Hasta el momento, no se encuentra documentado que el contacto con secreciones orales boca-boca sea una vía de transmisión de las parasitosis intestinales. Éstas sólo se pueden transmitir por vía oral si existe contacto con la región genital.

Algunas parasitosis intestinales generan fatiga o cansancio. Por ejemplo, la ancylostomiasis (Anquilostoma) es capaz de causar anemia crónica, pues se fija a la pared intestinal, lo que puede ocasionar una perforación y con ello la pérdida sanguínea. Es por esto que los niños pueden presentar niveles bajos de hemoglobina y síntomas como debilidad y fatiga.

La desparasitación preventiva se encuentra recomendada para poblaciones en riesgo, como son los niños en edad preescolar, de una a dos veces al año. También está indicada para el tratamiento de la parasitosis intestinal en pacientes que viven en zonas específicas de forma periódica, de 3 a 4 veces al año, con lo que se busca reducir significativamente la reinfección.

Las parasitosis intestinales constituyen una de las enfermedades más ampliamente diseminadas en el mundo. A manera de ejemplo, se estima que sólo un grupo de ellas, las geohelmintiasis (gusanos o lombrices), afecta a más de mil millones de personas en el mundo, cerca de 900 millones de niños están en riesgo. En Latinoamérica y el Caribe se estima que una de cada tres personas está infectada por geohelmintos (gusanos o lombrices) y cerca de 46 millones de niños, entre 1 y 14 años de edad, están en riesgo de infección por estos parásitos.

Las parasitosis favorecen la desnutrición pues muchos de los parásitos intestinales pueden acelerar el tránsito intestinal, lo que altera el equilibrio y esto lleva a la pérdida excesiva de heces, así se produce la mala absorción de nutrientes y vitaminas e intolerancia a los azúcares.

Los parásitos intestinales pueden favorecer el estado de desnutrición, pero estos no siempre están relacionados al bajo peso. Se puede encontrar infección intestinal en pacientes con peso normal o sobrepeso