Decisions, decisions, decisions.

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«Tras varias jornadas buscando el aliento que me permitiera sobrevivir un día más sumergida entre las aguas del cálido Mar del Sur, encontré un antiguo navío apostado sobre la fina arena del fondo. Mientras nadaba desesperada por refugiarme en el único lugar donde sabía podría encontrarme con una bolsa de aire que me permitiera llenar nuevamente mis pulmones del tan esperado oxígeno, un brillo de luz atrajo de nuevo mi atención. Era puro, intenso, pero a su vez, desgarrador, pues evocaba los recuerdos de una superficie llena del incesante calor del sol, de la constante llamada de las gaviotas y del juego insistente de los delfines.

Algo se removió en mi interior. Alarmada descubrí que un nuevo sentimiento pugnaba por salir y aferrarse con desesperación a mi cuerpo. Rodeándome, clavándome sus penetrantes espinas, me di cuenta que ese brillo esperanzador poco a poco me alejaba de la posibilidad de cobijarme entre las maderas podridas del solitario buque.»

 

Akhesa.

Cambios

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Huerto De Calixto Y Melibea. SLM.

» A veces es complicado darse cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y cómo, este avance, puede llegar a cambiar la vida. Hace un año, no imaginaba que uno de mis sueños, por fin  se haría realidad; hace tres meses no pensé que mi vida cambiaría, que tomaría la bifurcación y que, finalmente, me separaría de la seguridad del camino vallado.

Y lo irónico de este recorrido es que a pesar de no estar sola, de iniciar esta nueva aventura, de la plenitud, del orgullo y de la felicidad que me aporta el viaje, mi corazón se parte, se divide, y el dolor se intensifica.» Akhesa.

«Cuando vi que te podaron
y sólo el tronco te dejaron
atónita me quedé,
y de mis ojos ajados
unas lágrimas rodaron
que no pude contener.

Ahora pasados dos años
tú me has vuelto a sorprender,
viendo como te impusiste
y no te dejaste vencer.

Espléndida y altanera
quién te ha visto y ahora te ve
para mi serás la higuera
centenaria y solariega
que ya volvió a renacer.

Mi hermana creyó que pronto
tu pudieras fenecer
porque te falta el aroma
de las vacías cubas que atesoran
las bodegas a tus pies.

Ayer pasé por tu vera
y tu fruto contemplé,
sigues siendo bondadosa
ofreciendo generosa
tus brevas e higos también.»

Victoria Benito López.

Ebullición.

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» Después de estar esperando este momento desde que tengo uso de razón, un sentimiento contrapuesto intesifica la necesidad que tengo de correr deshaciendo el camino para que nunca llegue. En este mismo instante en el que el mundo gira sin parar, me encuentro atrapada en una burbuja donde las dudas, la incertidumbre y la pendiente oculta me hacen temblar.

Un deseo, una meta, la misma realidad chocan contra el imán haciendo que todo salga disparado a la nada, a un espacio donde, la falta de gravedad, me permita volar y hacer que el miedo se evapore, que la soledad se convierta en mi aliada y que la profundidad del agujero negro absorba el malestar y la añoranza. «

 

Akhesa.

El Arpa

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«Hay ocasiones en las que el papel que rasgo con la pluma se me antoja demasiado blanco y vacío. Las palabras fluyen, se entrelazan y forman poemas.A veces sueño que tengo el don de la escritura. Otras, mi mano se deja guiar por el influjo de unos pensamientos cansados ya de soportar la soledad marchita de una rosa negra.

Con el aliento apunto de extinguirse, y las muñecas doloridas de tanto retorcelas, encuentro mi musa en canciones eternas.

Si pudiera ser un bardo, la naturaleza misma me daría mil y una razón para componer.Sin embargo, y a pesar de querer ser un soneto, el viento hace que el arpa extinga con su música, la magia de mis versos.»

