Professional Documents
Culture Documents
ADELA CORTINA
Universidad de Valencia
RESUMEN.
El poder que la Nueva Gentica ha puesto en manos de los seres humanos requiere una tica desde la que sea
posible tomar decisiones en cuestiones de
manipulacin gentica. El trabajo se propone (1) situar la tica de las biotecnologas en el conjunto de la biotica, (2)
sealar los distintos mbitos de la Nueva
Gentica que plantean problemas ticos,
reconociendo que cada uno de ellos
requiere un tratamiento especfico, (3)
esbozar un marco tico desde el que orientar las respuestas, un marco elaborado desde la tica kantiana, el enfoque de las capacidades de Sen, la tica del discurso y el
principio responsabilidad de Jonas, y (4)
abordar la cuestin tal vez ms candente
en el mbito tico: si el poder de la manipulacin gentica exige poner de nuevo
sobre el tapete la discusin sobre la naturaleza humana, como hacen, entre otros,
Habermas y Fukuyama.
ABSTRACT. The power that New Genetics has placed within mankinds grasp
requires ethics from which decisions on
matters of genetic manipulation can be
made. This work sets out to (1) place the
ethics of biotechnologies in the context of
bioethics as a whole; (2) point out the different spheres of New Genetics which pose
ethical problems, recognising that each of
these requires specific treatment; (3) outline an ethical framework to guide replies,
a structure built up from Kantian ethics,
Sens capabilities approach, the ethics of
discourse and Jonas responsibility principle, and (4) to tackle what is perhaps the
most burning question in the ethical sphere: if the power of genetic manipulation
requires once more bringing up the discussion on human nature, as approached
by Habermas and Fukuyama, amongst
others.
73
Adela Cortina
74
ISEGORA/27 (2002)
ISEGORA/27 (2002)
75
Adela Cortina
los transgnicos. Est en riesgo de extincin esa tica cvica desde la que evalan
las tcnicas los comits locales, nacionales y transnacionales, de suerte que
se va gestando a mi juicio como una tica Cvica Transnacional 5. Y est
en peligro porque una tica semejante hunde sus races en la idea moderna
del respeto a la dignidad humana o, lo que es idntico, del respeto a la libertad
humana, de la que nada saben los Alfa, los Beta, los Delta, los Gamma, ni
los psilon. Justamente, sa es la tica de la que forma parte la tica de
las Biotecnologas, la Gentica, y es la que est en cuestin. Por eso en los
siguientes apartados trataremos de esbozarla para pasar ms tarde a enfrentar
la cuestin de por qu est en peligro y por qu es preciso reflexionar de
nuevo sobre la naturaleza humana, o sobre sus sucedneos.
2. El lugar de la Gentica en la Biotica Cvica Transnacional
En el ao 1970 Van Rensselaer Potter, fallecido en septiembre de 2001, public
un artculo titulado Bioethics, the science of survival, que, segn distintas
voces, abra las puertas de un nuevo saber: la biotica. El siguiente ao su
libro Bioethics: a Bridge to the Future precisaba los rasgos de ese saber presuntamente nuevo, que se deca desea tender un puente entre la cultura
de las ciencias y la de las humanidades, entre los valores ticos y los hechos
biolgicos, con el propsito de asegurar la supervivencia de la especie humana
y la mejora de la calidad de vida. Desde la perspectiva de Potter, asumida
por un buen nmero de quienes investigan en biotica, esta forma de saber
se presenta como la reflexin y accin tica sobre la vida biolgica en sus
diversas manifestaciones (humana, animal y vegetal) y cobra una configuracin
diferente a la de las ticas tradicionales, a fin de cuentas antropocntricas,
una configuracin que sita a la vida no slo al ser humano en el centro
de la reflexin y la accin 6.
Obviamente, la biotica de Potter surge en una poca en que distintos
autores reclaman una reflexin tica distinta a la tradicional, una tica ecolgica,
capaz de hacerse cargo de la vida amenazada. Desde la Land Ethic de Aldo
Leopold, pasando por la Ecologa Profunda de Arne Naess o incluso el Principio
Responsabilidad de Hans Jonas, se exige una nueva tica, apta para garantizar
el mantenimiento y desarrollo de la vida 7.
