LEDEZMA ROMO GUADALUPE
Fecha de entrega: 25 de Mayo/2013
Donatien Alphonse Francois de Sade.
París: 1795
RESUMEN:
Filosofía del tocador. Márques de Sade
Dedicatoria
A
los libertinos de cualquier edad y sexo, y de todas las aficiones, a ustedes
dedico ésta obra. Esas pasiones, que los
moralistas fríos y aburridos les piden temer, son únicamente el medio por el
cual la naturaleza trata de exhortarlos a que realicen su labor; por tato,
sométanse a esas pasiones, y permitan que los principios que aquí mencionan los
alimenten.
Mujeres
sensuales: Imiten a la sensual Saint Ange, acaten las leyes divinas del placer,
e ignoren cualquier cosa que vaya contra ellas.
Jóvenes
doncellas: Rechacen todas las prohibiciones de su religión ridícula, desprecien
los preceptos de sus padres obstinados; por lo contrario ríndanse a las leyes
de la naturaleza que la lógica describe, a los brazos de los que han de ser sus
amantes.
Hombres
lujuriosos: Acepten el gobierno de sus deseos, únicamente los límites de la
imaginación; y aprendan de él, porque sólo explorando la esfera de sus
aficiones y caprichos hallarán el verdadero placer.
Primer
encuentro
SAINT
ANGE: Platícame de Dolmacé, ¿Cómo es?
EL
CABALLERO: Tiene 10 años más que tú , es alto muy bien parecido; tiene los
dientes más blancos que he visto en mi vida, sus rasgos son marcadamente
masculinos, pero aveces muestra cierto toque de feminidad en los modales…debido
sin duda a que representa con tanta frecuencia el papel sexual femenino
SAINT
ANGE: Cree en Dios?
EL
CABALLERO: Claro que no
SAINT
ANGE: ¡Oh hermano!, ¡si supieras cuanto me exita el ateísmo!, ¿cuáles son sus
preferencias sexuales?
SAINT
ANGE: El culo, sí. ¡Oh, hermano cómo me excita esta charla! ¿Las fornicado con
él? Me atrevo a pensar que un hombre así no podría dejar de enamorarse de tu
cara hermosa.
EL
CABALLERO: Soy muy potente, como sabes; más de lo que es un muchacho normal de
20 años.
SAINT
ANGE: Por supuesto lo sé ¡Cuántas veces has gemido estas piernas por la noche,
al recordar cuando ese miembro tuyo enorme se agitaba entre ellas!
SAINT
ANGE: ¿Has fornicado con él o no?
EL
CABALLERO: No te lo voy a negar.
SAINT
ANGE: Pero no eres homosexual ¿verdad?
EL
CABALLERO: No hermana, no lo soy. Pero, al mismo tiempo, no soy de esos
individuos impetuosos que consideran que debe responderse con una paliza a las
proposiciones de un hombre. Siento lástima de aquellos cuyas preferencias son
extrañas, pero nunca los insulto. Y si un hombre activo me hace proposiciones,
las acepto.
EL
CABALLERO: Hasta el final, claro. No tengo nada de esa petulancia absurda que
conduce a algunos hombres a creer que
cierta parte del cuerpo es más limpia que otra. Fornico, chupo…y todo lo demás.
SAINT
ANGE: ¿Y cobras por eso?
EL
CABALLERO: Cuando me lo ofrecen ¿Por qué no? Me siento halagado de que mi
sexualidad tenga valor para alguien.
Existen
demasiadas personas convencidas de que tienen el conocimiento de lo correcto;
de que su forma de actuar es la única en que conviene hacer las cosas. Castigan
a todo el que piensa distinto a ellos… ¿y por qué? Por miedo, sin duda; por
miedo de que su propio modo muy “normal” de hacer las cosas probablemente no
sea tan divertido como la perversión de los otros.
EL
CABALLERO: ¿Una mujer vestida provoca más que la que se viste de inmediato? No
El
Marqués se había quitado los calzones, volteándose de espaldas, me rogaba que
lo divirtiera a él como lo había hecho con Dolmancé. Yo ocupando la mejor
posición, el centro, y en pocos momentos llegué a experimentar el placer
delicioso de lograr un clímax dentro de un hombre, mientras al mismo tiempo
otro lo hacía dentro de mí.
SAINT
ANGE: ¡Oh, es lo máximo! ¡Lascivia! ¡Lujuria! ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo! Ahora le
enseñaré el arte de amar. Quiero traer hoy a una doncella. Es una chiquilla que
conocí el año pasado en el convento, y que me gustó mucho. Seduje a su padre, y
de ese modo arreglé que viniera a pasar aquí dos días para descansar de su
familia.
EL
CABALLERO: ¿Pero serán suficientes dos días para educarla en un arte que te ha
tomado a ti tantos años perfeccionar!
SAINT
ANGE: Esto días no tendrán nada de lo normal. La induciré a probar de los
placeres del arte, y la incitaré a hacer las exploraciones más desvergonzadas y
atrevida, arreglaré todo para que puedas gozar su virginidad mientras que ese
agujerito del culo, tan apreciado por Dolmancé lo disfrute primero él…
EL
CABALLERO: ¿Y no tienes miedo de que se lo cuente después a sus padres?
