro Fontana

Curso
Ciclo lectivo 19791980

Clase del 9 de enero de 1980


La sala de justicia de Septimio Severo. Comparacin con la historia
de Edipo Ejercicio del poder y manifestacin de la verdad. La
aleturgia como manifestacin pura de lo verdadero. No hay hegemo
na sin aleturgia Permanencia de esa relacin entre poder y verdad
hasta la poca moderna. Dos ejemplos: los cursos reales y la razn de
Estado y la cacera de brujas (Bodin) Proyecto del curso de este ao:
elaborar la nocin de gobierno de los hombres por la verdad. Des
plazamiento respecto del tema del podersaber: del concepto de poder
al de gobierno (curso de los dos aos anteriores); del concepto de
saber al problema de la verdad Cinco maneras de concebir las rela
ciones entre ejercicio del poder y manifestacin de la verdad: el prin
cipio de Botero, el principio de Quesnay, el principio de SaintSimon,
el principio de Rosa Luxemburgo, el principio de Solzhenitsyn. Su
estrechez. La relacin entre gobierno y verdad, anterior al nacimiento
de una gubernamentalidad racional; una relacin que se entabla en
un nivel ms profundo que el de los conocimientos tiles.

Con referencia al emperador romano que se llamaba Septimio Severo y que


rein, como todos saben bueno, como yo, en todo caso, lo s desde ayer,
en la transicin del siglo ii al siglo iii, entre 193, creo, y 211,1 el historiador
1
Septimio Severo (Lucius Septimius Severus, 146211), emperador romano de 193 a 211.
Nacido en Leptis Magna (Tripolitana) y perteneciente a una familia originaria de la Galia,
ejerci en un principio diversos cargos (senador, cuestor, procnsul) en frica, para comandar
luego las legiones de Iliria que lo proclamaron emperador despus de la muerte violenta de
Pertinax. Reconocido por el Senado, derrot a continuacin a sus dos rivales, Pescenio Nger,
apoyado por toda Asia, y Albino, el preferido de las legiones de Britania.

17

18

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

Din Casio cuenta la siguiente historia.2 Septimio Severo haba hecho construir
un palacio3 y en l, claro est, una gran sala solemne en la cual daba audiencia,
emita sus sentencias e imparta justicia. Y en el techo de esta sala de su palacio,
Septimio Severo haba hecho pintar una representacin del cielo, una repre
sentacin del cielo estrellado, pero no cualquier cielo, ni cualesquiera estrellas,
ni cualquier posicin de los astros representados. Haba hecho representar
exactamente el cielo de su nacimiento, la conjuncin de estrellas que haba
presidido su nacimiento y por consiguiente su destino. Al hacer eso, o hacer
hacer eso, Septimio Severo tena desde luego unas cuantas intenciones muy
claras y explcitas que es bastante fcil reconstruir. Su inters radicaba, a no
dudar, en inscribir las sentencias particulares y coyunturales que l dictaba
dentro del sistema mismo del mundo, y mostrar que el logos que rega ese
orden del mundo y que haba regido su nacimiento era el mismo que organizaba,
fundaba y justificaba las sentencias pronunciadas por l. Lo que l deca en una
circunstancia particular del mundo, lo que deca en un kairs particular, como
2