Akhesa

Huellas

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«La melodía del violín agudizó mis sentidos en medio de una noche oscura y sin luna. El aroma del viento gélido elevó el vello de mi nuca, y los sonidos ocultos del bosque despertaron mis sentidos dormidos. Las cruces celtas de un cementerio abandonado y derruido me confundían en la oscuridad.
El ruido de pasos aumentó mi angustia. El temor a lo desconocido hizo que un pequeño grito se escapara de lo más profundo de mi garganta…En un camino apartado, encontré las huellas recientes de unos pasos. Decidida a seguir mi intuición, continué andando. La hierba bajo mis pies se me antojaba helada y el bajo del camisón blanco, húmedo.
Pasado el puente, me sumergí en la profundidad de la arboleda de pinos y allí, en el medio del claro, una cabaña se alzaba majestuosa, perdida y camuflada en la naturaleza. La música del violín se alzaba llegando a su momento más álgido, como si siempre hubiera pertenecido a este sombrío paisaje. Y yo, un ser más de ese escenario etéreo, me sentí intrusa irrumpiendo en algo tan bello. La noche me envolvió con  brazo fuerte y me abandoné al embrujo de su espíritu eterno.»

 

Akhesa

Dudas.

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Llevo tanto tiempo luchando contra lo injusto… He eliminando cada partícula de odio que pudiera anidarse en mi corazón. Me he resguardado del ataque frío de la intolerancia. He protegido con escudo vikingo mi cuerpo del trastorno que produce el desgarro de un cuchillo… Llevo en guerra mucho tiempo, intentando que la decepción y la madurez no transforme cada una de mis células en anticuerpos que se vuelvan contra mí. Y como resultado obtengo todos los días ese trozo de ansiedad que me arroja al pozo de la tristeza….

¿Acaso debo de construir una fortaleza que me vuelva fría, áspera y calculadora?
¿Sería imprudente dejar de ser quien soy?

Akhesa

El Acantilado.

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La altura era considerable y las aguas del Atlántico norte rugían con fiereza contra los muros del acantilado. Luchaba contra el viento  en su intento de arrastrarme al vacio. El olor a sal impregnó mis pulmones y los oídos, inmunes a la brisa helada, ayudaban a mantener el equilibrio. El vestido se enrollaba entre mis piernas y el manto que me cubría los hombros, flotaba en el espacio inerte atraído sin duda por el océano salvaje.

Desde mi posición oteé el horizonte. Pude contemplar como el amasijo de nubes negras hacían de éste el límite visual del mar infinito y, tras varios segundos de incertidumbre, la oscuridad se cernió sobre las aguas y con ella el silencio se extendió a través de la campiña.

La soledad se ofreció eterna compañera y el dios celta amante de la diosa naturaleza.

 

 

Akhesa.

La Estela

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Sus ojos me contemplaban desde el asiento que tenía enfrente. Con miradas furtivas pude observar cuánto brillaba su cabello bajo la luz artificial del vagón. Su sonrisa dejaba al descubierto los dientes blanquecinos y el color rosado de sus labios eran la clara invitación a un beso. Durante un rato, pude constatar que, a pesar de estar oculta tras un libro, seguía en su empeño de intimidación consiguiendo que el rubor poco a poco coloreara mis mejillas. Con un rápido y leve movimiento se acercó a mí. La brisa que había levantado dejó tras él un intenso olor a humedad, a bosque, a hierbabuena, a hielo, a sal…Posó una mano en el respaldo del asiento y con la otra siguió el contorno de mis pómulos, haciendo que su frialdad otorgara calor a mi cuerpo…

 

Akhesa

Derrumbamiento

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«Necesitaba salir al balcón y aspirar toda la humedad que arrastraba la tormenta en su paso por la ciudad…Sumergirme en ese torbellino invisible y olvidar el miedo al fracaso que tantas veces se me aparecía en sueños…Añorar tus besos y dejar que una única lágrima me permitiera librar la tensión que oprimía mi pecho…La calma no era más que oráculo de rayos y truenos y la oscuridad envolvía  con su manto, la soledad de mis anhelos».

Akhesa

La Brisa

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«Resulta increíblemente frustante ver como el paso del tiempo hace surcos en las personas de manera totalmente distinta.
Cada pálpito, cada sentimiento, cada emoción, corresponde con un segundo que se queda grabado en nuestra memoria como si nunca más le diéramos cuerda a ese reloj antiguo apoyado sobre la pared de papel.

Sin embargo, tras el brillo estelar que el sol nos deja en su partida a occidente, el amargo temblor de un terremoto consigue modificar su viaje, llenando de aire unos pulmones no conformes con el aire que les ha sido otorgado.

El fondo de la melodía de cada persona, invade el cuerpo y el alma del ente que habita dentro de cada uno.

Y en mi memoria sólo quedan las notas de aquella canción que en la lluvia se mezclaban con la brisa de un aliento cálido…»

Akhesa