kcs-9mar2015

La extrema derecha que actúa en Chihuahua no tiene límites en la promoción de la política de la sinrazón. Ahora, aquí en el estado de Chihuahua, se ha agarrado a veinte uñas del tema del matrimonio igualitario para desplegar su fuerza, por cierto muy, muy minada. Pero insisto, no tiene límites. Han publicado infinidad de planas, incluso planas dobles de los rotativos de la entidad, que por cierto cada vez tiene menos lectores. Pero es pertinente puntualizar algunos aspectos. En primerísimo lugar, que hay una Constitución general de la república que norma el Estado de Derecho y que hay que cumplir a toda costa. Ese código básico previene muy claramente la no discriminación a partir de las diferentes orientaciones a la sexualidad y, por ende, abrió la puerta a la existencia del matrimonio igualitario, como ya lo han reconocido algunas entidades que integran la unión mexicana. Por tanto, no está de más subrayar que todas las organizaciones “abajofirmantes” de los desplegados lo que están promoviendo es la transgresión a una norma superior, no nada más en el ámbito nacional sino internacional, ahora que se ha expandido por el planeta la primacía de los derechos humanos.

Que muchas organizaciones de la derecha aparenten una gran diversidad de membretes, no es extraño; y tanto es así que podrían reducirse, pongamos por caso, a los famosos Caballeros de Colón de lamentable historial. Son muchas caretas pero unos cuantos los que quieren que se pisotee la Constitución en este aspecto del matrimonio igualitario, que viene y para quedarse. Con una chata visión de la familia, con estrecha percepción de la sociedad en la que vivimos, llegan a desmesuras tales como esta: exigirle al Poder Judicial de la Federación –máximo intérprete de la constitucionalidad, convencionalidad y legalidad– que eche al cesto de la basura su papel primordial en un Estado de Derecho, sólo para satisfacer ideologías y convicciones, a las que tienen derecho por cierto, con el socorrido argumento de las mayorías y las minorías, cuando de lo que se trata es de derechos humanos de aplicación insoslayable. En otras palabras, los abanderados de los Caballeros de Colón y sus múltiples caretas, quieren que profesemos todos sus convicciones. Y hay qué decirlo, también sus hipocresías.

Pero las cosas no paran ahí: también le exigen al Congreso del Estado que viole la ley, pues éste no tiene para dónde hacerse, sino legislar en congruencia con la Constitución y los fallos de los tribunales federales. Ni más, ni menos. Y van más lejos con el colofón de un desplegado de la derecha multicareta que suscribe el compromiso de impulsar a los candidatos de la derecha, sin distingo de partido, a condición de que adopten la agenda de la sinrazón. Es grave esto porque nos habla de una derecha que permea a todos los partidos, alejándolos de su carácter de interés público que les marca la Constitución.

Afortunadamente, por ahora esta extrema derecha se frota las manos en balde. El matrimonio igualitario de que viene, viene.