Din Casio, historiador griego (ca. 155240). De su monumental Historia romana en


ochenta libros solo se han conservado los libros 37 a 59. El pasaje mencionado por Michel
Foucault est en el libro 77, 1, conocido por el resumen del monje bizantino Juan Xifilino (fines
del siglo xi); vase Din Casio, Dios Roman History, trad. ingl. de E. Cary, vol. 9 [1927],
Cambridge (ma) y Londres, Harvard University Press y William Heinemann, col. The Loeb
Classical Library, 1982, pp. 261263; trad. fr.: Histoire romaine, trad. de E. Gros, vol. 10, Pars,
Firmin Didot, 1870 [trad. esp.: Historia de Roma, Madrid, Gredos, 2004]: Severo volvi en
tonces sus armas contra Britania, porque vea que sus hijos llevaban una vida intemperante y las
legiones se ablandaban en medio del ocio, y lo hizo a pesar de saber que no volvera. Lo saba
sobre todo por el conocimiento de los astros bajo los cuales haba nacido (los haba hecho pin
tar en el techo de las salas de su palacio donde imparta justicia; de modo que, con la excepcin
del momento preciso que se relacionaba con la hora en que l haba venido al mundo con su
horscopo, como suele decirse, todo el mundo poda verlos, porque ese momento no se re
presentaba del mismo modo de cada lado); lo saba adems por haberlo odo de labios de los
adivinos. En efecto, en la base de una de sus estatuas, instalada cerca de la puerta por la cual
deba hacer salir a su ejrcito y mirando a la calle que conduca a ella, cay un rayo que borr
tres letras de su nombre; y por esa razn, como lo haban declarado los adivinos, no volvi a ese
lugar y muri tres aos despus. De esa expedicin obtuvo sumas considerables (la referencia
dada aqu es 76, 11).
3
Se trata sin duda del Septizonium (o Septizodium), monumento hoy desaparecido, cons
truido al sudeste del Palatino, y del que subsistieron vestigios hasta el siglo xvi. El papa Sixto V
lo hizo demoler en 1588. En l, el emperador habra acondicionado una sala donde l mismo
estaba representado como el Sol rodeado por los siete planetas.

CLASE DEL 9 DE ENERO DE 198019

diran los estoicos, era precisamente el orden mismo de las cosas tal como haban
sido determinadas en lo alto de una vez y para siempre. Su inters radicaba asi
mismo en mostrar que su reino se haba fundado en los astros y que l, el solda
dote de Leptis Magna, que haba tomado el poder por la fuerza y la violencia,
no lo haba hecho por error, por azar o debido a un complot cualquiera de los
hombres; era la necesidad misma del mundo la que lo haba convocado al lugar
donde ahora estaba. Y lo que el derecho no haba podido fundar, su reino, su
toma del poder y los astros lo haban justificado de una vez por todas. Tercero y
ltimo, se trataba de mostrar de antemano cul era su fortuna, la del emperador,
y hasta qu punto era fatal, inevitable, inaccesible, en qu medida resultaba
imposible para cualquiera, cualquier conspirador, rival o enemigo que fuera,
apoderarse de ese trono que, segn haban mostrado los astros, le corresponda
a l y contra el cual nada, en lo sucesivo, poda prevalecer. Su fortuna era buena,
su fortuna era segura: el pasado as lo indicaba, pero en cuanto al futuro las
cosas tambin estaban definitivamente selladas. Por lo tanto, actos inciertos y
especficos, un pasado hecho de azar y de suerte, un porvenir que nadie, desde
luego, poda conocer, pero del que algunos podan aprovecharse para amenazar
al emperador: todo eso se inverta y, convertido en necesidad, deba verse en el
techo de la sala donde Septimio Severo dictaba sus sentencias como una verdad.
Lo que se manifestaba aqu, abajo iba a decir en el suelo, como poder,
poda y deba descifrarse como verdad en la noche del cielo.
Severo era, sin embargo, un hombre prudente, porque si bien haba hecho
representar su cielo astral en el techo de la sala donde pronunciaba las senten
cias, haba no obstante un pedacito de ese cielo que no estaba representado,
que l ocultaba con esmero y que solo se representaba en otro aposento, la
cmara misma del emperador a la que nicamente este y algunos de sus ntimos
tenan acceso. Y ese pedacito de cielo que nadie tena derecho a ver, que solo
el emperador conoca, por supuesto, era lo que en sentido estricto se llama el
horscopo, lo que permite ver la hora: la hora que es, cl--aro, la de la muerte.
Nadie, sin duda, tena acceso al cielo de la muerte, el cielo que fijaba el final
del destino del emperador, el final de su fortuna.
El cielo estrellado de Septimio Severo, por encima de su justicia, es de
manera casi evidente el reverso mismo de la historia de Edipo.4 Puesto que
4

