Yo en vacaciones aprovecho para descansar de los deberes. Y no me refiero solo a sus deberes, si no también a los que nos ponen a los padres. Creo que nunca en la historia los padres y madres hemos estado tan ocupados, y nunca antes habíamos tenido tantas tareas que hacer para el cole de nuestros hijos.
Me refiero a esas notas que aparecen en las agendas (ese invento del demonio) del tipo «buscar información sobre los patos», «traer fotos de animales de la selva», «llevar flor para la Virgen»… Un suma y sigue que si lo multiplican por el número de hijos que uno tenga se convierte en un festival del humor y un sube y baja a la tienda de los chinos. La agenda es un invento muy útil, pensarán muchos. Y lo es por supuesto… ¡si la lees! Las agendas las carga el diablo, y si eres un poco #malamadre, le echarás un vistazo así de soslayo a la que te vas a la cama y entonces, ya será tarde para ti amiga. Porque no sé en otras casas, pero en mi revistero solo hay un triste Telva de hace 8 meses en el que obviamente no hay fotografías de ñus en su hábitat natural ni tampoco tengo a mano en mi biblioteca un ensayo sobre aves para comentar con El Mayor las diferencias entre la oca y el pato común. Así que suele tocar encender el ordenador, ponernos en manos de Mr. Google, darle caña a la impresora y hacer lo que se pueda.
Y ahora me corresponde entonar el mea culpa, porque sí, lo reconozco, a veces se me pasa mirarla, y entonces no me entero de las cosas que avisan con poco margen de actuación. Pero es que si me lo ponen un mes antes, malo también porque a los dos días se me ha olvidado y cuando llega el día D a mí que no me pregunten que yo no sé nada.
De hecho tengo ejemplos de los dos tipos, para que no digan que no me esmero.
El año pasado se nos olvidó comprar la flor para el día de la Virgen, de lo que nos habían informado con semanas de adelanto. Y nos tenían que ver a toda la Trifamily un domingo por la noche apatrullando el barrio en busca de una flor medianamente decente para llevar al cole. Trimadre explorando cada trozo de verde que aparecía por el camino y encima educando a los niños,» hijos míos, esto no se hace, solo en casos de emergencia».
El segundo caso es más grave. Pónganse en situación. Semana previa a la Navidad. Último día de cole. Madre que ha estado dos días de viaje. Madre que lleva a los niños al cole por primera vez en todo el trimestre. Madre que se va acercando a la puerta con La Rubia de la mano y empieza a notar que algo no va bien. Madre que observa que la rodean pastorcillos, estrellas, Melchores y Gaspares a tutiplén. Mente de madre que empieza a pensar rápido y recuerda que el festival de Navidad del cole fue hace ya unos días. Algo no cuadra. Madre que llega con La Rubia a donde se encuentra su clase temiéndose lo peor. –
– «¡¡MamádelaRubia!! ¡¡mamádelaRubiaaa!!!», me espetan dos mini-vírgenes María con sendos Nenucos bajo en brazo.
– «Mmmm… Buenos días», contesto educadamente mientras observo a La Rubia con el rabillo del ojo.
– «¿No has mirado la agenda?, ¿no has mirado la agenda?», me preguntan mientras me escrutan con la mirada.
– «Ehhhh, creo que no» (empiezo a palidecer, ahora es La Rubia la que me mira fijamente)
– «Podíamos venir disfrazados porque es el último día», me dice la María rubia.
– «De lo que quisiéramos», me dice la morena, «aunque no era obligatorio». (un poco de compasión por favor…)
En esto que aparece Fulanita, con su chándal del cole, mi salvadora: «No pasa nada, mi mamá tampoco la ha leído». Me vuelve el riego al cerebro y hago un barrido por lo niños de la clase y sentencio: «¡Y las mamás de Zutanito y Menganito tampoco!» (mal de muchas #malasmadres, consuelo de tontas…).
La Rubia que es una bendita, me sonríe, me da un beso y se va con su amiga la del chándal más contenta que unas pascuas. Yo respiro hondo, miro a la culpa que ya se me ha agarrado del brazo, y juntas nos vamos al coche jurando en arameo, pensando por qué narices no miraría yo ayer la agenda y preguntándome para qué estoy metida en 3 grupos de Whatsapp de madres en los que no se habla de estas cosas.
Tampoco puedo dejar de mencionar a los que ya se están convirtiendo en clásicos de todo cole que se precie, como la mascota itinerante, que te acompaña todo el fin de semana y con la que se supone debes hacer mil y una actividades súper interesantes y novedosas, al estilo de los padres de Caillou. Y a ti, más que llevártela al parque de atracciones lo que te dan son ganas de meterla en la lavadora. Y es que con la vida que lleva la pobre no es de extrañar que esté hecha una pena. Yo cada vez que nos toca vivo angustiada de perderla por algún sitio o dejárnosla abandonada en casa de la abuela.
Luego está el libro viajero, que lo tienes una semana circulando por casa y hasta el último día, a última hora no te enfrentas a él, porque a ver qué pones. Sí, tú, porque tu hijo de 3 años está a otros menesteres y el tema del libro, como decirlo… le trae al pairo.
En fin, yo este año me estoy esmerando y me he comprado un calendario familiar para apuntar bien todas las tareas organizadas por cada miembro de la unidad familiar. Ahora solo tengo que mirar la agenda para saber cuáles son. Ahí es ná.