Vox Populi

Color de hormiga

2015-03-08

El problema no es la inseguridad. Es el repudio social a que aludió Peña Nieto. La...

León García Soler, La Jornada

Pompa y circunstancia cambiaron el mensaje, pusieron el sello británico a la fase reformista del gobierno de Enrique Peña Nieto. Y no redujeron los reconocimientos a la eficacia política que hizo posible concertar la voluntad plural y acordar un vuelco enorme en el Congreso, comprobar que la separación de poderes es sistema de pesos y contrapesos, que el Poder Ejecutivo no necesita mayoría absoluta para gobernar.

Y sin embargo, la resonancia se perdió en el cruce del Atlántico. Es el valor de la palabra. La política es comunicar, convencer, concertar. En todo momento, en todos los terrenos. El viaje, una nada desdeñable visita de Estado a Gran Bretaña, tuvo el anticipo de una entrevista con el Financial Times. Y ahí sorprendió Peña Nieto a sus detractores, a sus propios cortesanos y quizá a los oligarcas de las grandes corporaciones que lo acompañan, comparten brindis, banquetes y sesiones de trabajo con su pares. Así, ninguno de los de acá sea par del reino. Directo, sin eufemismos, Peña Nieto reconoció la pérdida de confianza del pueblo mexicano en su gobierno; la incredulidad que impera, que se impuso con el crimen de Ayotzinapa y la lenta reacción del mandatario y su gabinete.

Venía de lejos el aislamiento de la clase dominante mexicana, No digo, me resisto a reducirla a clase política. Treinta años de crisis recurrentes y desplomes en la creación de empleo, de las decisiones tomadas para enfrentar cada una de ellas, siempre en favor de los poderosos, para salvar a los banqueros y a los dueños del dinero a costa de los que menos tienen, acabaron por meter en el mismo costal a los que se ocupan de la cosa pública y a los de la acumulación de capital privado. La clase dominante, pues. Aunque los del uno por ciento expongan sus amargas quejas en voz de Alfredo Harp Helú, quien trabajó en la bolsa de valores y acabó dueño del Banco Nacional de México, socio de Roberto Hernández Hernández, vendieron las acciones al Chase Manhattan Bank.

Nada de pagar impuestos. Y eran muchos millones de dólares los de una operación así. La ley los amparó. Harp Helú es hombre de bien, impulsor de obras en beneficio del estado de Oaxaca. En todo caso, vocero adecuado para difundir las quejas de la clase monetaria dominante por los presuntos efectos de la reforma fiscal que quiso ser reforma hacendaria. Los británicos recibieron a Peña Nieto en Aberdeen, Escocia, ribera del Mar del Norte, centro de la industria petrolera. De La British Petroleum que combatió y revirtió la expropiación petrolera de Irán que concluyó con el asesinato de Mossadegh y la entronización del sha que acabaría refugiado en Cuernavaca, rumbo al olvido.

Bienvenida y elogiada por los británicos, la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Van a invertir, ya se les hacía tarde. Emilio Lozoya va a tener ocasión de lucir su dominio del idioma inglés. Pedro Joaquín Coldwell intercambia documentos con funcionarios de su Majestad Británica y modifica con Hacienda los contratos para asignaciones de la Ronda Uno. Pero el precio del petróleo se desploma. Y se hunde el peso que flota: ...15 mil 780 papeles nacionales por cada billete verde (recuérdese que en el gobierno de los mitos geniales, Salinas y Aspe, simple y sencillamente le borraron tres ceros de la cotización, nos recuerda Carlos Fernández Vega en La Jornada de ayer sábado).

El problema no es la inseguridad. Es el repudio social a que aludió Peña Nieto. La detención de La Tuta y del jefe de los sanguinarios Zetas es asunto de seguridad pública. No de seguridad nacional. De ahí que el despliegue informativo, la maquinaria mediática oficial a toda capacidad poco o nada sirvan para reducir la incredulidad de los ciudadanos y menos todavía su desconfianza. Es logro indiscutible del gabinete de seguridad y nada hay que regatearle a Miguel Ángel Osorio Chong. Pero el manejo de los tiempos políticos mostró el desajuste de la comunicación social. Todo, color de hormiga.