Vase Sfocles, dipe roi [1922], ed. y trad. de P. Masqueray, 4 ed., Pars, Les Belles
Lettres, col. des Universits de France, 1946 [trad. esp.: Edipo rey, en Tragedias completas, Madrid,

20

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

Edipo era aquel que tena su destino no encima de la cabeza en un cielo estre
llado representado en un techo, sino atado a los pies, atado a sus pasos, atado
al suelo y los caminos que iban de Tebas a Corinto y de Corinto a Tebas. Tena
en los pies, debajo de los pies, su destino, un destino que nadie conoca, ni l
ni ninguno de sus sbditos. Un destino que iba a llevarlo a la perdicin, claro
est, y no hay que olvidar que, al comienzo de la pieza de Sfocles, vemos a
Edipo que, llamado por la poblacin vctima de la peste, tambin dicta una
sentencia solemne. Tambin l seala lo que hay que hacer, y dice: aquel cuya
mancha sea responsable de la peste en la ciudad de Tebas deber ser expulsado.5
Tambin l, por lo tanto, ha pronunciado una sentencia; una sentencia que se
inscribe, tambin ella, en la fatalidad de un destino. Pero esa fatalidad de un
destino que va a retomar y dar su sentido a la sentencia de Edipo es precisa
mente la trampa en que este va a caer. Y en tanto que Septimio Severo impar
ta justicia y dictaba sus sentencias con el fin de inscribirlas en un orden del
mundo absolutamente visible que las fundaba en el derecho, la necesidad y la
verdad, el desdichado Edipo pronuncia una sentencia fatal que se inscribe en
un destino envuelto por entero en la noche y la ignorancia y que constituye,
por consiguiente, su propia trampa.
Podemos encontrar otra analoga un poco sofisticada en el hecho de
que, si faltaba en efecto un pedazo de cielo en el techo de la sala de audiencias
de Septimio Severo, en el misterio de Edipo y su destino exista un fragmento
que, al contrario, no era desconocido. Haba un pastor que haba sido testigo
de lo ocurrido en el momento del nacimiento de Edipo y haba visto cmo
haba muerto Layo. Es el pastor al que finalmente se va a buscar a lo ms remoto
del campo y que va a dar su testimonio. Y es l quien dir que el culpable es
Edipo. En lo ms remoto de la campia de Tebas haba pues un pedacito
conocido y visible, al menos para una persona, del destino de Edipo. Haba
algo as como el equivalente del aposento del emperador, pero era la choza del

Ctedra, 1998] (edicin de referencia: vase Michel Foucault, Leons sur la volont de savoir.
Cours au Collge de France, 19701971, suivi de Le savoir ddipe, ed. de D. Defert bajo la
direccin de F. Ewald y A. Fontana, Pars, Gallimard y Seuil, col. Hautes tudes, 2011, p. 192,
n. 1 [trad. esp.: Lecciones sobre la voluntad de saber. Curso en el Collge de France (19701971),
seguido de El saber de Edipo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2012]).
5
Vase Sfocles, dipe roi, op. cit., vv. 236244, p. 144. Foucault resume aqu el fallo
pronunciado por Edipo ante los tebanos.