Sin embargo, en el seno de la biotica se advierten dos tendencias al menos
a la hora de interpretar su estructura y tarea, la ya mencionada de Potter
5
Adela Cortina, Biotica transnacional como quehacer pblico, en Biotica: un dilogo
plural. Homenaje a Javier Gafo, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2002, pp. 541-554.
6
Van Rensselaer Potter, Bioethics, the science of survival, Perspectives in Biology and Medicine, nm. 14, 1970, pp. 127-153; Bioethics: a Bridge to the Future, Englewood Cliffs, New Jersey,
Prentice-Hall Inc., 1971; Diego Gracia, Fundamentos de biotica, Madrid, EUDEMA, 1988.
7
Adela Cortina, Por una tica del consumo. La ciudadana del consumidor en un mundo
global, Madrid, Taurus, 2002, cap. VI.
76
ISEGORA/27 (2002)
3. La Nueva Gentica
Como afirma Juan Ramn Lacadena, en la historia de la Gentica hay un
antes y un despus del ADN, es una historia que se puede dividir en dos
lapsos de tiempo ms o menos equivalentes. El nacimiento de una nueva ciencia
que diera cuenta de la herencia de los caracteres biolgicos habra de producirse
cuando se pudiera responder a las preguntas cules son las leyes por las
que se transmiten los caracteres biolgicos de padres a hijos? y cul es
la base molecular de la herencia, es decir, qu son los genes?, de ah que
pueda dividirse la historia de la Gentica en los dos perodos a los que nos
hemos referido: desde el ao 1865, en que Mendel hizo pblicos sus experimentos, relacionados con las leyes de la transmisin de los caracteres biolgicos
hereditarios, y 1900, ao en que Hugo de Vries, Karl Correns y Erich von
Tschermak-Seyseneg redescubren las leyes de Mendel, hasta 1944, y desde
1944 hasta nuestros das. Es en 1944 cuando Avery y sus colaboradores identifican el cido desoxirribonucleico como la base molecular de la herencia,
es decir, descubren que los genes son ADN, y en 1953 Watson y Crick proponen
el modelo estructural de doble hlice.
Por otra parte, en la dcada que abarca de 1975 a 1985 se desarrolla la
tecnologa de los cidos nucleicos que hace manipulables los genes. Esta posi8
La produccin en biotica en los ltimos tiempos es espectacular, tambin en nuestro pas.
Una muy buena seleccin puede encontrarse en la bibliografa que recoge Juan Ramn Lacadena
en Gentica y biotica, Madrid, Universidad Pontificia Comillas/Descle de Brouwer, 2002.
ISEGORA/27 (2002)
77
Adela Cortina
78
ISEGORA/27 (2002)
ISEGORA/27 (2002)
79
Adela Cortina
ISEGORA/27 (2002)
ISEGORA/27 (2002)
81
Adela Cortina
Javier Gafo, Concebir un hijo para salvar a un hermano?, ABC, 6 de octubre de 2000,
p. 52.
17
82
ISEGORA/27 (2002)
seran graves o irreversibles 19. Estas situaciones son las que contempla el principio, porque en ellas los daos potenciales son grandes, ya que la precaucin
es costosa social y econmicamente.
Lo esencial es que la precaucin no tiene sentido sino en un contexto
de incertidumbre cientfica: exige actuar en la fuente del peligro antes de que
se despeje la incertidumbre. Es imposible prever todas las consecuencias de
nuestras intervenciones: el saber no engendra exclusivamente el dominio, sino
tambin la falta de dominio y la impotencia, una ausencia de poder sobre
los efectos, a medio y largo plazo, de lo que el hombre sabe hacer. Pero,
por otra parte, la precaucin no implica abstencin, no se opone al progreso
cientfico ni se mueve por la heurstica del temor: precaver significa emplear
todos los medios razonables para proseguir con la investigacin de las posibles
consecuencias de lo que puede proporcionar un beneficio a la humanidad.