Nada cambia con el anuncio de la renuncia de David López Gutiérrez, prevista y confirmada desde que el PRI lo incluyó en su lista de candidatos a diputados plurinominales. Y en el primer lugar de su circunscripción, para anticipar que el agradecimiento y elogios que recibió del presidente Peña Nieto no son pago de marcha. Sobrevivió a las alternancias el Chilorio Power: a Heriberto Galindo y David López ya los sigue la tambora, porque las locuras de la red electrónica y sus cortas frases ponen de cabeza a los sedicentes analistas y politólogos. La boyante industria de las encuestas refleja puntualmente la muy baja aprobación del presidente Peña Nieto, y a renglón seguido afirman que son mayoría los ciudadanos que votarán por el PRI en las elecciones de junio.

Habría que reconocer que el descrédito y la desconfianza de los mexicanos no se reduce al que despacha en Los Pinos. Todos los partidos son vistos a través del mismo cristal; nadie cree lo que dicen y ninguno ha sido capaz de elaborar un discurso, un proyecto político, un programa o al menos semblanza de programa de gobierno. El PRD es un muerto que camina y a la hora de votar, que es cuando la mayoría define en favor de quién, volverá al polvo; no habrá posibilidad de un milagro como el de la voltereta del crimen de Iguala: cuando el dinosaurio despertó, Navarrete, Ortega y Zambrano ya no estaban ahí. Fue el Estado.

Y Jesús Murillo Karam dejó la PGR para irse a la Sedatu, antigua secretaría de la Reforma Agraria que deja el yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín, quien pasó a la lista de plurinominales del PRI. Volverá a San Lázaro. Formará la fracción del PRI con César Camacho Quiroz, Ivonne Ortega, Enrique Jackson, María Esther Sherman Leaño, Marcela González Salas, Fernando Espino, Sylvana Beltrones, Matías Nazario, Carmen Salinas, Carlos Iriarte, Manuel Vallejo Barragán y Tristán Canales, entre otros. Como en botica. Los charlistas y sus mesas mediáticas se llenaron de burlas o se escandalizaron por la candidatura de Carmen Salinas. La desmemoria impidió reparar en que siempre hubo un actor o actriz, dramaturgo o cómico de la legua entre los diputados del PRI. Se reconocía el mérito sindicalista de la ANDA y la capacidad de convocatoria de los del espectáculo.

Rodolfo Landa era líder y era político. Luis Echeverría, su hermano, fue funcionario del PRI y llegó a Presidente sin haber sido antes candidato a ningún cargo de elección popular. Pero estas son horas de turbulencia y en la disputa por el botín se impone la mutua desconfianza que despiadadamente transmiten por los medios de la inmediatez electrónica. No hace falta abundar en lo que se dijo y se contradijo sobre la designación de la senadora Arely Gómez como procuradora general de la República.

La prensa escrita tuvo algún periodista entre los diputados, Hubo abundancia de locutores. Luis M. Farías fue líder de la mayoría y luego sería gobernador de Nuevo León. Talento y capacidad para avanzar en la derechización del sistema. En la de la pluralidad de partidos, Tristán Canales volverá a ser diputado. El vicepresidente de Tv Azteca se formó en el sector público, fue subsecretario de Gobernación cuando Patrocinio González Garrido despachaba en Bucareli y llegaría presidir la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión.

No vale la pena incorporarse a la cofradía de los obstinados creyentes en la conspiración como fuente y origen de todo poder, del bueno y del malo. Una abrumadora mayoría aprobó en el Senado el nombramiento de Arely Gómez. Ahora tendrá que enfrentar la dura, la terca realidad color de hormiga.



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