CLASE DEL 9 DE ENERO DE 198021

pastor. Y en esa choza del pastor el destino iba a cumplirse o, en todo caso, a
manifestarse. El emperador ocultaba el cielo de su muerte. El pastor, por su
parte, conoca el secreto del nacimiento de Edipo.
Se darn cuenta entonces de que el antiEdipo existe, sin duda. Din Casio
ya lo conoca.
Me dirn que todo esto son juegos un poco culturales y sofisticados, y que si
Septimio Severo haba hecho representar as por encima de su cabeza el cielo
estrellado que presida su justicia, su destino, su fortuna, y quera que los hombres
leyesen como verdad lo que l haca como poltica, lo que haca en trminos de
poder, no se trataba sino de los juegos de un emperador atrapado en el vrtigo
de su propia fortuna. Despus de todo, era muy lgico que ese soldado africano
llegado a las cimas del imperio procurara fundar en el cielo de una necesidad
mgicoreligiosa una soberana que el derecho por otro lado, igualmente mgico
y religioso no poda reconocerle. Y era del todo lgico que ese hombre fascinado
por los cultos orientales tratara, por su parte, de sustituir por el orden mgico
de los astros el orden racional del mundo, ese orden racional del mundo que su
penltimo antecesor, Marco Aurelio, haba querido plasmar en un gobierno
estoico del imperio.6 Era como el eco mgico, oriental, religioso, de lo que haban
querido hacer los grandes emperadores estoicos del siglo ii: gobernar el imperio
solo dentro de un orden manifiesto del mundo y procurar que ese gobierno fuera
la manifestacin del orden del mundo como una verdad.
De hecho, si bien es cierto que la coyuntura poltica individual de Septimio
Severo, as como el clima en que se haba pensado el concepto del gobierno
6

Marco Aurelio (121180), emperador romano de 161 a 180, autor de la obra que conocemos
con el nombre de Meditaciones. Tuvo dos sucesores anteriores a Septimio Severo: su hijo Cmodo
(180192) y Pertinax (enero a marzo de 193), que murieron asesinados. Sobre el personaje del
prncipe filsofo, vase Michel Foucault, LHermneutique du sujet. Cours au Collge de France,
19811982, ed. de F. Gros bajo la direccin de F. Ewald y A. Fontana, Pars, Gallimard y Seuil,
col. Hautes tudes, 2001, pp. 191194 [trad. esp.: La hermenutica del sujeto. Curso en el Collge
de France (19811982), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2002]. Sobre la relacin de
Septimio Severo con los cultos orientales, vase Jean Danilou, Origne, Pars, La Table Ronde,
col. Le Gnie du Christianisme, 1948, p. 35 [trad. esp.: Orgenes, Buenos Aires, Sudamericana,
1958]: La invasin [de esos cultos, que haba comenzado con los Antoninos] llega a su momento
culminante con la expansin de los cultos sirios durante el gobierno de los Severos. El jefe de la
dinasta, Septimio Severo, se haba casado, en efecto, con la hija de un gran sacerdote sirio, Julia
Domna. Esta introdujo en la corte los cultos sirios y, en particular, el culto solar.

22

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

imperial durante el siglo ii, pueden justificar la preocupacin de aquel por inscri
bir el ejercicio de su poder en esa manifestacin de verdad y justificar de tal forma
sus abusos de poder en los trminos mismos del orden del mundo, y si bien, por
lo tanto, todo ese clima, ese contexto, esa coyuntura particular pueden justificarlo,
creo no obstante que nos costara mucho encontrar el ejemplo de un poder que
no se ejerza sin acompaarse, de una manera u otra, de una manifestacin de
verdad. Ustedes me dirn que, por un lado, todo el mundo lo sabe y que yo no
he dejado de decirlo, de repetirlo, de machacarlo. En efecto, cmo se podra
gobernar a los hombres sin saber, sin conocer, sin informarse, sin tener algn
conocimiento del orden de las cosas y la conduccin de los individuos? En suma,
cmo se podra gobernar sin conocer lo que se gobierna, sin conocer a aquellos
a quienes se gobierna y sin conocer la manera de gobernar a esos hombres y esas
cosas? De todos modos, y fue por eso que me extend un poco en el ejemplo de
Septimio Severo, creo que puede y debe suscitarse muy rpidamente la sospecha
de que no se trata simplemente y del todo de eso. En otras palabras, no se trata
simplemente de la necesidad e iba a decir econmica de conocer lo que se
gobierna y cmo gobernar, no se trata simplemente de la necesidad utilitaria que
puede permitir apreciar la importancia del fenmeno que yo intentaba indicar, a
saber, la relacin entre el ejercicio del poder y la manifestacin de la verdad.
[Primero,] me parece y tambin en este punto quedmonos en el ejemplo
de Septimio Severo que esa verdad cuya manifestacin acompaa el ejercicio
del poder desborda con amplitud los conocimientos que son tiles para el
gobierno. Despus de todo, las estrellas que Septimio Severo haca representar
por encima de su cabeza y de la cabeza de las personas a quienes imparta jus
ticia, cul era la necesidad inmediata, racional que l poda tener de ellas? No
hay que olvidar que el reinado de Septimio Severo coincidi con la poca en
que vivieron unos cuantos grandes juristas como Ulpiano7 y que el conocimiento
jurdico, la reflexin jurdica, distaban de estar ausentes en la poltica misma
del emperador.8 E incluso ms all del conocimiento, del saber de juristas como
7
Ulpiano (Domitius Ulpianus) (ca. 170228), uno de los grandes jurisconsultos romanos,
miembro, con Papiniano, del Consejo Imperial, que bajo Septimio Severo se convirti en el
principal rgano de la administracin del imperio. Una parte importante de su obra se conserv
gracias al Digesto, redactado en el siglo vi por orden de Justiniano, y alrededor de un tercio del
cual procede de sus escritos.
8
l mismo haba tenido una formacin jurdica.

