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FACULTAD DE PSICOLOGA
UNMSM
ABSTRACT
The present paper is a synthesis of the theoretical and methodological investigations about
the general historical forms of personality in Peru, which is developed from the fields of
psychohistory and neurosciences. We propose and develop the category of general historical
forms of personality. We explain their development in the evolution of people from Peru,
from the prehispanic time, until the republican period, including the colony. The historical and
social data of each time are integrated inside a psychological interpretation of the most general
patterns of personality. We follow a method of qualitative analysis starting from historical
data. From a psychohistoric restructuring, we interrelate and integrate transdisciplinary,
neuroscientific, psychological, historical and ethnohistorical constructions. In the conclusions,
we stand out the heuristic value of the category general historical forms of personality, for
the development of psychohistory, psychology, and social scientist based neurosciences.
Keywords: General historical forms of personality, Human essence, Personality,
Psychohistory, Neurosciences, Ethnohistory, Historic duality.
1 Docente de la Unidad de Postgrado de Psicologa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Per.
E-mail: santiagoparedesruiz@yahoo.com
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relaciones marcadas por exigentes normas ticas de carcter solidario, que se relacionaban
con la naturaleza con fe y respeto, recogiendo de ella sus frutos. Formas de organizacin
de la familia, del tiempo fundamental o tiempo laboral en base al sentido grupal del
trabajo, tanto en hombres como mujeres y nios. Formas de organizacin del tiempo
libre, establecidas a partir de las pocas de produccin agrcolas. Formas de culto y
de estructuracin de su fe pantesta a partir de su unin con la naturaleza, basada en la
subsistencia material que el trabajo generaba. Mucho de esto fue trastocado por la conquista,
mas no perdido en el tiempo.
Los recientes descubrimientos de la ciudad ms antigua de Amrica, las ruinas de Caral,
nos hacen pensar que dichas formas de estructuracin de la vida social y de las formas de
personalidad desarrolladas a partir de ella, no slo se desarrollarn en el ande, sino tambin
en la costa y que en su devenir fueron manteniendo y expandiendo las formas colectivistas
de relacin y produccin. La tendencia observada en Caral, de aglutinamiento colectivo
en torno a un sistema arquitectnico, productivo y social comn, es clara.
La mayora de las formas sociales, o los diferentes horizontes prehispnicos hasta la fecha
estudiados, plantean la presencia de hombres vinculados a la tierra y su cultivo, al mar
y la pesca, en general a la naturaleza como elemento no slo productivo, sino de fe, de
recreacin y permanente aprendizaje colectivo (Tantalen, 2002). Maritegui nos seala
que el vnculo hacia la tierra es no slo econmico, sino tambin afectivo y moral, de l el
hombre extraa la savia existencial de su vida (ver 7 ensayos). se es uno de los primeros
vnculos que rompe la conquista y al hacerlo produce un quiebre en el desarrollo de las
formas personales de ser del hombre desarrollado en estas tierras.
Un elemento preincaico, que caracteriza al mismo perodo incaico u horizonte del
Tahuantinsuyu, lo constituye el sistema de intercambio productivo basado en la reciprocidad
(Rostworowski, 1989). La ausencia de un mercado de intercambio a travs de una moneda
y por otra parte, la existencia de grandes grupos mviles que aprovecharon los diversos
pisos ecolgicos fue muestra de un sistema econmico y humano altamente estructurado
y normativizado que, vinculado con extensas reas productivas, desarroll sistemas
colectivistas de comunicacin, intercambio, produccin y socializacin (Murra, 2004).
Dicha colectividad era capaz de integrar grandes grupos con diversidad tnico cultural y con
un sistema normativo relativamente autnomo (Mayer, 2000). Posteriormente el incanato
aprovechara e integrara este sistema en una nueva estructura de poder y organizacin
social. A pesar de sus dificultades, este sistema, en algunas partes, logr sobrevivir hasta
el virreinato, tal como lo refieren documentos de la colonia (Peace, 1995). Esta forma
de configuracin personal es una de las tradiciones ms antiguas de los pobladores que
se desarrollaron en el espacio geocultural luego denominado Per. Es parte esencial de
la tradicin andina.
Otro elemento especial de anlisis es el que corresponde con el lugar, papel y capacidades
que desarroll la mujer prehispnica. Ella no slo adquiere un valor especial en los mitos
fundacionales del incanato, sino que tambin asume un rol destacado en las mltiples
actividades econmicas, culturales y polticas del colectivo. Es importante rescatar que
dentro del mito fundacional del Cuzco se ubica a Mama Ocllo como responsable del
liderazgo religioso (Rostworowski, 2004). La mujer estar presente de manera destacada
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Amrica, y en ella del antiguo espacio despus denominado Per. Una perspectiva que
an ahora es posible encontrar, hasta en los actuales peruanos occidentales.