SAINT
ANGE: El padre está tan contento conmigo, que saldría en mi defensa. Lo tengo
perfectamente controlado.
EL
CABALLERO: ¡Ah mujeres! Aun después de verte en función durante tantos años, mi
querida hermana, todavía me asombran tus planes ingeniosos.
SAINT
ANGE: Para poder entregarse sin peligro a los placeres tan libertinos como los
míos, deben extremarse precauciones.
EL
CABALLERO: Ésta muchacha te ha llamado mucho la atención. Platícame de ella.
SAINT
ANGE: Tiene cabellos oscuro, y le cae hasta los muslos, piel blanca, ojos
negros. Tiene el cuerpo maduro para su edad; todo en ella es suave y delicioso;
sus pechos son pequeños aún. Es una criatura maravillosa, los dioses griegos no
habían podido hallar tanta belleza que la superara.
SEGUNDO
ENCUENTRO
SAINT
ANGE: ¡Bienvenida! Te mostraré mi tocador, donde tendremos más intimidad y
nadie nos molestará.
Eugenia:
Pensé que nunca llegaría.
TERCER
ENCUENTRO
EUGENIA:
(Sorprendida al encontrar un hombre en el tocador). ¡Cielos! ¡Amiga mía, nos
han traicionado!
DOLMANCÉ:
Vamos pequeña trata de tranquilizarte. Sin duda tu intención de venir aquí no
era la de exaltar la castidad; es una virtud de la cual puede prescindir el
mundo, y ganar con ello. Y me duele ver
un cuerpo tierno como el tuyo que no se ha labrado aún por el arado del placer.
EUGENIA:
Pero la castidad…
DOLMANCÉ:
Hija mía la castidad es un residuo de la Edad media; es una cualidad que la sociedad
debía de haber abandonado desde hace mucho tiempo. Tenemos que pasar un tiempo
demasiado corto en esta tierra como para negarnos los únicos placeres verdaderos.
La naturaleza nos ha hecho apasionados con un propósito. Permite que te lo
demuestre. (Agarra a Eugenia de la cintura y comienza a besarla).
EUGENIA:
¡Déjame en paz! (Se pone entre los brazos de Dolmancé, él la besa
apasionadamente) ¡Es maravilloso!
DOLMANCÉ:
Hace girar a Eugenia para examinar sus nalgas. (Mete la cara entre la hermosa
cobertura).
EUGENIA:
Por favor no hagas eso, soy demasiado joven para esos deleites obscenos.
SAINT
ANGE: Se desviste
EUGENIA:
¡Oh que cuerpo tan bello! Dolmancé ¿no crees que Saint Ange es hermosa?
DOLMANCÉ:
Querida niña, sino te portas más dócil tendré que tratarte con rigidez.
EUGENIA:
(Riendo) ¡Me asustas con tus amenazas!
DOLMANCÉ: Toca a Saint Ange. Estos montes carnosos que tengo aquí te son sin duda
familiares, Eugenia. Estos distintos círculos los conocen con el nombre de
pechos, senos, mamas, chichis o el término que prefiero tetas. La mujer, puede
apretarlos con cierta habilidad, excitar el miembro gasta el grado de que él
derrame ese dulce licor que es el bálsamo de nuestra vida.
SAINT
ANGE: (Tomando el miembro) es un espléndido creciente. Se le llama miembro,
pito carajo o verga. Y es la fuente principal de los placeres del amor. Posee
la facultad admirable de poder penetrar en cualquier parte del cuerpo de la
mujer. Los que se conforman con placeres ordinarios suelen meterlo aquí. (Toca
el altar de Venus, en el cuerpo de Eugenia). Sea cual fuere la parte del cuerpo
que coopere, al cabo de unos cuantos movimientos de agitación, un líquido
lechoso, caliente y estimulante se derrama produciendo en el hombre oleadas de
placer estático, y llevándolo a un intenso clímax de gozo.
EUGENIA:
¿No será doloroso que algo tan grade como un miembro penetre a través de un
orificio tan pequeño como el que yo tengo?
SAINT
ANGE: La primera vez, pero la naturaleza
nos ha creado de tal forma, que sentimos el placer sólo por medio del dolor.
SAINT
ANGE: Hay una excitación en la contemplación de la sexualidad multiplicada
alrededor de uno en una variedad infinita de posiciones.
Esta
cosa en forma de lengua se llama clítoris; e él se encuentra el poder de
sensación de la mujer. Es el causante principal del placer, el manantial del
éxtasis.
DOLMANCÉ:
Abandona todos tus sentidos al placer, sumerge en esa sensación maravillosa.
Deja que tus sensaciones se conviertan en tu dios; sacrifícalo todo a esta
forma de vivir, como lo harías con el tipo de “religión” más adecuada.