CLASE DEL 9 DE ENERO DE 198023

Ulpiano, Septimio Severo necesitaba esa manifestacin complementaria, exce


siva e iba a decir no econmica de la verdad. Segundo, lo que me parece
menester destacar es que la manera misma en que esa verdad, esa verdad un
poco lujosa, un poco complementaria, un poco excesiva, un poco intil, la
manera como esa verdad se manifiesta no es del todo del orden del conocimiento,
de un conocimiento formado, acumulado, centralizado, utilizado.* En el ejem
plo del cielo estrellado vemos una especie de manifestacin pura de lo verdadero:
manifestacin pura del orden del mundo en su verdad, manifestacin pura del
destino del emperador y de la necesidad que lo rige, manifestacin pura de la
verdad sobre la cual se fundan en ltima instancia las sentencias del prncipe.
Manifestacin pura, manifestacin fascinante que est destinada, en esencia,
no tanto a demostrar, a probar algo, a refutar una falsedad, como a mostrar
simplemente, a develar la verdad. En otras palabras, para Septimio Severo no
se trataba de establecer, mediante una serie de procedimientos, la verdad de tal
o cual tesis, como la legitimidad de su poder o la justicia de tal o cual sentencia.
No se trataba, en consecuencia, de establecer la exactitud de lo verdadero en
oposicin a una falsedad que se refutara y suprimiera. Se trataba esencialmente
de hacer surgir la verdad misma, contra el fondo de lo desconocido, contra el
fondo de lo oculto, contra el fondo de lo invisible, contra el fondo de lo impre
visible. La cuestin, por consiguiente, no pasaba tanto por organizar un cono
cimiento, no pasaba por la organizacin de un sistema utilitario de conocimien
tos necesario y suficiente para ejercer el gobierno. Se trataba de un ritual de
manifestacin de la verdad, que mantena con el ejercicio del poder unas cuan
tas relaciones que no pueden sin duda reducirse a la utilidad lisa y llana, aun
cuando el clculo no estuviera ausente de ellas, y lo que me gustara volver a
aprehender de algn modo es la naturaleza de las relaciones entre ese ritual de
manifestacin de la verdad y el ejercicio del poder.
Digo ritual de manifestacin de la verdad porque con ello no se trata lisa
y llanamente de lo que podramos llamar una actividad ms o menos racional
de conocimiento. Me parece que el ejercicio del poder, tal como podemos
encontrar uno de sus ejemplos en la historia de Septimio Severo, se acompaa
de un conjunto de procedimientos verbales o no verbales que pueden ser, en
consecuencia, del orden de la informacin recogida, del orden del conocimiento,
del orden de la acumulacin, en tablas, fichas y notas, de una serie de datos, y
* Sigue una palabra inaudible.