Nuevas formas de personalidad en la conquista y el virreinato
Con la conquista se hizo presente en la historia nuevas estructuras personales en pos de
alcanzar dos de sus grandes ideales: uno mesinico y otro econmico. Ambos estrechamente vinculados: el cultural y el econmico. A decir de Del Busto (2004), el gran principio que traan los espaoles conquistadores era: servir a Dios y hacerse rico, aunque
aparentemente no en dicho orden.
El modelo de hombre que traan los espaoles era el suyo. Empapados del imaginario
popular del medioevo europeo tardo, identificaron en sus personas a las estructuras
naturales de humanidad y de civilizacin. Las otras formas, allende su tradicional espacio
geogrfico, no correspondan con su percepcin normal de ser humano o de sociedad. Los
otros eran indgenas, brbaros, animales. Su emocin religiosa era la nica vlida y su
modo de vida el ms avanzado. Su conciencia estaba determinada por motivos de aventura
y ambicin econmica, su razn dominada por ideas antropocntricas y su afectividad
centrada en su excluyente fe cristiana. Asociadas a stas iban los objetivos de expansin
espaola y religiosa. La instruccin o la tica eran prescindibles. La voluntad de conquista
fue la dominante. Tal fue el modelo de hombre que se avino a la conquista del reino que
inicialmente denominaron Bir. La forma histrico general de ser personas que lleg fue
la del ambicioso aventurero.
Iniciada la conquista se desarroll su contraparte: la resistencia, nica en Amrica, tanto
en tiempo como en dureza. Los historiadores (Del Busto, 2004, Pease, 1995) destacan la
guerra de resistencia liderada por Rumiahui y por los pueblos quechuas de Vilcabamba,
de duracin aproximada de 36 aos. Esa fue la guerra de resistencia poltico militar. Ms
en su base se desarroll otra: la resistencia cultural, de mayor duracin y complejidad.
Tanto la una como la otra son indicadores de una voluntad no adormecida y menos acabada
de lucha por un modo de vida propio. Estas evidencias representan la envergadura del
conjunto de estructuras psicoculturales de los incas de la resistencia, as como de sus
cualidades y capacidades neuropsquicas conscientes: sacrificada constancia, herosmo y
valor temerario, inteligencia despierta, adhesin afectiva a sus orgenes.
La heterogeneidad prehispnica fue hbilmente aprovechada por los conquistadores. Muchas
comunidades creyeron ver en los nuevos guerreros su oportunidad de ascenso social,
independientemente de su idealizacin como los nuevos Wiracochas. As fue que una de
las estrategias preferidas por los espaoles fue la de hacer luchar indios contra indios. De
esta manera se configurara otra forma histrica de ser personas en el antiguo Per: la
del aliado oportunista y cortoplacista, la del negociador regionalista o individualista. ste
establecera coyunturales alianzas con el conquistador.
Con la fundacin de las nuevas ciudades, con el establecimiento del nuevo orden poltico
vecinal y estatal, con la aplicacin de las normas venidas de Espaa, con el desarrollo de
nuevos intercambios y la elaboracin de la moneda, con la llegada de los nuevos oficios,
con el establecimiento de los nuevos usos, gestos, jerarquas, creencias, lazos y dems,
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notables intereses y fuerzas externas. El Per haba quedado dividido entre proyectos,
ejrcitos y lderes opuestos. Una de las herencias psicosociales de la guerra con Chile fue
la de una supuesta superioridad racial y cultural del chileno frente al peruano (estudio de
J. Kleiber de 1978, citado por Basadre, 1983). Esta nocin estuvo asociada a las visiones
de razas superiores desarrolladas a partir de la adaptacin por seleccin entre especies,
emparentndose con los corolarios racistas enraizados en la teora de Darwin. Nuevamente
se gener la nocin ideolgica de hombre superior. Ya no de Europa, ahora proveniente
del sur. Nocin ya superada en la historia.
Como el sacudimiento ms tremendo que el hombre peruano sinti en el siglo XIX fue
caracterizada la guerra con Chile por Basadre (Historia de la Repblica). Remeci todo
el conjunto de la vida nacional. Ruina econmica, trastrocamiento social, crisis poltica,
depresin emocional, ideas de inferioridad, vergenza y pobreza moral. Sin embargo,
as como en toda situacin-problema una persona pueda mostrar lo mejor y lo peor de s
misma, en este perodo los pueblos del Per mostraron lo mejor y lo peor.
