«Modulaciones simbólicas en la poesía de San Juan de la Cruz» de María Jesús Mancho Duque

Como parte de un convenio con el Instituto Cervantes, el artículo con el que la Dra. María Jesús Mancho Duque participó en el volumen colectivo Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y poesía) se publicó de manera digital en el sitio Cervantes Virtual. El trabajo titulado «Modulaciones simbólicas en la poesía de san Juan de la Cruz» está disponible para su lectura en la siguiente liga:

http://www.cervantesvirtual.com/portales/san_juan_de_la_cruz/obra-visor/modulaciones-simbolicas-en-la-poesia-de-san-juan-de-la-cruz-934361/html/399f19cd-0835-4293-9180-c80f097a6264_5.html#I_0_

Agradecemos las gestiones realizadas por ambas partes, así como la disposición de la Dra. Mancho Duque para difundir este trabajo de manera digital.

 

Presentación: Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía)

Hermenéutica y mística

 

“Interpreto a la religión como diálogo con el misterio,
es decir, con Aquello que me llama y enriquece,
llevándome a mi ser más hondo:
la religión brota allí donde el misterio me interpela,
invitándome a responderle.”
Xabier Pikaza, El fenómeno religioso

 

La obra Los ríos sonorosos de la palabra conjunta once escritos, todos ellos están tejidos por el mismo hilo, éste es la experiencia mística y la manera bella con la que se puede expresar. Es precisamente un hilo muy fino y delicado, difícil de asir, ya que intenta sostener, unir y mostrar un ámbito sumamente complejo por su naturaleza paradójica.

La editora Margarita León subraya puntualmente en su presentación la paradoja de la inefabilidad de la experiencia mística. ¿cómo mostrar y transmitir lo que no se puede decir?, ¿cómo narrar una experiencia personal?, ¿cómo comunicar con palabras lo que se vive en el silencio?, ¿cómo evitar quedarse en la mudez y el solipsismo?

Estas cuestiones se desprenden de los once textos publicados en esta obra, en todos se resalta la paradoja y se plantean otras cuestiones fundamentales que rodean el tema de la mística. Como lo es la siguiente: ¿cuál es el tipo de escrito en el que se puede expresar la experiencia mística?

Hay una coincidencia en pensar que el ensayo argumentativo tiende a ser racional, cerrado y obtuso, en cambio la poesía abre un vasto abanico de sentidos, sentimientos, emociones, saberes intuitivos etc., que permiten o posibilitan poner en palabras a la experiencia. La editora Margarita León hace referencia a este punto en su artículo Mística y lenguaje poético, pues aclara que la poesía, concretamente la poesía mística, es el tipo de escrito adecuado para comunicar lo indecible; tal vez no se comunique totalmente, sin embargo, hay una aproximación ya que en él se expresan sentimientos y emociones, se usa un discurso figurado, se usan símbolos y figuras retóricas que ayudan a penetrar en la experiencia.

Al respecto, la editora cita a Helena Beristáin, quien afirma:

“El lenguaje poético trasgrede intencional y sistemáticamente la norma gramatical que rige al lenguaje estándar, al lenguaje referencial común, del cual se aparta, se desvía; pero, además, el lenguaje poético transgrede, también intencional y sistemáticamente, la norma retórica vigente en la institución literaria de su época, porque se aparta de las convenciones poéticas establecidas, procura rebasarlas poniendo en juego la creatividad, la individualidad del poeta.” (Análisis e interpretación, 30)

La poesía mística, en este sentido, requiere entonces de la hermenéutica, para descifrar y penetrar en el sentido oculto de los símbolos, ya que éstos son polisémicos, para develar la verdad del hecho místico y comprender la experiencia. En realidad es posible conocer de alguna manera estas verdades no por las palabras en sí mismas, si no por la riqueza significativa que contienen los símbolos religiosos plasmados en la poesía mística. Las palabras en sí mismas provienen del razonamiento dialógico, los símbolos se expresan por medio de palabras y éstas tienen una profundidad de significado simbólico, y es por este medio que se puede acceder a la verdad.

El amor es uno de los elementos fundamentales de la experiencia mística, el amor y gozo interior llevan al sujeto a compartir, a dar, a intentar narrar la experiencia mística para que los otros  se regocijen de la dicha.

El amor es el motor e impulso que lleva a intentar decir lo inefable, es lo que permite romper el silencio del místico. El amor es la fuerza de gravedad, como lo afirma Juan Martín Velasco, dota de sentido al ser humano, le da centro, le da vida, le da dirección, es prácticamente el sello de Dios en el alma, dirá Guillermo de St. Tierry: se imprime tanto más profundamente en la sustancia cuanto más fuertemente le haya atraído hacia sí el peso del amor.

La experiencia mística es el fenómeno en el que se logra sintonizar a nuestro verdadero ser con nuestro fundamento, éste es el amor. Es la unión de lo separado, es la reconciliación de los opuestos, es el reencuentro entre el amigo y el amado en palabras de Raimundo Lulio, es exactamente la realización del amor.

Es el descentramiento del sujeto al centro de gravitación que es el propio amor divino. El amor como motor, como impulso, como motivación envuelta de alegría, gozo, el amor como intensa emoción que inunda el alma y que lleva al sujeto a su verdadera naturaleza. Por lo que la experiencia mística lleva al conocimiento de sí mismo, al reconocimiento de la reconciliación de las emociones y sentimientos contrarios que alguna vez están presentes:

“alegría-padecimiento; exultación y serenidad; entusiasmo que saca de sí y reconciliación interior; sobrecogimiento y fascinación; respeto reverencial y amorosa intimidad; seguridad absoluta y exposición al máximo riesgo; sentimiento de plenitud y radical vaciamiento, sentimiento de indignidad y autoestima agradecida. ¿Cuál puede ser la raíz de esta ambivalencia afectiva? Probablemente constituye la repercusión emotiva de la fundamental armonía de contrastes que comporta para el hombre la presencia del Misterio trascendente-inmanente, superior a lo más alto y más íntimo que la propia intimidad, realidad por excelencia y nada de ser mundano, que por eso constituye para el hombre la posibilidad suprema de realización, sólo alcanzable a través del trascendimiento y la negación de sí mismo. Los sentimientos contrapuestos de la experiencia religiosa reflejarían, pues, el paso por el hombre de una forma de vida a otra, en la que renuncia a la realización de sí mismo desde su yo convertido en centro, para consentir al ser y al amor infinito que le permiten realizarse más allá de sí mismo.”

La alegría, el entusiasmo y el gozo de la experiencia mística permiten el descubrimiento del amor y el desbordamiento en los otros, en el prójimo. Esto es precisamente lo que impulsa al sujeto a expresar, a narrar, a decir lo indecible.

 

La autora del artículo «Mística y lenguaje poético»Margarita León Vega, introduce inicialmente un verso de San Juan de la Cruz en el que narra la experiencia mística, la autora apela a las emociones y a la sensibilidad para preguntarse por el estremecimiento que produce la lectura del verso ante la trágica belleza que se narra en el mismo.