24

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

que pueden ser tambin rituales, ceremonias, diversas operaciones de magia,


de adivinacin, de consulta de los orculos y los dioses. Se trata pues de un
conjunto de procedimientos, verbales o no, mediante los cuales se saca a la luz
y esta puede ser tanto la conciencia individual del soberano como el saber
de sus consejeros o la manifestacin pblica algo que se afirma o, ms bien,
se postula como verdadero, sea claro est por su oposicin a una falsedad que
ha sido suprimida, discutida, refutada, pero tambin, tal vez, por arrancamiento
a lo oculto, por disipacin de lo olvidado, por conjuro de lo imprevisible.
En consecuencia, no me limitar a decir que el ejercicio del poder supone
en quienes [gobiernan]* algo as como un conocimiento, un conocimiento til
y utilizable. Dir que el ejercicio del poder se acompaa en forma bastante
constante de una manifestacin de verdad entendida en ese sentido muy amplio.
Y, para tratar de encontrar una palabra que corresponda, no, por lo tanto, al
conocimiento til para quienes gobiernan, sino a esa manifestacin de verdad
correlativa del ejercicio del poder, buscando entonces palabras, encontr una
que no es muy honorable, porque prcticamente solo fue utilizada, e incluso
bajo otra forma, por un gramtico griego de los siglos iii o iv en fin, los
eruditos me corregirn, un gramtico que se llama Herclides y que usa el
adjetivo 802@Lk(ZH para decir que alguien dice la verdad.9 z!802@Lk(ZH es
lo veraz. Y por consiguiente, si a partir de 802@Lk(ZH forjamos la palabra
ficticia alethourga, aleturgia, podramos llamar aleturgia al conjunto de los
procedimientos posibles, verbales o no, por los cuales se saca a la luz lo que se
postula como verdadero en oposicin a lo falso, lo oculto, lo indecible, lo impre
visible, el olvido, y decir que no hay ejercicio del poder sin algo parecido a una
aleturgia. E incluso puesto que, como sabrn, adoro las palabras griegas y el
ejercicio del poder se llama en griego hegemona, no en el sentido que damos
hoy a este trmino: simplemente, la hegemona es el hecho de encontrarse a la
cabeza de los otros, conducirlos y conducir en cierta forma su conducta dir:
* Michel Foucault: lo ejercen.
9
Vase Anatole Bailly, Dictionnaire grecfranais [1894], ed. rev. por L. Schan y P. Chantraine,
16 ed., Pars, Hachette, 1950, p. 77: 802@Lk(ZH: que acta francamente, Hercl[ito],
Aleg. [= Alegoras de Homero], 67 (802H k(@<). Herclito [Homrico], citado en la lista
de autores, p. xx, es presentado as: Gramtico, lugar y fecha desconocidos [ed. E. Mehler,
1851]. Para mayores precisiones, vase Pseudo Herclito, Allgories dHomre [1962], ed. y trad.
de F. Buffire, 2 ed., Pars, Les Belles Lettres, 1989 [trad. esp.: Alegoras de Homero, Madrid,
Gredos, 1989].

CLASE DEL 9 DE ENERO DE 198025

es probable que no haya ninguna hegemona que pueda ejercerse sin algo pare
cido a una aleturgia. Esto para decir, de una manera brbara y complicada, que
lo que llamamos conocimiento, es decir, la produccin de la verdad en la con
ciencia de los individuos mediante procedimientos lgicoexperimentales, no
es despus de todo sino una de las formas posibles de la aleturgia. La ciencia, el
conocimiento objetivo, no es sino uno de los casos posibles de todas esas formas
a travs de las cuales se puede manifestar lo verdadero.
Ustedes me dirn que todo esto es discusin de escuela y entretenimiento un
poco lateral, puesto que, si es cierto que en trminos muy generosos puede decirse
que no hay ejercicio del poder, no hay hegemona sin algo parecido a los rituales
o formas de manifestacin de la verdad, no hay hegemona sin aleturgia, desde
hace unos siglos todo eso se redujo por fortuna a problemas, tcnicas y procedi
mientos mucho ms eficaces y racionales que, por ejemplo, la representacin del
cielo estrellado por encima de la cabeza del emperador, y ahora tenemos un
ejercicio del poder que se ha racionalizado como arte de gobernar, un arte de
gobernar que dio lugar [a] o se apoy en unos cuantos conocimientos objetivos
que son los conocimientos de la economa poltica, la sociedad, la demografa,
toda una serie de procesos.10 Coincido por completo con eso. Bueno, coincido
casi por completo con eso, coincido bastante parcialmente con eso. Y querra
[admitir] que la serie de fenmenos a los que hago alusin, por medio de la
historia de Septimio Severo, es una especie de aura residual que da testimonio
de cierto arcasmo en el ejercicio del poder, que todo eso hoy casi ha desaparecido
y que nos encontramos ante un arte racional de gobernar del que justamente les
habl las ltimas veces. Querra simplemente hacer notar dos cosas.
10

