Uno de los debates más significativos a lo largo de la historia del cine ha sido el que han mantenido los formalistas y los realistas. Los formalistas pensaban que el cine era una forma de arte abstracto basado en unos principios artísticos de composición y manipulación. En cambio, los realistas sostenían que el cine era un reflejo de nuestra realidad material, como la fotografía, pero con la capacidad de registrar el movimiento. En el corazón de esta controversia estaba el montaje.
Hubo quienes, como André Bazin, encontraban que el montaje aportaba poco y recordaba al público que estaba viendo una película. Él prefería los planos secuencia. Otros, como Sergei Eisenstein, veían el cine como una construcción intelectual y dialéctica. Durante la década de los veinte, este cineasta se enfrentó a sus contemporáneos, como Vsevolod Pudovkin, quien veía el montaje como una secuencia, una sucesión ininterrumpida de planos.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, D. W. Griffith había desarrollado lo que conocemos hoy en día como montaje de continuidad, una manera lógica, coherente y psicológicamente dramática de montar, que sigue siendo la predominante tanto en el cine como en la televisión.
El montaje de Continuidad
La continuidad es el estilo predominante de montaje que utilizan los cineastas. Se ha desarrollado a lo largo de más de un siglo como un método a través del cual el espacio, el tiempo y la narración se pueden construir a partir de cientos de fragmentos para crear un todo coherente, lógico e ininterrumpido. Permite que dos planos grabados hace meses, en localizaciones diferentes, se editen juntos siguiendo una serie de normas establecidas para hacer que parezcan contiguos en el tiempo.
Las reglas
La continuidad se ha criticado a menudo por ser una forma conservadora de hacer cine. De forma sumisa se supedita a unas reglas y ofrece al espectador una visión del mundo ordenada, coherente y estructurada.
Por supuesto, el mundo real no funciona de este modo, pero el público se ha visto obligado a aceptar estas reglas como dominantes, incluso hegemónicas, de tal manera que todo lo que salga de este esquema parece «equivocado» y hace pedazos la ilusión. Aunque es obvio que es lo que algunos cineastas pretenden, pero de momento dejemos este punto para el siguiente apartado.
El montaje de continuidad sigue varias reglas que satisfacen diferentes propósitos:
- Contar una historia. Todo debe utilizarse para contar la historia. Hay que economizar, todo lo que sea innecesario tiene que ser eliminado y las repeticiones deben evitarse.
- Crear de manera que se mantenga la coherencia espacial.
- Mantener la continuidad temporal.
- Crear y mantener relaciones visuales y rítmicas.
- Esconder al espectador los recursos de construcción de la ficción.
Según se dice, el montaje es bueno cuando el espectador no se fija en él; cuando el ritmo se mantiene, sin cortes de salto, y se preserva la coherencia espacial y temporal. Si el espectador nota una transición, significa que el montador no lo ha hecho bien. Sin embargo, esto no es exactamente así.
El montaje de continuidad tiene su estilo y, aunque es realista, el montador no tiene la necesidad de seguir las normas de manera ciega. El arte puede ser subversivo y, con frecuencia, es al romper las reglas que el artista deja su huella. Si ves una película en la que la edición es perceptible, no pienses que se trata de una equivocación, pregúntate antes que nada por qué el cineasta ha incluido este corte y qué significa.
El montaje de continuidad tiene una serie de reglas que deben ser respetadas para preservar la continuidad espacial y temporal. Son las siguientes:
- La regla de los 180°.
- La acción continua.
- La correspondencia de miradas.
- La regla de los 30°.
- El plano-contraplano.