2) En segundo lugar, el reconocimiento de la dignidad humana exige considerar a las personas como fin positivo de las intervenciones humanas. En
este sentido es en el que Kant afirmaba que el principio supremo de la doctrina
de la virtud es el siguiente: obra segn una mxima de fines tales que proponrselos pueda ser para cada uno una ley universal. Segn este principio,
el hombre es fin tanto para s mismo como para los dems, y no basta con
que no est autorizado a usarse a s mismo como medio ni a usar a los dems
(con lo que puede ser tambin indiferente frente a ellos), sino que es en
s mismo un deber del hombre proponerse como fin al hombre en general 20.
Respetar la dignidad humana no significa nicamente no utilizar a los seres
humanos como medios, tampoco significa nicamente no daarles, sino que
exige tratar de ayudarles positivamente para que puedan llevar adelante sus
proyectos de autorrealizacin, siempre que con ello no perjudiquen a otros
seres humanos 21. Slo que una afirmacin semejante pone sobre el tapete,
entre otras, la cuestin de la eugenesia negativa y de la eugenesia positiva, de
las que hablaremos en el ltimo apartado de este trabajo. Por el momento
nos limitaremos a apuntar que en este punto el enfoque de las capacidades
de Sen es de suma utilidad, porque permite aclarar qu significa ayudar positivamente: significa potenciar las capacidades bsicas de las personas, empoderarles para que desarrollen sus planes de vida de acuerdo con sus proyectos
de vida floreciente.
Y en este punto se plantean en relacin con las biotecnologas al menos
dos problemas que importa recordar. El primero de ellos se refiere a la interpretacin de la no manipulacin como no intervencin, propia del natu19
Carlos Romeo Casabona, Aportaciones del principio de precaucin al Derecho Penal
Modernas tendencias en la ciencia del Derecho Penal y en la Criminologa, Madrid, UNED, 2000,
p. 81.
20
Immanuel Kant, Metaphysik der Sitten, VI, 395 (trad. cast. Madrid, Tecnos, 1989, pp. 249
y 250).
21
Comit de Expertos sobre Biotica y Clonacin, Informe sobre clonacin. En las fronteras de
la vida, Madrid, Instituto de Biotica/Fundacin de Ciencias de la Salud, 1999, pp. 127 y ss.
ISEGORA/27 (2002)
83
Adela Cortina
ralismo; el segundo, al efecto paralizante que puede tener lo que Hans Jonas
denomin heurstica del temor.
En efecto, la actitud biotica presta a respetar el orden de la naturaleza
como orden moral tiende a interpretar la intervencin biotecnolgica en trminos
de manipulacin instrumentalizadora, con lo cual prescribe abstenerse de la
intervencin dejando que la naturaleza siga su curso. Sin embargo, el principio
de respetar la dignidad humana no slo pretende poner lmites a la intervencin
daina, sino que tambin prescribe actuar positivamente para potenciar las
capacidades de las capacidades de las personas. La cuestin no es slo no
daar, sino tambin s beneficiar sin daar, poniendo los medios tcnicos
al servicio del desarrollo humano, con el fin de prevenir enfermedades y potenciar capacidades.
Este principio de la humanidad como fin positivo de la actuacin biotecnolgica exige entender la tica, no como un obstculo, no como un freno
constante de la investigacin, sino todo lo contrario: el lmite se perfila cuando
aparece la sombra de la instrumentalizacin, cuando no se pretende con ella
beneficiar a la persona en que se interviene, sino a otros grupos, y cuando
no se cuenta con su consentimiento, actual ni potencial. En caso de que no
haya instrumentalizacin, el principio tico es un impulso para la investigacin
que pueda proporcionar a los seres humanos una vida mejor.