Sobre los conocimientos objetivos en los que se apoya el arte de gobernar desde los siglos
y xviii, vanse Michel Foucault, Scurit, territoire, population. Cours au Collge de France,
19771978, ed. de M. Senellart bajo la direccin de F. Ewald y A. Fontana, Pars, Gallimard y
Seuil, col. Hautes tudes, 2004, clases del 1 de febrero (el tringulo gobiernopoblacineco
noma poltica) y 29 de marzo y 5 de abril de 1978 (polica, economa poltica) [trad. esp.:
Seguridad, territorio, poblacin. Curso en el Collge de France (19771978), Buenos Aires, Fondo
de Cultura Econmica, 2006], y Naissance de la biopolitique. Cours au Collge de France,
19781979, ed. de M. Senellart bajo la direccin de F. Ewald y A. Fontana, Pars, Gallimard y
Seuil, col. Hautes tudes, 2004, clases del 10 (pp. 20 y 21: el rgimen de verdad caracterstico
de la era de la poltica), 17 y 24 de enero de 1979 (los rasgos especficos del arte liberal de go
bernar) [trad. esp.: Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (19781979), Buenos
Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2007].

xvii

26

DEL GOBIERNO DE LOS VIVOS

Ante todo, en este mbito como en todos los dems, lo que es marginal y
residual siempre tiene, cuando se lo examina con el detenimiento suficiente,
su valor heurstico, y lo demasiado o lo demasiado poco son con mucha fre
cuencia, en este orden de cosas, un principio de inteligibilidad.
Segundo, tambin es indudable que las cosas duraron mucho ms de lo que
se cree. Y si Septimio Severo es bastante representativo de un clima, insisto,
muy situado, en la transicin del siglo ii al siglo iii, la historia de la manifes
tacin de la verdad entendida en el sentido muy amplio de una aleturgia en
torno del ejercicio del poder no se disip como por encanto, fuera bajo el efecto
de la desconfianza que el cristianismo poda tener por ese tipo de prcticas
mgicas, fuera bajo el efecto de los progresos de la racionalidad occidental a
partir de los siglos xv y xvi. Podramos mencionar quiz vuelva a l la vez
que viene, si tengo tiempo un artculo muy interesante de alguien que se
llama Denise Grodzynski, publicado en un libro cuyo artfice es JeanPierre
Vernant (su ttulo es Divination et rationalit ),11 sobre la lucha que los empe
radores romanos de los siglos iii y iv libraron contra esas prcticas mgicas y
la manera como, hasta cierto punto, se procur que el ejercicio del poder
quedara depurado de ese entorno, [y donde se muestran] con claridad todas
las dificultades que hubo y todos los objetivos polticos subyacentes.12 Pero
tambin podramos [hablar], mucho ms tardamente, por ejemplo en los siglos
xv y xvi, comienzos del xvii, de las cortes principescas [y] reales de fines de la
Edad Media, del Renacimiento e incluso del siglo xvii, [que] fueron, como es
sabido, instrumentos polticos de mucha importancia. Se sabe asimismo hasta
qu punto fueron focos de cultura,13 como suele decirse. Y qu significa eso,
focos de cultura, qu sentido tena? Tal vez habra que decir: lugares de mani
11