Una secuencia convencional editada con este estilo seguirá un patrón similar. La escena empezará con un plano de situación, que es probable sea un plano general que servirá para establecer el escenario y el contexto. A partir de aquí, el montador se centrará en la acción con planos más cerrados. Si es una secuencia dominada por el diálogo, es posible que haya una combinación de planos dobles (two-shot), planos medios desde la cintura hacia arriba o primeros planos para las frases importantes del diálogo y las reacciones. En una secuencia de acción lo normal es que se utilicen más los planos generales cortos. En las secuencias contemporáneas de acción se suelen aplicar los principios del montaje sobre el ritmo cadencioso y la métrica para causar más impacto.
La regla de los 180°
La regla de los 180° tiene como objetivo preservar la continuidad espacial de una secuencia. Cuando se está filmando una secuencia, el director tiene en cuenta una línea imaginaria de 180° que no podrá traspasar.
Por ejemplo, en un plano un personaje está caminando de izquierda a derecha y sale del cuadro por la derecha; en el siguiente plano el personaje debería entrar por el lado izquierdo del cuadro y continuar caminando de izquierda a derecha. Si el director ubica la cámara al otro lado de la acción, la acción se invertirá, aunque se trate de la misma localización y el actor esté caminando en la misma dirección. Cuando se monten los planos el actor parecerá estar caminando en la dirección contraria, rompiendo de este modo la continuidad espacial y confundiendo al público.
La acción continua
Como la regla de los 180°, la acción continua se utiliza para mantener la continuidad espacial. Sin embargo, también se emplea para mostrar la progresión temporal de la acción. Si el personaje del ejemplo anterior se encontrara con una puerta, la acción tendría que corresponderse a través de los planos. El primer plano mostraría al actor abriendo la puerta y empezando a andar a través de ella; y el siguiente plano mostraría al actor pasando a través de la puerta, sin volver a abrir la puerta ni saltarse una parte de la acción.
Si la acción no se corresponde, el corte será visible y producirá un salto perceptible. Esto está bien si pretendes que, por razones artísticas, el público se fije en la transición, pero no es correcto si lo que quieres es conseguir una acción ininterrumpida y fluida.
Correspondencia de miradas
La correspondencia de miradas es otro punto importante para preservar la coherencia espacial.
Imagina de nuevo a nuestro actor: ha entrado en una nueva habitación y le vemos mirar hacia el lado derecho del cuadro, un poco hacia abajo. En el siguiente plano vemos a otro actor, está mirando al primer actor. Este segundo actor tiene que estar mirando ligeramente hacia arriba, hacia la línea de visión del primer actor. Éste es un importante aspecto de la continuidad. Los ejes de mirada tienen que corresponderse para mostrar que los dos actores se están mirando el uno al otro. Por supuesto, es posible que en realidad no se hayan estado mirando en el plató, pero la edición de los planos correspondientes crea esta relación.
Lo mismo pasaría con un plano subjetivo filmado desde la perspectiva del actor del ejemplo. Si él está mirando hacia abajo, fuera del cuadro, el plano subjetivo debería filmarse con un picado para mantener la correspondencia con la línea de visón.
Si quieres ver un ejemplo de cómo no se respeta esta importante regla de continuidad, mira Plan 9 del espacio exterior, de Ed Wood (1959), bien conocida por estar considerada como la peor película de la historia del cine. Wood y su montador no siguen ninguna de las reglas convencionales de continuidad.
La regla de los 30°
La regla de los 30° es una norma simple pero importante que los montadores y directores deben recordar. Si los planos filmados difieren entre sí menos de 30° el corte producirá un salto perceptible, al ser los ángulos demasiado parecidos para montar los planos juntos.
Pero una vez más, esto no impide que algunos directores se salten la norma. Por ejemplo, Francois Truffaut rompe esta regla en Tirad sobre el pianista (1960) cuando emplea un triple corte (cortar a un plano cada vez más cerrado dentro de la misma toma como si fuera un zoom) de un personaje vacilando ante el timbre de una puerta, a la que al final decide no llamar. Los cortes de salto dicen mucho sobre el estado mental dividido y dubitativo del protagonista (es un ejemplo de expresionismo).