Este comienzo devela la naturaleza propia de la experiencia mística que se expresa por medio de los sentimientos y las emociones provocadas que desbordan al alma de quien lo experimenta, justamente ésa es la forma de decir lo inefable, ya que la propia experiencia mística va más allá de las palabras, desborda lo racional y se envuelve del ámbito humano en el que siempre está implícito el ámbito de la afectividad; que fue fuertemente despreciado por la racionalidad, el positivismo lógico y la ciencia.

La autora alude de manera muy bella a la experiencia trascendente de unión con lo absoluto como el terreno de transformación y ensanchamiento de la conciencia, del sentimiento oceánico que incluye un dinamismo omniabarcante que se puede catalogar como misterioso precisamente por su carácter oculto y pocas veces develado por su aspecto indecible.

Subraya la inefabilidad como característica de la experiencia mística ante el silencio de la mente explicativa y la viva experiencia de afectividad que inunda al ser. Ella le denomina “superación de la razón conceptual y discursiva”.

Señala además que los místicos en su afán de poner en palabras la experiencia de forma explícita utilizan imágenes como interior-superior, afuera-adentro, etc. Las cuales al conceptualizarse cristalizan una realidad dual, separada saliéndose completamente de la unión mística.

En otras palabras, considero que en el momento mismo de racionalizar lo vivido, la experiencia primigenia se esfuma, en el sentido de que deja de ser una en completa unión para manifestarse dualmente en el mundo de las ideas.

 

En el texto «Modulaciones simbólicas en la poesía de san Juan de la Cruz» escrito por Ma. Jesús Mancho Duque, la autora explora con lujo de detalle los elementos lingüísticos que están presentes en la poesía del místico mencionado. Hace también referencia a la insuficiencia del lenguaje cuando la riqueza del contenido místico está presente. Ella pone énfasis en el carácter simbólico de los poemas, ya que además de romper las fronteras del lenguaje y decir lo indecible, constituyen una fuente de belleza.

Además afirma que “el símbolo permite llevar al hombre de lo finito conocido a lo infinito desconocido, a lo que por su propia naturaleza es inefable.” Así “los auténticos símbolos místicos sobrepasan las coordenadas de los fenómenos individuales de conciencia.”

Analiza el símbolo de la noche oscura que para San Juan de la Cruz implicaría una validez intemporal, supraespacial y un necesario vaciamiento de la individualidad. Alude también al amor como el impulso y dinamismo que atrae maravillosamente a Dios.

 

El siguiente texto se titula «Nada se asemeja a su semejanza. Exégesis, mística y aporía en Ibn Arabi»es un texto bellamente escrito y cuyo autor es Óscar Figueroa. Él estudia a un autor medieval de la tradición islámica que se considera un gran místico sufí.

El autor explora el tema central en las obras de Ibn Arabi: la relación de lo uno y lo múltiple, lo inmanente y lo trascendente, lo oculto y lo manifiesto de Dios. Así  como el ideal sufí de absorción contemplativa que no sólo consiste en el aniquilamiento de la individualidad en la inefabilidad de Dios.

 

«Mística y filosofía» es el título del artículo de Mauricio Beuchot, él expone algunos rasgos de la relación entre mística- filosofía y toma como ejemplo al místico medieval San Buenaventura. Quien muestra una sensibilidad hermenéutica muy profunda a la que el autor señala como icónica, ya que San Buenaventura alude a los íconos del misterio que desde su inmanencia es conducido a la trascendencia.

Mencionando el sentido literal, alegórico, moral y anagógico o místico plasmado por San Buenaventura en su Itinerario de la mente a Dios, el autor del artículo analiza desde la hermenéutica los símbolos implícitos en los seis grados de ascenso que propone el místico medieval.

 

«Las vestiduras del palacio: misticismo, mesianismo y criptojudaísmo» es el título del artículo escrito por Angelina Muñiz-Huberman, quien se sumerge en el análisis de los textos anónimos místicos Heijalot o Palacios del alma, cuya escala de ascenso llevan al individuo al trono divino o mercavá. Los textos pertenecen a la sabiduría rabínica de los siglos III o IV al VII u VIII en Palestina y Babilonia.

Estos textos anónimos abren el rico significado oculto de las letras hebreas al ponerse en movimiento por la musicalidad de las palabras combinándose con los símbolos sagrados de la carroza divina o mércava y el descenso de la shejiná, constituyéndose una fantástica y mágica mística cabalista. Como señala la autora, en este ascenso se da un desprendimiento de velos y una exposición a la claridad, o sea a la verdad, a Dios. Cito :

Ante la gloria del imponente palacio

dijeron: cuando las ruedas de la Majestad

se oscurecen un gran temor nos sobrecoge

y cuando el fulgor de la shejiná aparece

nos embarga enorme gozo

 

El siguiente artículo lleva por nombre «Dios, diablo o locura. Poética del yo en la autobiografía de una endemoniada»la autora Zenia Yébenes Escardó, reflexiona entorno a un caso de posesión demoniaca de Juana de los Ángeles (1602-1665), comienza su artículo cuestionando la posibilidad de que el diablo transmita palabras divinas, puesto que es un ángel caído. Él desarticula el lenguaje de los hombres generando el no lenguaje de la devastación, el caos y la soledad más extrema. Ante esto es fundamental la presencia de un exorcista que con su fuerza moral y autoridad, restablezca el orden y la unidad de sentido.

En el caso de posesión del que habla la autora se observa  que  la posesión demoníaca no puede invadir el alma de la persona, ésta le pertenece al creador, por lo que el alma de la posesa permanece intacta pero incomunicada, no puede expresar nada, el diablo le quita el habla, le quita la posibilidad de racionalidad y logos.

 

En el artículo «Imágenes de la no-dualidad en el canto del niño de las ocho jorobas»la autora Wendy Phillips Rodríguez aborda un texto perteneciente a la escuela Advaita-vedanta, una de las formas más conocidas  del pensamiento no-dualista de la India. En él se entabla un diálogo entre maestro y discípulo, quien le hace ver al segundo la realidad última de las cosas, la autora caracteriza a la experiencia en tres momentos: enseñanza, revelación y comprensión. Alude a nuestro estado natural como un  estado liberado, sólo basta con adquirir consciencia. Cito algunos versos del texto Advaita-vedanta:

Regocíjate en la alegría de saber que eres dicha suprema,

que este mundo es tan ilusorio como una cuerda que asemeja a una serpiente.

Tú eres como el océano y el mundo como las olas

Que surgen y se disuelven por su propia naturaleza,

No hay pérdida ni ganancia en esto.

 

«La poesía mística de san Juan de la Cruz desde la recepción de María Zambrano» es el título del artículo cuya autora es Julieta Lizaola, en él ella se cuestiona al inicio ¿cómo expresar lo vivido, lo sentido, en lo más profundo de la interioridad?

Lizaola señala la gran paradoja por la que pasa el místico san Juan de la Cruz: ¿cómo expresar su experiencia de silencio?, ¿cómo encontrar las palabras que puedan dar vida a la renuncia, al desasirse, al desapego, al desamparo? Y ella misma afirma: “Tan solo el amor puede permitir que tenga sentido recorrer el camino.”