Y en lo que hace a la heurstica del temor, est plenamente justificada
siempre que no sea paralizante. En este sentido es en el que hemos dicho
que el principio de precaucin no se opone al progreso, ni prohbe seguir
investigando, sino todo lo contrario: exige investigar las posibles consecuencias
de una tcnica que puede beneficiar a los seres humanos. De ah que las
moratorias deban tener un objetivo claro y asignar plazos, con todas las dificultades que ello implica.
Y de ah, sobre todo, que las decisiones sobre tecnologas con riesgo no
puedan ser tomadas slo por los expertos, tampoco slo por los expertos y
las empresas que financian las investigaciones, tampoco nicamente por expertos, empresas y polticos, sino tambin por los ciudadanos que son los afectados
de tales decisiones. Esta exigencia de apelar a los ciudadanos en la toma de
decisiones que les afectan, ms an en condiciones de incertidumbre y riesgo,
nos lleva a poner sobre el tapete un tercer lado del reconocimiento de la
dignidad.
3) Reconocer la dignidad humana, no instrumentalizar a los seres humanos, exige potenciar la participacin de los afectados por las decisiones biotecnolgicas en esas mismas decisiones. Una de las dimensiones ineludibles
de la no instrumentalizacin consiste justamente en fomentar que sean los
afectados quienes tomen las decisiones en cuestiones que afectan seriamente
a sus vidas y al futuro humano, porque, en caso contrario, las decisiones no
podrn considerarse justas, como recuerda en nuestros das la tica del discurso.
Los sujetos ticos de las decisiones en materia de biotecnologas no pueden
ser slo los polticos, los empresarios y los cientficos, por una parte, porque
84
ISEGORA/27 (2002)
en tal caso no haramos sino reforzar las desigualdades entre las poblaciones
ricas y las pobres, entre las que pueden lograr patentes y las que dependen
de ellas, pero sobre todo porque cada sujeto humano, por ser autnomo, debe
poder participar en la toma de decisiones sobre cuestiones que le afectan
o, al menos, debe poder ser representado en ellas. En caso contrario, se le
trata como heternomo.
De esta exigencia nace la necesidad tica del consentimiento informado,
cuando se trata de casos individuales, sea un consentimiento actual o potencial 22,
pero tambin la exigencia de promover las comisiones y comits de tica que
aborden los problemas desde el punto de vista de la ciudadana.
A mi juicio, para valorar ticamente una determinada prctica, una comisin
de biotica debera seguir al menos los siguientes pasos: 1) Describir en profundidad los distintos aspectos de la prctica desde el punto de vista cientfico.
2) Tratar de sacar a la luz y formular los valores ticos que ya comparten
los distintos grupos sociales con respecto a ella. 3) Desvelar los principios
ticos que orientan tales valores. 4) Indagar en la orientacin de las actuaciones
concretas hasta dnde es ya real el acuerdo y dnde empiezan las desavenencias.
5) Abrir un amplio debate sobre los puntos sobre los que existe desacuerdo.
6) Intentar llegar al menos al punto en que todas las posiciones parecen moralmente respetables. 7) Ofrecer recomendaciones para la actuacin concreta
desde la posicin mayoritaria, pero dejando obviamente constancia de las discrepancias. Discrepancias que en estos casos deben ser de convicciones, no
de intereses, porque el pluralismo moral no consiste en una diversidad de
intereses que importa equilibrar, sino en una pluralidad de convicciones ltimas
que encuentran, sin embargo, puntos de acuerdo.
A travs de este paulatino descubrimiento de valores y principios ticos
compartidos desde los que enjuiciar qu tipo de prcticas son humanizadoras
es posible ir sacando a la luz, frente al relativismo y al subjetivismo, una intersubjetividad tica ya existente.
Por ltimo, potenciar la participacin invita a organizar conferencias de
ciudadanos, como las que han tenido lugar en pases como Francia en relacin
con los transgnicos 23. Ampliar la informacin de la ciudadana y crear plataformas para la participacin es, pues, un requisito indispensable del respeto
a la libertad.
