25 abr. 2024

El poder del género

Empujadas por el desempleo o simplemente deseosas de competir en todos los terrenos, cada vez son más las mujeres que se desenvuelven laboralmente en ambientes que tradicionalmente eran reservados a los hombres. Ellas están dispuestas a romper esquemas.

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Revista Vida

Choferes de taxi y buses, playeras en estaciones de servicios, oficiales de Policía, pilotos, árbitros, bomberas, mecánicas, ingenieras y futbolistas. La inclusión de mujeres en trabajos y oficios considerados propios de los hombres empieza a cambiar los esquemas sociales.

Por esto mismo, hoy día ya no debe resultar extraño ver en Paraguay a mujeres que combinan los modismos femeninos con el volante o los balones. Ellas ocupan estos puestos contra todo pronóstico y demuestran ser iguales o más eficientes que sus pares del sexo masculino. Muchos de ellos quizás no lo vean con buenos ojos, pero para ellas es una forma más de superación.

Ganando terreno

Pese a que ver mujeres al volante ya no es algo nuevo, sigue siendo inevitable percibir una extraña sensación al subir a un taxi o a un transporte público y encontrarse con que está comandado por una mujer. Uno de los pocos casos en Asunción es el de Blanca Godoy (39), quien inicia su jornada a las 4.00 de la mañana para preparar el mate y arrancar a las 5.00 en su correspondiente parada de taxi, en la Terminal de Ómnibus de la capital. Subida a su Toyota Corolla pintado con el típico color amarillo, ella recorre las calles de la ciudad.
“Al principio resulta un poquito chocante para el cliente subirse con una mujer, pero yo veo la manera de que se vaya tranquilizando y entrando en confianza”, relata Blanca, sentada en la banca, mientras aprovecha para compartir un poco de tereré con sus compañeros. “Yo soy uno más”, agrega entre carcajadas. De manera distendida y con un estilo de “arriero porte”, Blanca se desenvuelve en un ambiente fundamentalmente de hombres.
Está claro que es todo un desafío subir al volante rodeada de prejuicios y machismo. Y Blanca reconoce que el camino no fue fácil. “Al principio, no me querían habilitar para ser taxista”, añade, pero peleó hasta conseguir todos los documentos necesarios y su actual lugar.
Los horarios flexibles, la independencia, el trato con la gente y el gusto por la conducción son algunas de las razones que llevaron a Blanca a conducir este tipo de vehículos, además de permitirle compartir gastos con su marido para mantener el hogar. Y si su vehículo se descompone, no tiene problemas en bajarse y abrir el capó, verificar el aceite o cambiar un foco o una rueda. “Sé el nombre de todos los repuestos”, añade divertida.
No es de extrañar la preferencia de ciertas personas hacia Blanca, que muestra permanentemente una sonrisa y un carisma pocas veces visto. "¿Qué música le gusta escuchar”, le pregunta a su pasajero o le ofrece un tereré con el fin de amenizar el viaje. “Lo primero que hago es avisarle que manejo fuerte, para que no se asuste, porque la gente cree que por ser mujer voy a ir despacito”, cuenta. “Me apasiona esto, me gusta mucho más que trabajar en mi casa. Salir con el taxi es algo que hago con amor. Sin ningún tipo de miedo”. Y al escucharla hablar con tanta euforia, no quedan dudas de que estar al frente del volante es su vocación.

Derribando mitos
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“Ser árbitra en Paraguay no es fácil. Se trata de romper esquemas”, asegura Zulma Quiñónez.


El fútbol no es solo cosas de hombres. Y Zulma Quiñónez (28) da fe de eso. Segura, firme y serena, ella se planta en la cancha cuando le toca arbitrar un partido. Además de docente de Educación Física y Salud, hace casi ocho años descubrió en el arbitraje su otra gran pasión. Así comenzó arbitrando partidos de la Unión de Fútbol del Interior (UFI) en el 2007, y al año siguiente ya dirigía con la insignia de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF).
Hasta el momento ya reprensentó a Paraguay en Brasil, Chile, Bolivia y Ecuador. Y ahora sueña con participar de un Mundial. Zulma reconoce que la impresión de la gente cuando una mujer entra a dirigir un partido es de rechazo. “Cuando empecé, era toda una novedad. Hay gente que lo toma bien, pero también muchos lo ven mal. Lo más triste es que a veces somos más discriminadas por las propias mujeres”, analiza.

Ella se confiesa enamorada de su trabajo y reconoce que ser árbitra en Paraguay es todo un desafío. “Implica muchísimo sacrificio, no es fácil porque se trata de romper esquemas”, afirma. Zulma admite que no es una carrera sencilla, ya que requiere de mucho entrenamiento y la superación de pruebas físicas para seguir pitando.

Nada de sexo débil

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Sanie Alvarez es la primera Ingeniera en Mecánica Automotriz del país.