JeanPierre Vernant (comp.), Divination et rationalit [1974], 2a ed., Pars, Seuil, col.
Recherches Anthropologiques, 1990.
12
Denise Grodzynski, Par la bouche de lempereur: Rome ive sicle, en JeanPierre Vernant
(comp.), Divination et rationalit, op. cit., pp. 267294.
13
Vanse AlbertMarie Schmidt, La cour de Henri II, en Gilbert Gadoffre (dir.), Foyers
de notre culture, Lyon, De lAbeille, col. Rencontres, nm. 9, 1943, pp. 3137, y Gilbert Gadoffre,
Foyers de culture, en Encyclopaedia Universalis, disponible en lnea, 2008, que examina suce
sivamente el colegio universitario, la sociedad cortesana, el saln en el siglo xviii y el atelier ro
mntico, a partir de dos variables: el universo mental que se esboza en ellos y la relacin con
la institucin oficial; vase sobre todo la seccin Un foyer de culture greff sur linstitution
royale: la cour de Henri II.

CLASE DEL 9 DE ENERO DE 198027

festacin de la verdad ms que meros focos de cultura. Es del todo cierto que,
en la preocupacin de los prncipes de la poca del Renacimiento por congre
gar a su alrededor una serie de actividades, saberes, conocimientos, prcticas,
una serie de individuos que eran lo que llamaramos creadores o vehculos
culturales, haba una multitud de razones directamente utilitarias. Se trataba,
es cierto, de crear en torno del prncipe un ncleo de competencias que le
permitieran, justamente, afirmar su poder poltico sobre las antiguas estructu
ras, feudales, digamos, o en todo caso anteriores.14 Se trataba tambin de ase
gurar una centralizacin de los conocimientos en una poca en que cierta
fragmentacin religiosa e ideolgica amenazaba constituir frente al prncipe un
contrapeso demasiado importante. Se trataba, en la poca de la Reforma y la
Contrarreforma, de poder controlar hasta cierto punto la violencia y la inten
sidad de esos movimientos ideolgicos y religiosos que por las buenas o por las
malas se haban impuesto en alguna medida al prncipe.
Hay algo de eso. Pero creo que el fenmeno cortesano representa tambin
otra cosa y que, en la extraordinaria concentracin de actividades que, una vez
ms, calificaramos de culturales, haba en la corte una suerte de gasto, de gasto
puro de verdad o de manifestacin pura de verdad. Donde est el poder, donde
es preciso que est el poder, donde se quiere mostrar efectivamente que all reside
el poder, es preciso que haya verdad. Y donde no la haya, donde no haya mani
festacin de lo verdadero, ser porque el poder no est all, o es demasiado dbil,
o es incapaz de ser el poder. La fuerza del poder no es independiente de algo que
es la manifestacin de lo verdadero, y eso, mucho ms all de lo que es simple
mente til o necesario para gobernar bien. El fortalecimiento del poder princi
pesco que se comprueba [durante] esos siglos xvi, xvii y xviii exigi sin duda la
constitucin de toda una serie de conocimientos que podramos decir tiles para
el arte de gobernar, pero tambin de toda una serie de rituales, de manifestacio
nes de saber que van desde el desarrollo de los crculos humanistas hasta la muy

14

Sobre la funcin poltica de la corte en el siglo xvii, que constitua (con la tragedia clsica)
una especie de leccin de derecho pblico disponer un lugar de manifestacin cotidiana y
permanente del poder real en su esplendor, vase Michel Foucault, Il faut dfendre la socit.
Cours au Collge de France, 19751976, ed. de M. Bertani y A. Fontana bajo la direccin de F.
Ewald y A. Fontana, Pars, Gallimard y Seuil, col. Hautes tudes, 1997, clase del 25 de febrero
de 1976, pp. 156 y 157 [trad. esp.: Defender la sociedad. Curso en el Collge de France (19751976),
Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2000].

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