Para Zambrano el amor impulsa a san Juan al poema, a decir, en y a través de él, lo indecible mismo. Sólo el poema y su palabra autónoma pueden dar cuenta de la realidad que se encuentra más allá del límite. Y sólo el vaciamiento de la interioridad es la posibilidad de llegar al reconocimiento de uno mismo como unidad. Cito algunos versos de san Juan de la Cruz:

Para venir a gustarlo todo, no quieras gustar algo en nada.

Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada.

Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada.

[…]

Este saber no sabiendo

Es de tan alto poder,

Que los sabios arguyendo

Jamás lo pueden vencer; que no llega su saber

A no entender entendiendo,

Toda ciencia trascendiendo

(San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, 162).

 

El autor David Saldaña Moncada escribió el artículo titulado «La profundidad de la percepción: Vínculos entre la mística y el budismo Zen en Sergio Mondragón», en él se resalta la influencia que tuvieron los temas orientales: cultura Indú, japonesa y del budismo zen, en el escritor mexicano Mondragón. De ellas extrae la experiencia del vacío, sunyata. Cito algunos versos de Mondragón:

El mundo cambia ante los ojos de todos.

En mi conciencia se fija intermitentemente

Lo pasajero de los seres y las cosas:

Si nunca nada es lo mismo,

¿quién está aquí en este instante?

(Mondragón 53)

[…]

La impermanencia que nos corroe.

La procesión de los días.

El vano peso de la creación entera,

¿de dónde brotan,

en qué terminan?

(Mondragón 53)

 

«Algunas palabras vivas de Marina Arzola: entre el misticismo y la locura» es el título del penúltimo artículo cuya autora es Caridad Elena Álvarez Suárez, ella se aproxima a la poesía de la puertorriqueña Marina Arzola, quien fue discriminada por su vestir estrafalario, su rebeldía y su esquizofrenia, algunos la catalogan en la veta de la locura. Sin embargo tuvo una rica y profunda producción poética mística sui generis.

En palabras de la autora: “En Arzola la lengua deviene delirio; las construcciones lingüísticas, que sabemos que en la poesía deben apartarse de la convención del signo para plurisignificar, parecen alejarse demasiado del lector […] Arzola intenta deformaciones: crucificios, estulticios, túrpido, latura, reforma de derivaciones: nombres como geosofía; verbos como flamor, azucenar, cielar.”

A pesar de sus disgresiones, la poesía mística de Arzola, aunque parece derivada de una fractura de su psique, tiene momentos luminosos cuando su lenguaje remite al sentido trascendente. Cito algunos versos de Arzola:

Eros enciende el mal de los despojos,

El agua corre cercos de amaría.

Canta de amar el multicolor raso,

Pradera plena de saberme huida

Prestando los cercones a montones

La hiel agraz de mi esperanza: ¡ardía!

(Arzola 27)

 

«Influencia de la teoría sobre cábala en la poesía de Juan Eduardo Cirlot y Angelina Muñiz Huberman» es el último título de esta obra colectiva, la autora es Karen Anahí Briano Veloz, ella analiza la labor de la poesía de una escritora hispanoamericana nacida en Francia y nacionalizada mexicana en 1942 y la obra del escritor del célebre Diccionario de símbolos.

La autora de este artículo retoma a Scholem para ver la influencia del pensamiento místico judío de la cábala en los citados autores. Cirlot leyó a Scholem para la elaboración de su Diccionario, así como a Jung, Ramón Lull, entre otros autores de tendencia simbólica. Angelina Muñiz-Huberman utiliza el fundamento filosófico de la cábala judía como sustrato conceptual de su poesía. Cito algunos versos de Muñiz-Huberman:

Recibieron de lo alto la voz divina,

La chispa que incendia el corazón.

La palabra sólo la tradujeron de boca a oído.

Nada quedó escrito.

Sobre el agua o sobre el río sí.

Con los nueve atributos del Innombrable

Más la esfera sin fin

Dibujaron el árbol de la sabiduría

La escala de la luz

El  entorno en exégesis

Fuego negro en fuego blanco:

La página no dice lo que dice

Sino lo que hay más allá de lo que dice

(Muñiz-Huberman, El ojo de la creación, 18).

En fin, recomiendo ampliamente la lectura de este libro colectivo, cada texto articula las palabras que nos permiten decir para comprender lo no decible, cada uno de ellos nos lleva a la experiencia de autoconocimiento y el gozo. Disfruten pues del libro.

 

Dra. Diana Alcalá Mendizábal

 

 

 

 

[1]  Martín Velasco, La experiencia cristiana de Dios, Madrid, Trotta, p. 55

Semblanzas: Wendy Phillips Rodríguez

Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestra en Estudios Sánscritos por la Universidad de Edimburgo UOF, y Doctora en Sánscrito por la Universidad de Cambridge UC. Sus principales líneas de  investigación son la crítica textual, los procesos de evolución cultural, la diseminación de historias de la India hacia el mundo, la literatura comparada (en particular las relaciones existentes entre la literatura hispánica y la hindú), y la literatura mística. Por su tesis doctoral, fue acreedora del DK Award to the Outstanding Doctoral Thesis on Sanskrit.

Es Investigadora Asociada C de Tiempo Completo en el Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM), mantiene el nivel C en el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo PRIDE​​​​​​​, y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en la categoría de candidato. Desde 2012, es la directora regional para Latinoamérica de la Asociación Internacional de Estudios Sánscritos. Desde 2008, es profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Reproducimos un fragmento del artículo titulado «Imágenes de la no-dualidad en El canto del niño de las ocho jorobas«, con el cual colaboró en el volumen colectivo Los ríos sonosoros de la palabra (Mística y poesía):

El Astāvakragītā es un texto perteneciente a la escuela Advaita Vedanta, una de las más conocidas formas de pensamiento no-dualista de la India. Este texto presenta el diálogo entre el rey Janaka, gobernante de Mithilā, y Astāvakra (del sánscrito asta «ocho»; y vakra, «deformidades, malformaciones, jorobas»), un niño deforme que llega a su corte y sorprende a todos con su sabiduría.

Poco se sabe con respecto a la autoría del texto o a su fecha de composición. Su historia de transmisión es también particularmente obscura. Perteneciente al género gītā, consiste de un diálogo entre maestro y discípulo en el que el primero procura hacer ver al segundo la realidad última de las cosas y culmina con la comprensión total del discípulo después de haber presenciado una revelación. Son, entonces, estos tres elementos los que marcan el desarrollo de la obra: enseñanza, revelación y comprensión.

El texto es sencillo pero demoledor. De forma sistemática, en sus no más de 300 versos, procede a invalidar todos los caminos, ortodoxos y heterodoxos, que la tradición india había señalado hacia la trascendencia. No hay escuela filosófica o práctica que no salga refutada por la verdad simple que el Astāvakragītā enarbola: no hay camino hacia la liberación, la liberación ya es —y siempre ha sido— nuestro estado natural. Lo único que hace falta es hacernos conscientes de ello (171-173).