Con toda esta herencia, el Per se enrumb al siglo XX. En l se habra de asumir
el pasivo que le dejara la pasada centuria. Fue materia de agenda del nuevo siglo la
unidad geopoltica, el establecimiento del estado, el denominado problema del indio,
el asentamiento y desarrollo de la cultura multitnica, la integracin con la economa
mundial, la situacin de las nuevas clases trabajadoras, el desarrollo de la institucionalidad
poltica, la institucionalidad constitucional, la constitucin de instituciones de defensa
diplomtica y militar. Y estos temas evolucionaran en los nuevos escenarios de lucha
clasista y de conflicto entre los renovados intereses y poderes mundiales, en las nuevas
formas de colonialismo. Inevitablemente tambin surgiran nuevas formas generales de
ser personas.
Se inici la forma histrica de consumo capitalista y con sta su contra parte, la forma
histrica de lucha contra el capital y sus formas de alienacin. En paralelo evolucion
la forma histrica de ser propietario y la forma histrica de ser trabajador, la forma de
ser productor, la de ser rentista y la de ser financista. Las formas histricas de ser indio
evolucionaron hacia las de ser campesino, comunero o jornalero.
La economa, la produccin, la cultura, la educacin, la administracin, mantuvieron
su estructura dual como analizara Maritegui en sus 7 ensayos (1984). La evolucin
y dinmica dual mantuvo tremendos problemas de relacin e integracin social. La
confrontacin entre formalidad e informalidad en el terreno econmico, la confrontacin
entre centralismo y regionalismo, entre extraccin e industrializacin, entre dominacin
y rebelin, entre estatizacin y liberalizacin, entre planeacin y libre mercado, entre
otras, fueron expresiones de las diferentes formas que desarroll la dualidad en el Per.
Prcticamente todos estos temas se encuentran presentes en las ideas y acciones producidas
en la Repblica del siglo XX. Se configur una estructura afectiva, cognitiva y volitiva
dual de ser personas.
Aunque el mal denominado problema del indio, por su sesgado enfoque racial, empez
a tomar mayor importancia en la repblica del siglo XX, en su inicio prcticamente se
reprodujo la tradicional intervencin colonial sobre el mismo. El enfoque paternalista
encubierto de proteccionismo reprodujo la esencia de la visin del antiguo poder: un hombre
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desposedo y sojuzgado que requiere ser protegido y otro poseedor y sojuzgador, que
efecta su proteccin. La dualidad en la configuracin de las personas se volva a hacer
presente en la dualidad del poder.
Salud y educacin empezaron a ser derechos impostergables en el desarrollo de las personas
del siglo XX. A diferencia de la visin de privilegio y de lite, que exista hasta el siglo
XIX, su masificacin incorpor un sentir diferente de las capacidades personales. Su
expansin permiti la evolucin de personalidades provenientes de las clases desposedas
y de clases intermedias. Entre ellas destacaran personas como Maritegui, provenientes
de las primeras o Haya de la Torre, de las segundas.
Ascensos y cadas de numerosas organizaciones polticas seran la muestra de las
significativas dificultades de estructuracin de las clases en sus luchas por el poder.
Protagonismos caudillescos temporales, seran expresiones de las dificultades para darle
continuidad a la estructura sociopoltica republicana (Basadre, 1983). Ejemplos como
los de Legua, Snchez Cerro, Benavides, Prado, Bustamante y Rivero, Odra, Velasco,
Morales, muestran ms que alianzas volubles entre grupos econmicos y partidos o
militares, la carencia de una identidad social, la orfandad de un proyecto histrico, la
pobreza de estructuras estables, la debilidad normativa del estado todava incipiente. Las
formas de ser personas polticas contena dichas caractersticas y ellas les eran tiles a los
nuevos poderes mundiales. Se mantuvo as la forma de servilismo colonial en una nueva
estructura geopoltica.
Individuos marginales a los macrosistemas integradores era la nueva forma de individualidad
y egocentrismo social que reflejaba los movimientos econmicos del siglo. Ascenso y
cada de economas latifundistas costeas, aparicin y sustitucin de recursos naturales
que mantuvieron una economa de extraccin, industrias dependientes de las variaciones
del mercado cada vez ms global, innovacin sin planificacin de nuevos sistemas de
comunicacin terrestre, produccin agrcola andina atrasada y desprotegida, instituciones
financieras sin soporte ni estabilidad, aparatos administrativos ineficientes y letrgicos.