SAINT
ANGE: Nadie diga que la mujer virtuosa actúa por amor a dios. Trata de evitar
el embarazo y la vergüenza. Prefiero sacrificarme a mis pasiones que a mi
egoísmo. Existen un momento de honestidad. ¡Basta ya de virtud! Y yo digo: Que
chingue la virtud.
DOLMANCÉ:
La religión es un pacto entre el hombre y su creador, mediante el primero, con
su adoración, manifiesta su agradecimiento por la vida que le ha otorgado el
segundo
Pero
el hombre solo es un producto de la naturaleza. ¿A quién le hace falta un dios?
Pregonar
la existencia de un dios que no puede conocerse, para explicar otras cosas desconocidas,
es la insensatez más grade del razonamiento humano.
SAINT
ANGE: Esa creencia resulta del miedo en algunas personas, y la debilidad en
otras.
La
característica activa y creadora existe en la naturaleza misma; Dios no es
indispensable.
DOLMANCÉ:
Promete la salvación a todos los que le hagan caso y al infierno a los que no,
pero es muy ignorante pues no escribe nada; habla poco porqué es estúpido,
dejan que lo crucifiquen, y su papá el señor Dios, no lo ayuda, muere. ¿Puedes imaginar que si hubiera demostrado
su divinidad, aquellos hombres sabios- y sin duda egoístas- se habrían atrevido
a mencionarlo?
Así
que no permitas que la acción popular influya en tus opiniones, adopta un
criterio firme e independiente, y atente a él.
La
práctica de la cridad, nace del orgullo, no del altruismo. El que practica la
caridad se sentiría muy ofendido sino disfrutara del halago de los demás.
SAINT
ANGE: No darás nunca limosnas; porqué de hacerlo solo te perjudicas a ti y a la
sociedad, fomentando en los pobres su persistencia por mantenerse en el estado
de dependencia despreciable en el que viven.
La
naturaleza misma de la mujer consiste en ser lasciva, como la perra, debe
pertenecer a todos, es un crimen contra la naturaleza dedicarse sólo a un
amante.
Ese
pobre tonto que se pasa la vida sin disfrutar la dicha perece sin recompensas.
Durante
mis 12 años de casada, he tenido trato sexual con más de diez mil personas, y
en mis relaciones se considera una cifra pequeña.
DOLMANCÉ:
¡Por el miembro y los huevos de Dios!
SAINT
ANGE: Tienes la oportunidad de poseerla.
QUINTO
ENCUENTRO
EUGENIA:
¡Oh dios mío! No me puedes desflorar con eso, me matarías. Dolmancé, el tuyo es
más pequeño; sería mejor que me violaras tú.
DOLMANCÉ:
No pequeña, ni pensarlo. Además tu himen le fue prometido al Caballero.
EUGENIA:
Pero tú mismo has dicho que las promesas se han hecho para quebrantarlas.
EL
CABALLERO: ¡Dolmancé! ¡Saint Ange! ¡Agarren una pierna cada uno! ¡Manténgalas
separadas! ¡Tengo que partirla como un melón!
INTERMEDIO
EL
CABALLERO: Amigos míos, ha llegado la hora de darnos cuenta de que la moral
debería ser la base de la religión, y no ésta la base de la moral. Nuestra
religión, nuestro código de conducta, no deben fundarse en los mandamientos de
un charlatán fallecido ha mucho, sino en los principios-y sólo en ellos- que
nuestra lógica nos hace reconocer como correctos.
Se
los repito franceses: Para ser libre, Francia debe ser liberada no sólo del
centro regio, sino también del incensario clerical.
Finalmente
consideremos el crimen contra la moral llamado sodomía.
En
resumen puede verse que no existen actividades sexuales que deban cubrir a los
legisladores; las únicas leyes sexuales del hombre deben ser las de la
naturaleza; sus únicos límites, los de sus deseos, y su único freno, el de sus
aficiones.
Cuando
estudiamos los crímenes del hombre, llegamos al asesinato.
1) Respecto a las leyes de la naturaleza únicamente ¿se
trata de un verdadero delito?
2) Respecto a las leyes de la política, ¿es un delito?
3) ¿perjudica el asesinato a la sociedad?
4) ¿cuál es la posición del asesinato respecto a los
principios del sistema republicano?
SÉPTIMO
ENCUENTRO
MISTIVAL:
¡Santo dios de los cielos! Mi hija ha sido secuestrada por locos…¡Oh Eugenia!
Escucha las súplicas de la mujer que te dio la vida; apártate de la compañía de
éstos perversos y vuelve conmigo.
DOLMANCÉ
¡Conmovedora escena!
EUGENIA:
¿Estás de rodillas? Perfecto, así ye tendrás que quedar para besarme el culo.
MISTIVAL:
Bruja, te desconozco.
DOLMANCÉ:
Le da dura a Mistival.
EL
CABALLERO: La señora no se mueve. Creo que a murió.
EUGENIA:
Oh carajo, ahora tendré que vestirme de negro.
DOLMANCÉ:
¡Un verdadero placer! Y ahora, amigos míos vamos a cenar. Después de la cena los
cuatro podremos retirarnos a la misma cama y continuar la amistad deliciosa
iniciada esta tarde.