Este corte preserva la continuidad de la acción: la chica gira la cabeza y se mueve hacia arriba en el plano. El montaje respeta la acción continua, ya que ella continua girando en el segundo plano.
El plano-contraplano
La edición del plano-contraplano es el fundamento del montaje de continuidad, donde todas las reglas se juntan.
Del mismo modo que la regla de los 180° y los principios de continuidad, el montaje del plano-contraplano hace referencia al método «de aquí para allá» que a menudo se utiliza en las conversaciones y los planos de reacción. Volvamos a retomar el ejemplo de los dos actores, que ahora están entablando una conversación. El montaje de los primeros planos sería el siguiente:
Plano 1: el primer actor está situado a la izquierda del cuadro, encuadrado en plano medio corto y mirando hacia el lado derecho.
Plano 2: el segundo actor, situado a la derecha del cuadro y encuadrado en plano medio corto, mira hacia el lado izquierdo.
Plano 3: como el plano 1.
Plano 4: como el plano 2 (etcétera).
Esta estructura preservará la coherencia visual del espacio. En cambio, si le diéramos la vuelta al plano 2, se vería como el plano 1 y habría un salto de eje (traspasar la línea imaginaria). De esta manera, parecería que los actores están o bien en el mismo sitio, o hablando en la otra dirección. Sea como sea, se quebrantaría la continuidad espacial, las imágenes parecerían similares y se produciría un salto de corte al infringir la regla de los 180°.
El contraplano ausente
El plano-contraplano también puede emplearse para ocultar cosas e inquietar al espectador. Por ejemplo, Halloween (dir. John Carpenter, 1978) empieza con una secuencia cámara al hombro en la que el público es testigo de un brutal asesinato desde el punto de vista del asesino (la acción se ve a través de los agujeros de la máscara), es decir, es un evidente plano subjetivo. Durante un buen rato no se ofrece al espectador el contraplano. Es angustioso no saber quién está cometiendo este terrible crimen y, de esta manera, se implica al espectador en el asesinato como voyeur.
Carpenter mantiene el plano subjetivo todo lo posible para después mostrar el contraplano, en el que se ve a Michael Myers, de seis años. Carpenter podría haber incluido un contraplano mucho antes para darnos información, pero decidió no hacerlo. Naturalmente, el espectador quiere saber quién es el asesino, pero este dato está guardado hasta el final de la secuencia. Es característico de las películas de terror esconder información al espectador eludiendo los contraplanos de los planos subjetivos. Una parte del placer que da el cine de terror consiste en identificarse con los monstruos y malos de la película; y el contraplano ausente puede ayudar a que esto ocurra.
En esta breve secuencia, vemos un buen ejemplo del uso del plano-contraplano. Tras el plano de situación, hay una serie de planos-contraplanos que nos llevan de un actor a otro a lo largo del diálogo, para acabar volviendo a un doble plano. La cámara no cruza la linea imaginaria, la acción sigue una secuencia lineal y el eje de mirada corresponde entre los diferentes planos.
Intensificación de la continuidad
David Bordwell ha observado que el estilo de continuidad estándar se intensificó desde los sesenta y se convirtió en el dominante en la década de los ochenta. Este montaje de continuidad intensificado todavía está influenciado por las premisas tradicionales sobre continuidad espacial. Sin embargo, Bordwell encuentra que el estilo moderno de continuidad tiende a usar menos tomas maestras que anteriormente, cuando se establecía de nuevo el lugar cada vez que los personajes se movían. Este estilo también está caracterizado por:
- Más edición.
- Más primeros planos y más cerrados.
- Más planos en general, en especial de reacción.
- Uso de objetivos más largos con los que se obtienen planos generales más cerrados.
- Menos planos medios.
En vez de avanzar hacia un estilo de montaje superior, Bordwell ve en estos cambios una intensificación del estilo preexistente, en vez de un cambio de patrón. La nueva norma consiste en planos más cerrados y un montaje más rápido.