Todo ello es muestra del desarrollo de un capitalismo tardo, dependiente, mediatizado,
deforme, enraizado en estructuras serviles coloniales y formas colectivistas de produccin
resiliente. sta es la base sobre la que se configurara y en la que se desarrollaran
intercambios culturales de renovadas formas personales dependientes y de las otras, las
rebeldes.
Los cambios demogrficos del siglo XX muestran un claro exponente de crecimiento
urbano determinado fundamentalmente por el significativo y continuado abandono de la
produccin y organizacin social del ande. Del 63% de presencia demogrfica en las zonas
rurales en 1940, se pas al 22.7% en el 2000; y del 36% en 1940, en las ciudades, se
pas al 77.3% en el 2000 (datos de Fernando Ponce, citados por Peace, F., 1995). Esta
situacin en trminos etnohistricos es el resultado de una constante desvalorizacin del
peso cultural del hombre andino en la repblica. Es por otra parte en trminos sociolgicos
un proceso de reubicacin social de las colectividades del ande y de transformacin de las
relaciones sociales de produccin; en la perspectiva antropolgica es parte de un proceso
de sobrevivencia y de resistencia del hombre y de sus familias, en bsqueda de mejores
condiciones de salud y educacin.
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aristcratas, de los gamonales, de los financistas, de los burgueses y de los criollos. Una
especial caracterstica de stos se aprecia en la valoracin complaciente que les produce la
manipulacin de las normas a expensas de la autoridad. Una demostracin valorativa de
su poder la constituye la violacin de la ley y su posterior impunidad. La imposicin y el
abuso legal se efectan contra el ms dbil. Esto ha configurado una doble moral (una para
los dems y otra para el que la ejerce), o mejor precisado un dficit en la configuracin
integrada de los programas morales personales. Esto generara una constante desconfianza
hacia las formas legales de normar y ejecutar la ley. La neocorticalidad cerebral prefrontal
se configur de manera dual y deficitaria. Esta dismoralidad se entrecruz con las formas
personales oportunistas provenientes desde la colonia virreinal.
Hasta la estructuracin de relaciones econmicas capitalistas exige el desarrollo de patrones
conductuales normativos claros y definidos. De all su especial inters por normas de
juego legales claras y estables. Una de las limitaciones que algunos autores plantean
para el desarrollo del capitalismo en el Per es la falta de una estructura normativa y
administrativa clara que capitalice la propiedad y el trabajo, como plantea Hernando de
Soto en el Misterio del capital. Estos estudios abstractos no ven sobre qu realidad humana
se busca edificar un supuesto capitalismo desarrollado. Cualquier intento de construccin
de una estructura econmica se realiza sobre la base de las formas personales existentes
en una realidad social concreta.
Una de las muestras ms palpables de la psicognesis gnesis a partir de la actividad
psquica de la dependencia, en la repblica del siglo XX, lo constituy el proceso de
endeudamiento externo. Tradicionalmente este proceso ha sido visto en su aspecto opuesto:
a mayor endeudamiento mayor dependencia. Sin embargo, la presencia de clases, grupos
e individuos sin autonoma, sin voluntad de empresa autogestionaria, sin programas
de sostenimiento de largo aliento, sin confianza en sus propias fuerzas, contribuy al
incremento geomtrico de la deuda externa. Casi todos los gobiernos echaron mano de
ella, especialmente los de la segunda mitad del siglo.
Los datos de la historia del Per y de sus miembros muestra un permanente sentimiento
de insatisfaccin frente a la dura e injusta realidad social y econmica. Desde la poca
prehispnica hasta la repblica dicho sentimiento se ha expresado en mitos, en obras
literarias, en convulsiones y revueltas sociales, en crisis polticas, en asaltos al poder, en
movimientos armados. Una de las constantes de la historia de los hombres y grupos del
espacio de poder es que ste es precisamente inestable, voluble, crtico. Al igual que las
clases pudientes que se sustituyeron en los diferentes poderes y gobiernos echando mano
de la fuerza, las clases que no alcanzaron el poder tambin hicieron uso de la violencia.
La nica diferencia es que ella es legitimizada por el vencedor en el poder. Pero sta es
parte consustancial a un estado de derecho dismoral y a todas sus clases sociales. Todos
ellos son evidencia de un eje horizontal de constante insatisfaccin y lucha, de proyectos
socioculturales insatisfechos, de pobreza y exclusin (Comisin de la Verdad, 2004), de
personas infelices, lo que no slo refleja el cuestionamiento de las instituciones polticas,
sino tambin de las econmicas, de las culturales, de las sociales.
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