Semblanzas: Zenia Yébenes Escardó

Doctora en Filosofía por la UNAM y Doctora en Ciencias Antropológicas por la UAM-Iztapalapa y Maestra en Filosofía por la UNAM. Ha colaborado en los siguientes proyectos de investigación: Misticismo, escepticismo y lenguaje (IIF-UNAM, IN402801); Filosofía(s) y psicoanálisis (FFYL-UNAM, IN405108/PE-400411), Filósofos con Freud (FFYL-UNAM, IN406752). Es Profesora- investigadora de tiempo completo del Departamento de Humanidades de la UAM-Cuajimalpa desde 2007 y miembro del Padrón de Tutores de Posgrado en Filosofía de la FFYL- UNAM. Ha recibido las siguientes distinciones: Medalla Alfonso Caso en Maestría y Doctorado en Filosofía a la egresada más distinguida de su generación otorgada por la UNAM; Premio Norman Sverdlin 2006 a la Mejor tesis de Doctorado en Filosofía otorgado por la FFYL-UNAM; Premio a la Mejor Tesis de Doctorado en Ciencias Antropológicas otorgada por la División de Ciencias Sociales y Humanidades, el Departamento de Antropología y el Posgrado en Ciencias Antropológicas de la UAM-Iztapalapa; Medalla al Mérito Universitario a la egresada de mejor promedio de su generación de Doctorado en Ciencias Antropológicas otorgada por la UAM-Iztapalapa.

A continuación compartimos un fragmento de su artículo titulado “Dios, diablo o locura. Poética del yo en la autobiografía de una endemoniada”, el cual es parte del libro colectivo Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y poesía):

El problema de la cuestión mística es entonces el de ese yo concebido como interioridad, que ha de ser el lugar enunciativo desde el que el Otro divino hable. Lo que hay que dilucidar es la siguiente pregunta: ¿e yo del que hablan los textos que vamos a analizar es un yo que se expresa a sí mismo a través del pronombre personal o es el producto del acto de enunciación? ¿Es este yo una ficción de ese Otro que viene a ocupar su lugar? Si es así, ¿quién es ese Otro? ¿Qué es lo que en realidad habla ahí? ¿Cómo estar seguros de que es, o no, divino? El texto sobre el que vamos a reflexionar a continuación nos brinda a este respecto indicios preciosos.

La autobiografía de Juana de los Ángeles (1602-1665) es la primera autobiografía de una posesa después de que alcanzara fama de santa. Es un testimonio único porque en el escenario tradicional de la posesión demoniaca se dan por sentadas dos cosas. En primer lugar, la posesión no puede invadir el alma del sujeto —que pertenece sólo a Dios— sino sólo a su cuerpo y la imaginación —por estar en contacto con los sentidos—. En segundo lugar, y por lo mismo, el alma de la posesa permanece intacta pero incomunicada. Ella está muda, es un cuerpo que se agita, que se valoriza en la espectacularidad del exorcismo público pero que —incapaz de cualquier expresión autónoma— no puede decir nada (recordemos que el lenguaje del Diablo es la exclusión y la perversión del significado, puesto que está separado de Dios, fuente originaria de todo sentido y significado) (152).

Semblanzas: Angelina Muñiz-Huberman

Nació en Hyéres, Francia, el 29 de diciembre de 1936. Es ensayista, narradora y poeta. Se naturalizó mexicana en 1954. Estudió los doctorados en Letras en la UNAM y en Lenguas Romances en la Universidad de Pennsylvania y la City University of New York; realizó cursos de Filología y Literatura en El Colegio de México. Fue profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM durante más de 40 años. Ha colaborado asiduamente con las revistas de Cuadernos del Viento, Diálogos, El RehileteHispamérica, La Jornada Semanal, Noah, Nueva Revista de Filología Hispánica, Proceso, Sábado, Thesis y Vuelta.

Ha sido becaria de la Embajada de Estados Unidos, 1958; de El Colegio de México, 1958; del Teaching Fellowship, University of Pennsylvania, 1967; Full Time Student Fellowship, City University of New York, 1968; del SNI, 1984-1993; del Programa de Estímulos a la Productividad Académica, UNAM, 1990; y del FONCA, 1991. Miembro del SNCA (1994-2000 y 2004).

Ha obtenido los siguientes premios y distinciones: Premio Magda Donato 1972 por Morada interior. Medalla de Jerusalén 1975. Medalla por Comisiones Dictaminadoras de la UNAM 1979. Medalla Novi Lux Orbis Quater Saecularis Anima Patriaede la UNAM, en 1981. Premio Xavier Villaurrutia 1985 por Huerto cerrado, huerto sellado. Premio Internacional Fernando Jeno 1988 por De magias y prodigios. Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 1993 por Dulcinea encantada. Medalla Jerusalén Tres Mil Años 1995. Premio de Poesía José Fuentes Mares 1997 por La memoria del aire. Medalla del Instituto Cultural México-Israel 1999. Maestra Emérita por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Academia de la Mujer, 2002. Woman of Valor Award por la Hispanic Federation y la American Sephardi Federation 2003. Premio Universidad Nacional en Creación Artística y Extensión de la Cultura 2003. En 2018 se le entregó el Premio Nacional de Artes y Literatura en reconocimiento a su destacada trayectoria. Su obra se ha traducido al inglés, hebreo y francés; se han publicado diversas antologías, como Historias desde la zozobra, publicada por Ediciones SM, o el volumen de poesía Rompeolas: poesía reunida, editado por el Fondo de Cultura Económica.

A continuación, reproducimos un fragmento de su artículo titulado «Las vestiduras del palacio: misticismo, mesianismo y criptojudaísmo», con el cual participó en el libro Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía):

Los poemas en torno a los palacios, Heijalot, exponen el poder mágico de las letras hebreas, su dibujo, su sonido, su ritmo y la musicalidad de las palabras. Su relación con los textos de la mercavá o carroza divina cuya primera aparición proviene de Ezequiel 1 es inmediata. La descripción de la mercavá o carroza divina sigue la necesidad del conocimiento místico de no comunicarse directamente, sino por intermedio del símbolo y la metáfora. Se relaciona con el tipo de simbolismo apocalíptico, propio de la literatura hebrea que aparece desde épocas muy antiguas, probablemente entre los fariseos y los esenios. Flavio Josefo menciona que los esenios poseían una literatura de tipo mágico o angelológico. En los Rollos del Mar muerto se descubrió que la secta de los esenios conocía el original del Libro de Enoj y los sucesores de los esenios integraron el círculo de la mercavá, creando el modelo más antiguo del misticismo y ascetismo judíos.

El mundo celestial se detalla con los símbolos de los siete palacios habitados por los ángeles y las pruebas para pasar de uno a otro; los ríos de fuego que fluyen de la carroza y los puentes que los cruzan; las formas de los animales según el relato de Ezequiel y la interpretación para cada uno de los elementos. Sólo después del aprendizaje de estos textos el iniciado se dispone al ascenso. (128-129)

Semblanzas: Mauricio Beuchot Puente

Estudió en el Centro de Estudios de la Orden de Predicadores. Es licenciado en Filosofía por la Universidad del Valle de Atemajac; maestro y doctor en la misma materia por la Universidad Iberoamericana. Ha realizado diversos estudios en la Universidad de Friburgo, en Suiza. Su principal área de estudio ha sido la hermenéutica, así como la filosofía medieval y novohispana, filosofía del lenguajes, filosofía analítica y estructuralismo.