4) En cuarto lugar, la Gentica no se ocupa nicamente de la vida humana,
sino del conjunto de la vida que puede estar amenazada o puede ser potenciada
por los avances tcnicos. En este sentido es en el que resulta de gran ayuda
el Principio Responsabilidad tal como Hans Jonas lo entiende: ante el recin
nacido, dbil e inerme, se sienten responsables los que tienen poder para protegerlo; ante algo que es bueno y, por tanto, debe ser, el que tiene el poder
de conservarlo se siente abochornado de su egosmo si no lo hace. Al comprobar
22
23
ISEGORA/27 (2002)
85
Adela Cortina
que algo es bueno en s mismo y adems vulnerable, quien tiene poder para
protegerlo, para cuidar de ello, debe hacerlo, debe hacerse responsable de
su suerte 24. Si los seres vivos tienen un valor interno, aunque no sea absoluto,
y si son vulnerables, quien pudiendo hacerse responsable de ellos no asume
su responsabilidad se comporta de forma inmoral.
86
ISEGORA/27 (2002)
Ibid., p. 118.
Ibid., p. 124.
ISEGORA/27 (2002)
87
Adela Cortina
plasmar los rasgos que l considera deseables segn sus particulares preferencias, programa a la persona sin contar con su conformidad virtual.
Podemos decir, recurriendo al doble sentido de manipulacin al que
aludimos al comienzo, que en el caso de la eugenesia negativa el terapeuta
interviene, mientras que en el de la eugenesia positiva, el diseador instrumentaliza segn sus preferencias. Y, visto desde la teora de la accin comunicativa, que en el primer caso se produce una accin comunicativa virtual
entre sujetos, mientras que en el segundo se produce una accin instrumentalizadora entre un sujeto y una persona a la que trata como objeto.
Con ello se pone en cuestin, no una naturaleza humana entendida al
modo tradicional, sino lo que Habermas llama una autocomprensin tica mnima de la especie, la moral autnoma alcanzada por la Modernidad, aquella
en la que convergen las interpretaciones que las religiones hacen del mundo
y del yo 28. Pero, es verdad esto? Conducira la eugenesia positiva al destierro
de la autonoma y, con ella, del marco tico que esbozamos en el apartado
anterior?
El debate no ha hecho sino empezar, las espadas estn en alto y la incertidumbre impregna el futuro desde un punto de vista cientfico. Pero algunas
cosas s quisiera apuntar por ir dando fin a este trabajo. La aportacin de
Habermas es sin duda valiossima, pero cabe dudar al menos de tres cosas.
En primer lugar, cabe dudar de que la persona que, llegada a la edad
adulta, toma conciencia de que se ha intervenido humanamente en su dotacin
gentica, se crea por ello menos apta para llevar adelante su vida de forma
autnoma y menos apta para ser autora de su propia biografa, y se sienta
instrumentalizada y objetivada de tal modo que no se reconozca como persona
desde el reconocimiento intersubjetivo de sujetos que as le reconocen y a
los que as reconoce. A pesar de la pretensin de Habermas de que la diferencia
entre lo crecido (das Gewachsene) y lo hecho (das Gemachte), puede llevar
a la persona hecha a verse disminuida en su autonoma, no parece que
el descubrimiento de que en su caso la lotera natural se haya reducido lleve
a una persona a perder la capacidad de regirse por leyes universalizables o
de dirigir su vida por s misma desde el reconocimiento mutuo. Nadie elige
nacer, y se no es un obstculo a la autonoma.
En segundo lugar, la diferencia entre intervencin gentica y educacin
no es tan grande desde el punto de vista de la teora de la accin comunicativa,
porque en ambos casos se da una asimetra entre el interventor y el intervenido,
de forma que en el caso de la educacin tambin el interventor decide en
solitario el tipo de educacin del hijo, e influye en la conformacin de su
carcter de forma difcilmente reversible. En ambos casos el interventor debe
suponer un consenso contrafctico y entender que la decisin que toma podra
ser aceptada en una situacin de simetra, porque ha intentado lo mejor.
28
88
bid., p. 60.
ISEGORA/27 (2002)
29
ISEGORA/27 (2002)
89