Un taller mecánico es, generalmente, un lugar caótico. Pero en el barrio Ka’aguy Rory hay uno que es diferente. No será el Edén; sin embargo, en RV, el lugar donde trabaja Sanie Álvarez (24), reina cierto orden y limpieza. Entre aceite, grasa, bujías, amortiguadores y pastillas de freno, día a día ella se desenvuelve en ese ambiente dominado principalmente por hombres. “Papá me retiraba del colegio y me llevaba al taller, donde veía cómo trabajaba con sus compañeros, mientras yo le pasaba las herramientas. Era algo fascinante, porque apenas escuchaban un ruidito y ya sabían el problema, si era ruleman, tensor o polea. Era algo impresionante”, rememora, dejando así a la luz que se crió entre hierros y repuestos.
Una ironía, tal vez. Porque quizás ese fue el primer obstáculo que tuvo que derribar: su progenitor no concebía la idea de que una mujer mecánica fuera capaz de ganarse el respeto de los clientes. Pero el tiempo le dio la razón a ella, cuando se convirtió en la primera ingeniera en Mecánica Automotriz del país, hasta llegar a ser respetada y reconocida profesionalmente.
Sobre la reacción de los clientes, a Sanie le sobran anécdotas. La mayoría se sorprende, y algunos incluso pecan de incrédulos y le preguntan muchas veces si ella realmente es mecánica. Otros hacen bromas al respecto. Pero en definitiva, todos se van contentos con el trabajo. “Una vez, un cliente llegó con su Mercedes Benz y me dijo: ‘Mi auto cuesta USD 126.000, ¿y una mujer lo va a manejar? Ni mi señora maneja, ¿y vos lo vas a hacer?’. Le respondí: ‘No es que solamente voy a manejar, señor, yo te voy a solucionar el problema’. No me creyó. Cuando vino a retirarlo, se sorprendió porque estaba impecable. Yo soy muy minuciosa, y al terminar lo limpio todo, como si el auto fuese mío”, cuenta entre divertida y reflexiva.
“Al principio no fue fácil”, resalta. “Me llegaron a decir que seguro hacía esto porque no tenía novio, que estaba perdiendo mi tiempo acá y que no tenía nada mejor que hacer. Es una lástima que el paraguayo sea tan cerrado, y más triste es ver que muchas veces las mismas mujeres son machistas. Mis apreciaciones no eran válidas hasta que se daban cuenta de que lo que yo decía era cierto. Llegué a escuchar comentarios hirientes y me encerraba a lagrimear en el baño”, cuenta emocionada, dejando ver su lado femenino.
Más allá de su trabajo, Sanie nunca abandona su rol de mujer. Si bien usa jeans, championes y remera de trabajo, su vestimenta luce impecable. Con el pelo recogido de manera prolija, se alista con su caja de herramientas para arreglar el próximo vehículo o ir en auxilio de cualquier cliente que necesite una mano. Cuando su horario laboral termina, vuelve a la rutina diaria de cualquier jovencita, compartiendo con sus amigos y su novio, asistiendo a sus clases de yoga y rescatando animales de la calle. Mientras, sueña con seguir capacitándose y enseñar a otras mujeres que se quieran abrir a esta profesión.


Licencia para volar

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Leticia Ruiz logró convertirse en la primera paraguaya piloto con licencia comercial y en la primera mujer comandante en transporte aéreo de pasajeros de los Airbus de TAM.


De chiquita, Letizia Ruiz (39) soñaba con ser astronauta, porque el cielo siempre la intrigó. “No naciste en Estados Unidos”, le insistía su hermano cada vez que ella hablaba de ese sueño tan utópico como lejano. Entre tantas películas de su infancia, también abrazó el deseo de ser agente de la CIA o del FBI, pero todos esos recuerdos quedaron en el pasado cuando visitó el aeropuerto por primera vez. Ver despegar un avión fue suficiente para saber, a los siete años, que volar sería su gran pasión.
Realizó el curso de Aviación Civil, y al año siguiente ingresó como azafata en TAM.

Ese trabajo le permitió seguir soñando con realizar sus horas de vuelo y finalmente convertirse en la primera paraguaya piloto con licencia comercial y habilitación IFR (vuelo por instrumento). En el 2010, se convirtió en la primera mujer comandante en transporte aéreo de pasajeros de los Airbus de TAM. La sorpresa de los pasajeros luego de saber que viajaron con una mujer no se hace esperar. Ella admite que nunca falta quien tire comentarios negativos y machistas, pero dice que la mayoría de las opiniones son de aprobación. “Una mujer, siendo pionera, sabe que no va a ser fácil. Una va a ir rompiendo barreras”, reconoce. Para ella, ser piloto no es un trabajo, sino una pasión que le permite pagar sus cuentas y mantener el hogar. Y ella, que es madre y esposa, sabe lo que eso conlleva. “Mi trabajo empieza cuando aterrizo y me saco el uniforme. Subir al avión es una emoción inicial todos los días. Cuando vuelo, los problemas se quedan en tierra”, añade entusiasmada. Con el tiempo, aprendió a levantarse con cada tropezón, sin olvidarse nunca de su filosofía de vida: “Lo malo, que te fortalezca, y lo bueno, que te edifique. El resto viene solito”. Amén.

Texto: Fátima Schulz V. / Fotos: Javier Valdez/Gentileza L.R.