De 1979 a 1990 fue investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, y desde 1990, es investigador del Centro de Estudios Clásicos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la misma universidad. Actualmente imparte la cátedra de semántica y filosofía novohispanas en el posgrado, y coordina el Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Es autor de alrededor de una centena de libros y artículos sobre temas filosóficos e históricos, entre los que destacan Hermenéutica, lenguaje e inconsciente, 1989; Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 1992, y 2000; La esencia y la existencia en la filosofía escolástica medieval. Su repercusión en la filosofía analítica actual, 1992; Historia de la filosofía en el México colonial, 1996;Tratado de Hermenéutica Analógica, 2009; Perfiles esenciales de la hermenéutica, 1997, 2008; Universalidad e individuo. La hermenéutica analógica en la filosofía de la cultura y en las ciencias humanas, 2002, entre otros.

Entre las distinciones que ha recibido, está el Premio Universidad Nacional 2000 de Investigación en Humanidades, y el doctor honoris causa por la Universidad Anáhuac del Sur. En 1990 fue nombrado miembro número 1 de la Academia Mexicana de la Historia, y desde 1996 lo es de la Academia de Doctores en Humanidades, miembro y socio honorario de la Sociedad Cultural Sor Juana Inés de la Cruz (México).

A continuación compartimos un fragmento de su artículo titulado «Mística y filosofía», que es parte del volumen Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía):

 

En efecto, san Buenaventura conjuntó en sí mismo la filosofía y la mística en un grado muy alto. En cuanto a la filosofía, fue de los que aceptaron utilizar a Aristóteles en un ambiente en el que sólo se quería usar el platonismo, o neoplatonismo, por considerar que el Estagirita no servía para la reflexión teológica. A pesar de que en su sistema predomina el platonismo, incorporó en él varios elementos aristotélicos, como el hilemorfismo, que aplica incluso para las creaturas espirituales como los ángeles.

El platonismo de nuestro santo es evidente tanto por su metafísica como por su teoría del conocimiento. Su metafísica se basa en el ejemplarismo, esto es, en la tesis de que las cosas creadas tienen una idea ejemplar, que está en la Mente Divina, de la cual participan y a la cual imitan. Por ejemplo, el ser humano corresponde a la idea de hombre que tiene Dios, y a la cual se acerca cada ser humano a su manera. Lo mismo ocurre con el caballo, que participa de la idea correspondiente, la cual le sirve de ejemplar al que reproduce.

En cuanto a la epistemología, el platonismo es evidente en san Buenaventura a través de su teoría de la iluminación divina, la cual consiste en que Dios es el que en verdad proporciona el conocimiento al hombre. Las cosas sensibles sólo sirven como excitante o estimulante para llegar a la idea ejemplar que se halla en el entendimiento divino. Al conectarse con esa idea, a partir de lo empírico, es cuando se da en verdad el conocimiento. Es precisamente la idea de conocimiento que desarrolló san Agustín dentro de su línea neoplatónica. Por eso, tanto la metafísica como la epistemología de nuestro santo son platónicas, aunque llegó a incorporar elementos aristotélicos en menor medida (110-111).

Semblanza: Óscar Figueroa

Es investigador en el Programa Estudios de lo Imaginario de la Universidad Nacional Autónoma de México. También es docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universidad, donde imparte cursos semestrales de literatura sánscrita y filosofía de la religión. Estudió filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México y Lengua y literatura sánscrita en la Universidad de Chicago. Ha realizado estudios y estancias de investigación en El Colegio de México, el Deccan College (Pune, India) y la Banaras Hindu University (Benares, India). Ha impartido cursos y dictado más de treinta conferencias en diferentes instituciones académicas de México, Estados Unidos, Canadá, Argentina y la India. A continuación compartimos un fragmento de su artículo titulado «Nada se asemeja a su semejanza. Exégesis, mística y aporta en Ibn Al-‘Arabi», que es parte del libro Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía):

Corán 42.11 tiene una presencia conspicua en la obra de Al-‘Arabi no sólo en términos cuantitativos; a esta presencia repetida subyace un profundo aprecio por sus alcances doctrinales. Como adelanté, esa centralidad tiene que ver con la singular capacidad semántica del versículo para condensar el tema cardinal de Engaste de sabiduría y, en última instancia, del pensamiento de Al-‘Arabi, a saber, la totalidad paradójica de lo real (alhaqq).

Al respecto, podría sorprender, sobre todo en un autor célebre por sus inclinaciones místicas, que tal relevancia depende de una atención escrupulosa al sentido literal del versículo y, por lo tanto, a su construcción gramatical. Como mencioné, en la exégesis de Al-‘Arabi el sentido heterodoxo surge de llevar hasta sus últimas consecuencias la lectura ortodoxa. En nuestro caso, esa posibilidad tiene que ver con una adhesión rigurosa a la Palabra divina en la forma misma, entendida, como apunta Chodwkiewikcz, no sólo como la expresión más adecuada de la verdad sino como la Verdad: la forma es el sentido, no un mero vehículo de éste.

Y sucede que el versículo en cuestión tiene una forma, para decirlo de manera más simple, inusual. Esa singularidad gira alrededor de la duplicación, aparentemente innecesaria, de términos con un sentido comparativo, las palabras ka y mitl. La duplicación permite dos lecturas: por un lado, una lectura literal que reproduce el original sin intentar enmendarlo y a riesgo de sonar redundante o incluso contradictorio: «Nada hay como como Él»; por el otro, las lecturas que se toman la libertad de «enmendar» lo que es sentido como redundante o contradictorio (89-90).

 

 

 

Semblanza: María Jesús Mancho Duque

Es Catedrática de la Universidad de Salamanca (área de Lengua española). Su campo de investigación se centra en la Historia de la Lengua con especial interés en el estudio del léxico de la ciencia. Es directora del Centro de Investigaciones Lingüísticas de la Universidad de Salamanca (CILUS) (http://campus.usal.es/~cilus).

Imparte cursos de licenciatura en la Facultad de Filología. Asimismo, es profesora en el curso de doctorado «Análisis del discurso y sus aplicaciones», dirigido por el Dr. Dn. Julio Borrego Nieto y declarado Doctorado de Calidad de Castilla y León.

Entre sus publicaciones, además de innumerables artículos, se encuentran: Palabras y símbolos en San Juan de la Cruz (Madrid: Universidad Pontificia, 1993); San Juan de la Cruz, Poesías. Edición e Introducción informatizadas para el Instituto Cervantes (Centro Virtual del Instituto Cervantes, 2005, http://cvc.cervantes.es/obref/clasicos). Como editora: La espiritualidad española del siglo XVI: aspectos literarios y lingüísticos (Salamanca, Ed. Universidad, 1997); Juan de Jarava, Historia de las yervas y plantas (Salamanca, Ed. Universidad, 2005) y como co-autora, La ciencia y la Técnica en la época de Cervantes (Salamanca, Ed. Universidad, 2005). A continuación reproducimos un fragmento de su artículo «Modulaciones místicas en la poesía de san Juan de la Cruz», que forma parte del volumen Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía):

El símbolo permite llevar al hombre de lo finito conocido a lo infinito desconocido, a lo que por su propia naturaleza es inefable. Desde esta perspectiva, el símbolo alcanza una indudable función gnoseológica. Los símbolos adquieren una relevancia especial en la obra de san Juan de la Cruz, relevancia que queda de manifiesto en el título de alguno de sus poemas: Noche, Llama, e, incluso, en el de alguno de otros textos en prosa: Subida del Monte Carmelo.

La creación de un símbolo corresponde a una intuición intelectualizada de carácter global y con raíces afectivas. En el caso de san Juan de la Cruz, viene a resultar un puente expresivo entre la experiencia y la doctrina, pues mediante el símbolo el místico carmelita descubre, reconoce e incluso, gracias a su preparación intelectual, interpreta su experiencia.

En efecto, el simbolismo sanjuanista no supone la conciencia de un fenómeno y posteriormente su reducción simbólica. Es decir, san Juan no experimenta las fases negativas del proceso místico y después le otorga la expresión simbólica «Noche»; todo lo contrario, el santo sufre su experiencia como noche, o en otras palabras, la toma de conciencia de esa vivencia es en sí simbólica (54-55).

 

Semblanzas: Dra. Margarita León Vega

Tiene los títulos de Maestra en Literatura Iberoamericana y de Doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Desde 1989 es investigadora del Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM. Su área de estudio es la semiología aplicada a textos de la Literatura Mexicana e Iberoamericana del siglo XX. Ha dedicado sus investigaciones a temas relacionados con la poética de escritores mexicanos como Juan de la Cabada, Elena Garro y la poeta Concha Urquiza. Es autora del libro La memoria del tiempo (la experiencia del tiempo y del espacio a través de la memoria, en Los recuerdos del porvenirde Elena Garro), publicado por el Instituto de Investigaciones Filológicas en coedición con Ediciones Coyoacán, 2004. Su libro, De contrarios principios engendrada…Poesía y prosa de Concha Urquiza, fue editado por Difusión Cultural, UNAM (Col. El Estudio) en 2009. Diversos artículos suyos han sido publicados en revistas especializadas y de difusión.

A partir de 2012 dirige un proyecto de investigación sobre poesía mística en México que ha contado con financiamiento de DGAPA-UNAM durante algunos periodos: de 2012 a 2014 a través del PAPIIT “Poesía mística mexicana (tipología y tradiciones)” y en 2017 por medio del PAPIME “Mística y lenguaje poético: acercamientos desde la poesía de los siglos XX y XXI”. Productos derivados de estos proyectos son los volúmenes colectivos: La palabra inspirada. Mística y Poesía en México y en América Latina (México: UNAM, 2014) y Los ríos sonorosos de la palabra (Mística y Poesía)(México: UNAM, 2018). A continuación, reproducimos un fragmento tomado de la participación de la Dra. León Vega en este último libro:

Al enfrentarnos a la poesía de místicos “consagrados” por la tradición, pero sobre todo a textos de poetas modernos que se inspiran en ellos o cuyas expresiones provienen de una vivencia mística, o cercana a ésta, habría que actuar con cautela. En efecto, la presencia de temas y expresiones típicamente místicas en un poema que acusan un explícito diálogo intertextual con varias tradiciones místicas de diferentes épocas, no pueden por ello considerarse místicas, ni calificar a su autor como místico. Por lo tanto, se hace necesario emprender el análisis poético —como sucede de manera ejemplar con los ensayos de este libro— en su contexto específico con una actitud abierta y flexible, no tanto para poner a prueba conceptos establecidos, sino sobre todo para hilar fino en cada caso y poner de relieve elementos significativos y característicos de las obras, siguiendo las mejores enseñanzas teóricas. Y es que la tradición mística y la tradición literaria de la que somos herederos, ha reconocido a las figuras cimeras basadas también en una tradición teológica institucionalizada. Ello actúa en dos sentidos opuestos: en el positivo, al establecer una suerte de canon que distingue los límites de la poesía mística de otros registros poéticos, apelando a su especificidad temática, léxica, semántica y retórica, evitando hasta cierto punto las confusiones y generalizaciones. En el lado negativo, tal preceptiva respecto a la experiencia mística o equiparable a ella y al lenguaje que la puede expresar —en este caso específico sobre el rasgo de la inefabilidad del habla mística—, resulta insuficiente, pues no permite esclarecer del todo si en la literatura mexicana podemos hablar de una poesía “verdadera”, “cabalmente mística” (35-36).

 

Michael Sells. Mystical Languages of Unsaying. Chicago-Londres: The University of Chicago Press, 1994.

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Un objetivo declarado de este libro es proponer una alternativa a la tendencia dominante de entender y estudiar la mística únicamente en términos de una “experiencia” particularísima e individual. Michael Sells recuerda al lector los orígenes de la mística como un ejercicio exegético, basado en una interpretación apegada a las ideas de la ortodoxia religiosa respectiva de cada cultura. Es decir, la Cábala (literalmente Tradición) no quería apartarse de la Torah, ni la obra especulativa de autores sufís, como la de Ibn ‘Arabi, iban en contra de lo establecido por el Corán. La lucha, entonces, de estas corrientes por confirmar su fe, más bien se daba en contraste con otro tipo de interpretación de su tradición: una literal u ortodoxa. La exégesis que a menudo proponían las escuelas de pensamiento “místicas” en la Antigüedad y en la Edad Media (antes de la eclosión de una mística de tipo experiencial e incluso durante su gestación en el siglo XII, según Sells) contiene de manera preponderante momentos realmente lúcidos de discurso apofático. El término griego apophasis (no-decir) no equivale a Teología negativa (concepto acuñado posteriormente, aplicado al tratado de Pseudo Dionisio) sino que, de acuerdo con la propuesta de Michael Sells, debería referirse a un “discurso” que pone en escena una serie interminable de negaciones con el fin de “evocar” (jamás sentenciar) la naturaleza divina, absolutamente trascendente.

Los autores místicos apofáticos se posicionan frente a un dilema irresoluble, una aporía fundamental: ¿cómo nombrar a lo trascendente, si “éste” no puede constreñirse ni a las reglas del pensamiento ni a las del lenguaje? Decir incluso que “Lo Trascendente”, “Dios”, “Él”, “Éste”, “Eso”, “X” es innombrable, solamente conduce a una afirmación en negativo.

Comprometidos con la idea de trascendencia, pero también impulsados por una necesidad de comunicar o enseñar, los autores apofáticos llevan a cabo una renovación del lenguaje tal, que sus discursos alcanzan un valor performativo: prefieren mostrar antes que decir y logran esto al desdecirse: retractarse constantemente, tanto de la afirmación inicial, como de sus subsecuentes negaciones, dejando el discurso sin conclusión. El objetivo es llegar a un “acto de significación [evento de sentido]”, que, siempre en el terreno del lenguaje, se trata de “una re-creación (gramática, sintáctica y metafórica) de la fusión del yo y del otro en la unión mística” (Sells, 209). Así, Sells distingue entre la “unión mística” en tanto experiencia y el “acto de significación” en tanto lenguaje; por lo tanto, es solo el análisis discursivo de estos textos lo que nos permite considerarlos místicos sin que sea absolutamente necesaria una voluntad testimonial, subjetiva y afirmativa de una “experiencia de unión mística” por parte de los autores. Es por ello que considero que el estudioso de la poesía contemporánea con influencias místicas debería tener en cuenta lo expuesto por Sells:

Este estudio no emite presupuestos concernientes a la experiencia mística por parte del lector o del escritor. El objetivo es identificar el evento semántico distintivo dentro del lenguaje del desdecir, el cual llamaré “acto de significación”. Para aclarar lo que se entiende por “acto de significación”, puede ayudar contrastarlo con la bien sabida distinción entre significado (como sentido y referencia) y acto (como predicación). El acto de significación indica ese momento en que el significado se ha vuelto idéntico o se ha fusionado con el acto de predicación. En términos metafísicos, la esencia es idéntica a la existencia, pero tal identidad no es solo afirmada sino performada (9, traducción mía).

Este discurso apofático parte de la idea metafórica de la creación del cosmos por emanación, pero la entiende de una forma circular y no lineal. De esta manera, el avance se convierte en realidad en un retorno que conduce a los místicos a un espacio-tiempo en donde se comprende que dios y él son uno solo. De la metáfora, se mueven entonces hacia la paradoja. Se trata de un ejercicio que desarticula todo el conocimiento adquirido.

Desde una visión histórica de la apófasis en la tradición occidental, Sells ubica el inicio con Plotino (m. en 270 d. C.), después pasaría a Pseudo Dionisio (quien aborda más directamente la diferencia entre kataphasis y apophasis), luego a Juan Escoto Erígena, traductor latino de Pseudo Dionisio; sin embargo, Sells reconoce un periodo histórico de eclosión de este tipo de discurso apofático en Europa y Asia Central:

El periodo de 150 años, de mediados del siglo XII, hasta principios del siglo XIV, constituye el florecimiento del misticismo apofático. Casi simultáneamente aparecieron las obras maestras apofáticas de las tradiciones islámica, judía y cristiana, entre ellas están los textos de Ibn ‘Arabi (m. 1240), de Rumi (m. 1273), de Abraham Abulafia (m. hacia 1291), de Moisés de León (m. 1305), de las místicas beguinas de los siglos XII y XIII entre las que destaca Hadewijch (1240) y Marguerite Porete (m. 1310); también Meister Eckhart (m. hacia 1327).

La apophasis vivió después de este periodo en la cábala post-exílica de Isaac Luria, en los místicos españoles, en Jacob Boheme, y ampliamente a través de la tradición islámica. Si bien nunca mantuvo otra vez un lugar central en el lenguaje místico (5, traducción mía).

Luego de la “Introducción” –en donde puede encontrarse lo referido hasta ahora– Michael Sells analiza en siete capítulos el discurso apofático que aparece en las obras de cinco autores: Plotino, Erígena, Ibn ‘Arabi, Marguerite Porete y Eckhart. Como profesor de islam y religiones comparadas en el Haverford College, no es extraño que le dedique dos capítulos del libro –el tercero y el cuarto— a Ibn ‘Arabi. Lo que sí me parece notable es que el último capítulo esté enfocado en dilucidar una posible “apófasis de género” al comparar a Eckhart con Porete. A pesar de lo sugerente de esta última propuesta, aquí solo quiero mencionar dos ejemplos significativos que ilustran bien el planteamiento general de Sells, uno en los orígenes (Plotino), otro perteneciente al periodo de florecimiento apofático (Porete).

El primer capítulo se titula “Awakening without awakener”, en donde el estudioso aborda el componente apofático de las Enéadas (seis grupos de nueve) de Plotino (corregidas gramaticalmente y editadas por Porfirio, uno de sus alumnos) para precisar la idea de “lo uno” en el sistema cosmológico y filosófico de causalidad jerárquica y emanacionista que comúnmente se desprende de la obra de Plotino, es decir, que la creación del mundo se entiende como una emanación gradual que va de “lo uno” (to hen), a la mente (nous), al alma (psyche) y finalmente al mundo material. En este orden de cosas, el objetivo místico es volver sobre cada uno de los estratos hasta alcanzar nuevamente “lo uno”. Sin embargo, para Plotino, de acuerdo con Sells, “la referencia al uno –como una fuente objetiva de emanación— se convierte en una regresión infinita en la que cada referente retrocede más allá del nombre que lo designaría. El lenguaje se vuelve indefinido y abierto. Ningún fin es alcanzado” (15, traducción mía).

Los pasajes de más intensidad apofática, según Sells, serían Enéadas 5:2, 6:7, 6:8 en los cuales se afronta, además de la problemática de la referencialidad, otra convención que no permite entender apropiadamente este tipo de discursos: la “marca apofática”:

A menudo Plotino usa el término hoion (como si fuera) para indicar que el nombre o predicado no debería ser tomado de manera literal. Aunque tenemos una amplia variedad de marcas apofáticas (comillas, paréntesis) poner una marca apofática después de cada referencia problemática podría diluir el impacto de la marca y resultaría un texto ilegible. Tal como los lectores de poesía convienen en aceptar ciertos rasgos (ambigüedad sintáctica, multivalencia referencial) que serían problemáticos en una prosa discursiva, así la apófasis está basada en un tipo de pacto apofático entre el texto y el lector” (16-17, traducción mía).

Los momentos de apófasis en Plotino analizados por Sells, logran mostrar la naturaleza “dual” de lo trascendente. Al rechazar las locuciones “lo uno” y “más allá del ser” pero también a sus contrarios “lo múltiple” y “el no ser”, Plotino sugiere que lo trascendente es tanto uno como otro: la paradoja de que lo inmanente es y no es lo trascendente: una fusión de identidades que Sells prefiere marcar con este signo diagonal /, así: lo uno/mente.

El segundo ejemplo que quiero comentar es el caso del Espejo de las almas simples de Margurite Porete, la mística beguina del siglo XIII, condenada a morir en la hoguera como hereje, expuesto en el capítulo cinco, titulado “Apophasis of Desire and the Burning of Margueite Porete”. El espejo de las almas simples, que había circulado como anónimo en traducciones latinas y vernáculas, incluso aprobado por benedictinos en el siglo XX, fue identificado como la obra perdida de Porete por Romana Guarnieri en 1946, luego del estudio de un manuscrito francésEl espejo de las almas simples aniquiladas por el amor de Dios. Hasta esta fecha solo conocíamos de Porete por la conservación de dos de los 15 artículos considerados heréticos por la Inquisición parisina y una brevísima relación de hechos en la Crónica de Nangis donde se menciona que la condenan por afirmar “entre otras cosas, que el alma aniquilada enamorada de su fundador puede y debería dar a la naturaleza lo que ella quiera y desee, sin culpa o remordimiento de consciencia –lo cual suena manifiestamente herético” (en Sells, 117).

En efecto, en El espejo se sostiene una teoría del amor divino como aniquilamiento de la voluntad propia con el objetivo de permitir la Voluntad de Dios. Este proceso sería lo que Sells llama “la apófasis del deseo”. Porete criticaba duramente la acción y la oración como medios para obtener un favor de dios, su perdón o el paraíso. No es de extrañar entonces la persecución de que fue objeto por parte del orden monástico y racionalista imperante de la época. Se trata de una obra alegórica, de carácter teatral, en donde Dame Amour entabla un diálogo con varios personajes, en particular con el Alma aniquilada (l’Ame Enfranchie) y con la Razón que es presentada así: “La Razón, que sólo entiende cosas burdas y deja lo refinado atrás”, por su incapacidad para entender las paradojas, antítesis, “palabras dobles”, resultado de la experiencia del rapto divino, una herencia del amor cortés.

El discurso apofático se manifiesta precisamente en esas “palabras dobles” que la Razón es incapaz de entender, pues Dame Amour expone que el alma aniquilada “no desea hacer nada más por Dios o de abstenerse de hacer cualquier cosa por Dios, no desea más cometer pecados, ni desea hacer la voluntad de Dios, no está preocupada más por sí misma, por el otro, o por Dios” (121), pero al hacer esto no abandona a Dios sino que, paradójicamente, se logra que Dios “obre en ella” y se haga su voluntad. “Ella no sabe quién es, Dios o la humanidad. Pues no ella, sino Dios se conoce a sí mismo en él/ella por él/ella misma” (Porete, en Sells 134). Algo que, por supuesto, la Razón seguirá sin comprender.

El libro de Sells muestra, sin que sea necesariamente su objetivo, cómo los estudios sobre el lenguaje y sobre poesía pueden aportar mucho a los estudios sobre mística, de la misma manera que los escritores místicos se han apoyado, a lo largo de la historia y en diferentes tradiciones, en los recursos poéticos.

Por último, comparto una traducción del esquema que propone Sells en el “Epílogo” a este libro que surge después de las lecturas sobre los fragmentos apofáticos de los cinco autores elegidos y que resulta particularmente útil para entender su planteamiento sobre la actuación de la apófasis en tanto discurso performativo.

Principios del Lenguaje Apofático (pp: 206-217).

  1. La Aporía de la Trascendencia

a) X trasciende todos los nombres y límites referenciales.

b) Si la premisa principal es cierta, también debe ser falsa o estar incompleta, porque si X es inefable en sentido riguroso, no puede ser llamada X.

c) Este dilema no conduce al silencio, ni a la distinción entre dos tipos de nombres (deusen sí mismo, deusen nuestras mentes; Dios en sí mismo, Dios en las criaturas; Dios y “Dios”; o Dios y dios).

d) La aporía genera un proceso interminable por el cual la afirmación original de la trascendencia se vuelve crítica sobre sí misma constantemente.

2. Un Lenguaje de lo Efímero, de Dobles Proposiciones

a) Ninguna declaración acerca de X puede permanecer como una declaración válida sino que debe ser corregida por una declaración adicional que a su vez debe ser corregida en un discurso sin conclusión.

b) La significación del momento apofático es inestable, reside en la tensión momentánea entre dos proposiciones.

c) Los hábitos del lenguaje llevan al escritor y al lector hacia una reificación [cosificación] de la última proposición como un enunciado significativo. Para prevenir tal reificación, se deben generar proposiciones siempre nueva.

3. La Dialéctica de la Trascendencia y la Inmanencia

a) El esfuerzo por expresar y afirmar la trascendencia conducen a una afirmación de la inmanencia radical. Aquello que está más allá, está aquí dentro. Aquello que es otro, es lo no-otro.

b) Lo trascendente no puede ser conocido como un objeto por un sujeto creatural. Es conocido a través de él mismo. Como dice Eckhart: “Nadie conoce al padre sino por el hijo”.

c) Es conocido entonces únicamente en el punto donde las dicotomías sujeto-objeto, yo-otro, se deshacen.

d) El deshacer de la dicotomía yo-otro ocurre en la unión mística.

e) En la unión mística, los atributos divinos no son conocidos sino realizados, simultáneamente actualizados y entendidos en el espejo pulido del corazón.

f) Mientras la experiencia mística de la auto-revelación de lo trascendente en el corazón aniquilado se llama realización, la re-creación semántica de tal realización —que el escritor y el lector encuentran en el acto de escribir y de leer— es un acto de significación.

g) Este estudio no hace presuposiciones acerca de la relación exacta entre el acto de significación con la experiencia mística de realización (tal relación es definida por cada lector).

4. Desontología y Deidad No-substancialista

a) Lo trascendente no es una cosa, ni una entidad. No es el Ser, un ser, o la substancia. Es no-algo, nada.

b) Pero cualquier descripción nominal o no-dialéctica, llevará inevitablemente a un objeto reificado en categorías temporales, espaciales y ontológicas.

c) Porque debe ser nombrado y reificado si vamos a usar el lenguaje, el lenguaje del desdecir continuamente se vuelca sobre las reificaciones espaciales, temporales y ontológicas que ha planteado.

5. Metáforas de Emanación, Progreso y Retorno

a) Estas metáforas son usadas a menudo no apofáticamente, sino como una explicación causal.

b) En el uso apofático de estas metáforas, la explicación causal se desplaza a medida que la metáfora vuelve sobre sí misma en la dura versión de la paradoja: la emanación es el regreso.

c) Este retroceder (episthrophê) implica un repliegue de la multi-estratificada jerarquía del ser, volcada sobre sí misma en un momento de igualdad.

d) El resultado de tal retroceso es un rico conjunto de transformaciones gramaticales.

6. Transformaciones Semánticas

a) En el momento de unión mística, el deshacer de las distinciones del yo-otro, del antes-después y del aquí-ahora, se refleja en radicales transformaciones gramaticales y semánticas.

b) Los posibles antecedentes de “él” o “eso” están tan fusionados que el pronombre se refiere a ambos, a la parte humana y a la divina.

c) La distinción gramatical entre lo reflexivo y lo no reflexivo se puede deshacer, así, la acción es al mismo tiempo reflexiva y no reflexiva. Se revela a sí mismo, en sí mismo, su propio misterio. [Una traducción más enfática y literal podría ser: Eso revela a eso (mismo) en eso (mismo) su (propio) misterio, “It reveals to it(self) in it(self) its (own) mystery”].

d) En el micronivel de las preposiciones, palabras como “en” y “ante” se mueven a través de una serie de transformaciones que desestabilizan los dualismos temporales y espaciales sobre los que están basadas.

7. Acto de significación

Los elementos formales anteriores conforman el acto de significación como un modo literario. El acto de significación es una re-creación (gramática, sintáctica y metafórica) de la fusión del yo y del otro en la unión mística.

K. Anahí Briano Veloz